SINOPSIS:
La
vieja dama de la que habla este libro no podía ser otra que
Sevilla, la gran señora que tuvo y retuvo, en la hermosura de
una luz que desafía al tiempo, en los ritos, en los personajes,
en los recuerdos, en las nostalgias, en las gracias y en
desgracias de una literaria Ciudad-Mito.
A modo de memoriales de la
ciudad, en estos artículos de Antonio Burgos está lo más granado
de su literatura de periódico, en textos que ya pasan por
clásicos en el universo del escritor, un mundo al que siempre
puso por nombre Sevilla. Artículos que los lectores aún
recuerdan con la misma fuerza del día en que aparecieron, como
"Vieja dama con lluvia",
«Los zapatitos del Niño»,
«Farol de
cruz de guía»,
«Armaos en San Lorenzo»,
"Calentitos de plata", o
«Las manos del Gran Poder»
cobran aquí, reunidos junto a
otros
también antológicos,
el carácter de teoría sobre la ciudad y aportación singularísima
a la historia de su mejor literatura.
«Como una vieja dama de linaje y casona reducida a los muebles
que caben en un piso, a los cuadros de santos que llegan hasta
el techo y a las joyas que esperan ese paño de lágrimas del
amigo anticuario que viene algunas tardes, la ciudad está
hermosa, conserva lo que ha sido, bajo la luz dudosa de esta
tarde de lluvia.
(…) El gato se ha venido muy lento al escritorio, me
han mirado muy tristes sus ojos soñolientos, y en este ronroneo
con que ahora recibe el sonido de lluvia tocando en los
cristales me ha evocado a esa dama que se llama Sevilla, que tan
bella se pone en estas tardes grises que esperan la alhucema y
los huesos de santo, el humo de castañas y la espada desnuda del
Rey de la conquista, el que fue conquistado, lo mismo que mi
gato, por la hermosa paleta que tiene, mujer bella, su Sevilla
en otoño. Ocurre cada año, aunque nadie lo advierte.
(…) Evoco, vieja dama, mi ciudad de la lluvia, los
coches de caballos de puertas coronadas con hule en el pescante,
serrín en las tabernas, arpilleras que cubren el carro de un
cosario, aquel olor mojado de esparto y de madera en los cestos
de mimbre del tranvía del Cerro.
Como una vieja dama, Sevilla, estás hermosa estas
tardes de lluvia, de silencio y recuerdo. Perdona que te diga,
al verte así, tan guapa: por ti no pasa el tiempo, nadie puede
contigo.»
EL AUTOR
Antonio Burgos, sevillano, Hijo Adoptivo de Cádiz, numerario
de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, se inició
literariamente como poeta con el libro Palabra en el vacío,
publicado en la colección Alcaraván con prólogo de Rafael
Montesinos. Es uno de los primeros articulistas españoles, por
su estilo propio y su indiscutible maestría, avalada por premios
como el Mariano de Cavia, el Pemán o el Romero Murube. Es
también una de las voces más distinguidas en la defensa
literaria de Andalucía, cuya cultura, tradición y significado
histórico han presidido su extensa obra, que ha sido reconocida,
entre otros, con los premios Demófilo, Agustín Merello y
Almenara. Autor de canciones ya clásicas, como la letra de las
«Habaneras de Cádiz», fue el primero que valoró en vida de
Rafael de León la importancia literaria de sus canciones y de
sus libros de poemas; escribió su biografía y reunió su obra en
una antología-homenaje que el Ayuntamiento de Sevilla editó en
1980, dedicándole, también, una glorieta en el Parque de María
Luisa.
Publica sus artículos en el
diario ABC, donde ha popularizado su sección «El
recuadro», en la que ha ido construyendo durante más de treinta
años toda una teoría literaria de Sevilla, recogida ahora en
este libro con sus textos más significativos. Durante una larga
etapa fue articulista en El Mundo. Entre sus libros
destacan: Andalucía, ¿Tercer Mundo?, El contrabandista
de pájaros (premio Ciudad de Marbella de novela), Las
cabañuelas de agosto (premio Ateneo de Sevilla de novela),
Mirando al mar soñé, Curro Romero: la esencia y,
publicados con gran éxito por La Esfera, Jazmines en el ojal,
Juanito Valderrama: mi España querida, Artículos de
lujo: Sevilla en cien recuadros, Gatos sin Fronteras,
Alegatos de los gatos y la antología de poesía popular
Rapsodia española.
www.antonioburgos.com
FICHA TÉCNICA
-
Título:
Memorias de la vieja dama
-
Subtítulo:
Mis mejores artículos sobre Sevilla
-
Autor:
Antonio Burgos
-
Colección:
Artículos
-
Páginas: 352
-
Precio: 18 euros
-
Fecha de publicación: 6 de marzo
de 2007
Joaquín y Antonio
Por Carlos COLON (Diario de Sevilla,
6/3/2007)
¿A que recuerda Farol de cruz
de guía, Vieja dama con lluvia, El primer vencejo, El perro de
las procesiones, El día más corto de Sevilla, Nostalgia de lo
no vivido, Coronación de luz de la Amargura, Poema del serrín,
Las manos del Gran Poder, Armaos en San Lorenzo, Interior de
capilla sin cofradía o El último armao? ¿A que tiene guardados
algunos de estos artículos, ennoblecidos por ese hermoso
amarilleo de merino antiguo de cirio verde macareno que toma
el papel de periódico con el tiempo? Pues ahora, además, los
tiene reunidos en Memorias de la vieja dama, el libro que hoy
presenta Antonio Burgos en el elegante atril regionalista
–azulejo y caoba– del Alfonso XIII.En él, según confiesa en su
subtítulo, están sus mejores artículos sobre Sevilla. Miente,
por modestia u olvido, al no añadir “publicados”. Porque su
mejor artículo sobre Sevilla todavía no lo ha escrito, y mira
que los ha escrito buenos, Antonio Burgos. Él lo sabe, y por
eso sigue escribiendo en la trinchera más dura del periodismo,
la del artículo diario, excavando con los ojos la tierra de
los días de Sevilla para encontrar filones de belleza nunca
dicha; para descubrir tesoros enterrados bajo el olvido, y
resucitarlos, haciendo de la efímera memoria oral permanente
testimonio escrito; para que tantas y tantas cosas de Sevilla
que cada día perdemos o nos roban vivan para siempre en nuevas
generaciones de sevillanos que, leyéndolo, sentirán nostalgia
de lo no vivido. Porque gracias a Antonio, la palabra escrita
cumple para con Sevilla lo que según Conrad era la más alta
misión de la literatura: unir los vivos con los muertos, y
éstos con los que aún no han nacido.Junto a las de Romero
Murube, estas prosas periodísticas son para mí las mejores que
sobre Sevilla se han escrito. Izquierdo ensoñó su Divagando…,
Chaves Nogales –jovencísimo– suspiró La ciudad, Cernuda
destiló Ocnos, Cansinos Asens alzó como un cantor de sinagoga
sus salmos sevillanos en Grecia, Laffón evocó su ciudad del
buen recuerdo, Sierra repujó sus pocas prosas. Joaquín, en
cambio, creó sus mejores prosas sevillanas para periódicos,
con la inmediatez conmovedora de quien escribe al volver al
Alcázar herido por los cielos perdidos o destrozado al quedar
cesante de la belleza. Y Antonio, desde el Alcázar de su
emoción, escribe a diario. Gallos los dos, hijos del Señor y
la Esperanza con su poco de melancolía soleana, Joaquín era un
cauto Rafael que escribía despaciosa y espaciadamente, y
Antonio un Joselito alegre y valiente que torea todos los días
sin Bailaor que lo pare.
Sevilla en el edén
Por Ignacio
CAMACHO
(ABC Cultural, 17/3/2007)
Aunque existe una extendida
opinión acerca de que la mejor literatura de España lleva
tiempo escribiéndose en los periódicos, lo cierto es que el
prosaísmo de la actualidad, si bien constituye apasionante
materia narrativa, deja poco resquicio a la incursión por los
territorios de la sentimentalidad y la belleza propios del
artificio literario. Antonio Burgos es desde hace tiempo una
de las pocas excepciones que, en un panorama periodístico
dominado por la urgencia de una escritura de trinchera, viene
encontrando el modo de desplegar en el ejercicio del
columnismo diario su inequívoca y versátil condición de
escritor, cosida a una magistral y rigurosa profesionalidad en
el seguimiento y glosa de los aconteceres cotidianos.
Hermano mayor indiscutible de la Hermandad Andaluza de la
Sagrada Columna, y preboste vitalicio de la Real Archicofradía
Española del Santo Artículo, Burgos obsequia a sus numerosos y
devotos fieles con frecuentes recuadros -denominación de
origen de su entrega diaria en el ABC sevillano- dedicados al
culto de una particular fe de generosa observancia en la
capital andaluza, y que no es otra que la de la propia
Sevilla. Sevilla como sujeto literario, como protagonista
sentimental, como objeto vivo de amores y desengaños y, desde
luego, como territorio primordial de la conciencia, edén
perdido de la memoria colectiva según la enseñanza cernudiana
de Ocnos y el credo melancólico de Joaquín Romero Murube. En
la pluma y en la mirada de Burgos, Sevilla se convierte en un
territorio literario de primer orden, evocado con la prolija
minuciosidad del Dublín de Joyce, la participativa alegría del
París de Hemingway, la nostalgia admirativa de la Florencia de
Forster, el amoroso sufrimiento del Buenos Aires de Borges o
los decadentes suspiros de la Venecia de Mann. Un jardín de
senderos que se bifurcan por la madeja de sentimientos y
emociones que constituyen el pálpito de la literatura.
Lujoso peristilo. Memorias de la vieja dama es una
recopilación de artículos, un lujoso peristilo de columnas sin
fecha de caducidad, dedicados al pálpito inmanente, perenne e
inmarcesible de Sevilla. Escritos con las tripas y con el
corazón, buceando a través de un complejo y riquísimo
ejercicio lingüístico en las claves más recónditas de la
identidad sevillana. Una Sevilla basculante entre la realidad
y el deseo, entre la ensoñación y la conciencia, entre la
nostalgia y la memoria. Los vencejos que revolotean la
Giralda, los calentitos del Postigo de Aceite, los primeros
azahares de marzo, la luz milagrosa de la cenital mañana de la
Virgen de Agosto... y, por supuesto, el latido interior de las
cofradías de Semana Santa, depositarias del verdadero ADN de
la sevillanía, el código genético donde residen las claves de
un canon colectivo meticulosamente transmitido a través de
ritos que desafían al tiempo y la distancia.
Breviario de culto. Ya queda dicho que este bellísimo
libro de artículos no es periodismo, sino literatura escrita
en el efímero papel del periódico. De este periódico, de ABC,
que forma parte también, desde 1929, de las señas de identidad
esenciales de la Sevilla contemporánea. Brilla en esta
literatura sin urgencias un Burgos distinto al de las glosas
sociales o políticas que conocen los lectores de la edición
nacional de ABC. Un Burgos cuyo escritorio está tallado con la
madera de Bécquer, de Chaves Nogales, de Murube y del propio
Cernuda, eco alargado que resuena en la evocación de una
ciudad íntima que, probablemente, no existe más que en la
imaginación de quienes así la ensueñan, sea desde el destierro
físico cernudiano o, como en el caso del brillante
memorialista de la Vieja Dama, desde un cierto exilio interior
de la elegancia, la discreción y el sentido de una armonía
cada vez más ausente en la ciudad real, la inevitable y
cotidiana.
Por ser ante todo y sobre todo literatura -y qué literatura:
hay piezas escritas en endecasílabos, romances octosilábicos y
hasta poemas en alejandrinos, como el memorable «Farol de Cruz
de Guía»-, este sentido breviario de culto sentimental no
queda reservado sólo al paladar de la sevillanía recóndita,
sino que está al alcance de cualquier lector dispuesto a
viajar por los paisajes sentimentales del interior de la
conciencia. Deslumbrante en la evocación, sorprendente en la
paráfrasis, conmovedor en la necrológica de personajes reales,
musical en la prosa, elegante en el retrato, preciso en el
recuerdo, cercano en el detalle, grandioso en la melancolía,
el lenguaje de Burgos construye un universo propio y lo puebla
de humanidad, mesura, sentimentalismo y vida. Y convierte a la
Vieja Dama, la ciudad ensimismada que ve girar los siglos al
compás de la veleta cuasi sagrada de la Giralda -cuyo primer
plano preside la portada del volumen-, en un territorio único
cuyos límites se ensanchan hasta el horizonte del mito. El
mito liminal del paraíso perdido que constituye la verdadera
patria de los sueños.
Antonio Burgos: «Sevilla acude en
socorro de quien tiene que hacer un artículo diario»
Por ALFREDO VALENZUELA
(ABC y La Voz de Cádiz, 6/3/2007)
-¿Ya ha escrito el artículo de mañana?
-Sí, suele estar escrito entre la tostá con aceite y el
segundo café.
-Entonces, como decía Fernández Flórez, el artículo que no
sale en quince o veinte minutos no sale bien...
-Así es. Yo tengo la carpintería que aprendí de Pemán, que
decía que primero hay que tener el título, después el arranque
y por último el final, y el resto, decía Pemán con su gracia
gaditana, rellénese con la honesta carpintería del oficio.
-También decía Pemán que «es increíble el poco material vivo o
escrito que sirve para un artículo».
-Para un artículo sirve todo. Los mejores artículos salen de
una tontería, o de una nostalgia o de un hervor del agua del
radiador. Mis lectores dicen que cuando escribo «mosqueao» es
cuando más les gusta, porque se transmite el mosqueo. Cuando
más les gusta a mis lectores -y este libro es un homenaje a
mis lectores- es cuando se pone uno o evocador o «mosqueao».
-Se dice que usted es una institución del periodismo
sevillano, ¿cómo se siente siendo una institución?
-Yo no soy una institución, ni muchísimo menos. Soy un señor
que hizo periódicos durante una época de su vida y que ahora
tiene la fortuna de poder dedicarse a escribir en ellos.
-Pues dicen que quien ha hecho periódicos ya no puede pasar
sin eso...
-Yo hago un periódico de dos folios todos los días, el
artículo. Lo malo era cuando tenía que escribir dos folios,
que los hacía al mediodía, cuando venía a almorzar, y echar el
día entero en levantar un periódico de 136 ó 164 páginas.
Admiro a los que están en una redacción y encima escriben. La
gente no sabe lo que es hacer un periódico, esa locura, esa
entrega sin horas, es un oficio durísimo.
-¿El articulismo es la aristocracia del periodismo?
-No, es la servidumbre de la literatura.
-¿Literatura menor?
-Menor, mayor, intermedia, mediopensionista... Es literatura
que, a veces, no por otra cosa que por veteranía en el oficio,
un periódico y su director le permiten a uno hacer algo tan
bonito y tan raro como literatura a secas. «Memorias de la
vieja dama» es una antología de literatura a secas, de
artículos que se han publicado hace veinticinco años o hace un
mes y que, como son literatura, no se pone amarillo el papel
que, como dice Ignacio Camacho, luego sirve para envolver el
pescado.
-¿Cuántos artículos lleva escritos?
-Puedes echar la cuenta, empecé a hacer el artículo diario en
el 77. Nicolás Salas inventó una triada para hacer «Sevilla al
día» que era Manuel Ferrand, Joaquín Caro Romero y servidor.
Ellos se cansaron antes que yo y, como Nicolás no tenía quien
le hiciera los artículos, me dijo que si me atrevía a hacerlo
todos los días, y le dije que adelante.
-O sea que o tiene buena memoria o esta selección le ha
llevado su tiempo...
-Es que esta selección es un homenaje a los lectores porque
hay muchos que me dicen: «Hombre, yo tenía recortado un
artículo que se titulaba «Calentitos de plata», pero nos hemos
mudado y en la mudanza se ha extraviado...». Veo que los
peores enemigos de los recortes de artículos son las
mudanzas... Y para que los lectores no tengan que andar
buscando estos artículos que quisieron conservar en su día,
los he reunido. Y he reunido los que me piden los lectores:
«¿Usted tendría el recorte de un artículo que yo leí suyo que
se llamaba «Farol de Cruz de Guía», que mi padre que en paz
descanse se emocionó mucho leyéndolo...?». Ese tipo de
artículos que, digamos, desafían al tiempo. Igual que esa
vieja dama que va retratada en la portada y que también es un
desafío al tiempo. Igual que he hecho esta selección sobre
Sevilla me podría salir otra sobre Andalucía, o sobre Cádiz, o
sobre los toros. Pero me he limitado a Sevilla por encima del
tiempo, de la política; en este libro no se habla de política.
-Ahora que menciona la política, ¿la relación con el poder es
siempre complicada?
-Yo no tengo relación alguna con el poder; el que esté en esos
pesebres que hable de ellos.
-¿Y comparte que el periodismo sea duro con el poderoso y
blando con el débil?
-Yo no sé hacer otra cosa que ser duro con el poderoso, lo
hice durante el tiempo que había en España un poderoso que se
llamaba Franco, lo cual me valió ir a los calabozos de la
Gavidia, que me retiraran el pasaporte o ir al Tribunal de
Orden Público. Yo sigo estando donde estaba, antes frente a la
dictadura de Franco, y ahora frente a la dictadura de lo
políticamente correcto.
-Le he encontrado un parecido con Azorín. Una vez Ortega
Munilla, que le encargó un reportaje sobre la ruta de Don
Quijote, le dio un revólver para que se protegiera por los
caminos.
-Me he visto en esa situación... Había por aquí por la calle
gente muy rara, que luego resultaron ser el Comando Andalucía,
y además habían puesto mi nombre como objetivo en el boletín
interno de la ETA, donde me llamaban «el sicario fundamental
en Andalucía», y se lo dije al delegado del Gobierno, quien me
contestó que no me podía dar protección policial, pero que me
podía dar una pistola. Y yo contesté diciéndole «que yo no soy
Gary Cooper, joé». Luego esta gente que me rondaba asesinó al
Doctor Cariñanos, cuando no me encontraron. Aparte de esto,
Azorín se me tiene que haber pegado al lomo, como el buen
jamón, porque en mi época en los jesuitas nos hacían leer
mucho a Azorín. «Los pueblos» me lo sé casi de memoria porque
era lectura obligada. Y debe haber algo más; la sección
«Sevilla al día» la retitularon los lectores, por la
tipografía en que aparecía, como «El recuadro», y a lo mejor
ahí les funcionaba la memoria de lectores de ABC porque fue
una sección que tuvo con ese título en el periódico un
veterano corresponsal y escritor que fue don José Martínez
Ruiz.
-¿La ironía es el camino para no convertirse en un moralista?
-Yo le doy la vuelta al título de Vicente Aleixandre, «La
destrucción o el amor», y digo «La destrucción o el humor».
-¿Para escribir un artículo diario hay que adscribirse al
costumbrismo?
-No, para escribir un artículo diario hay que ser como el «Britapén»,
de amplio espectro.
-¿Las viejas damas, literariamente, tienen más enjundia que
las chicas jóvenes?
-Huelen mejor.
-¿De Sevilla puede decirse que la que tuvo retuvo?
-Sí, pocas ciudades del mundo han resistido dos exposiciones
universales en el mismo siglo, un terremoto de Lisboa, todas
las riadas del Guadalquivir, todas las especulaciones
inmobiliarias, los ayuntamientos franquistas y ahora los
progresistas, empecinados en acabar con la esencia misma de la
ciudad. Sevilla ha sido tan hermosa que es como esas viejas
damas, que las ves y dices, a pesar de lo estropeadas que
están, «lo guapa que ha tenido que ser de joven esta mujer».
De Sevilla, a pesar de los carriles-bici, de las
peatonalizaciones, de las avenidas ceremoniales, de los postes
de los cables del tranvía y de todas las tonterías y
mamarrachos que están poniendo, hay que decir, ¡lo hermosa que
ha tenido que ser Sevilla, que aguantó a los alcaldes del
franquismo y está aguantando a los de la democracia!
-¿Sevilla, como tema, es un arma de doble filo?
-No, es, ahora que has dicho arma de doble filo, como el
espadín del capitán de la centuria romana de la Macarena. Es
un objeto en sí precioso, y dices eso, «espadín del capitán de
la centuria romana de la Macarena», y estás construyendo ya
casi un artículo, porque estás viendo los brillos de ese
espadín en la madrugá... Sevilla es muy socorrida, y acude en
socorro del que tiene que hacer un artículo todos los días. Es
como la comparación del amigo y la sangre. El verdadero amigo
es como la sangre en la herida, que, sin que se le llame,
acude.
-¿La ciudad es tan difícil como dicen?
-Ese mote se lo he puesto yo, que estos años me he dedicado a
añadirle títulos, aparte de muy noble, muy leal... Le he
añadido Muy Difícil, Muy Puñetera, Muy Cobarde, Muy Ojanetosa.
La ojana del flamenco, que la aplico a la ciudad: ojana de la
calle Aduana u ojaneta de la Barqueta, u ojaneta del incienso
de la naveta, porque las cofradías son un vivero de ojana
importante... Y a la ciudad, que es un poquito masoquista, le
gusta que se le pongan títulos de ese tenor, y han hecho
fortuna muchos de ellos.
-¿Existe una gracia sevillana?
-Existe una guasa. Eso lo aprendí de Silvio el roquero, hijo
por cierto del confeccionador de ABC a quien yo sustituí en la
platina del periódico, de don Antonio Santos Cutiño. Un día
iba paseando con Isabel por Los Remedios y pasamos por un bar
en el que él paraba y salió y nos dijo que estaba en una
discusión de barra con unos amigos, que decían que en Sevilla
hay gracia y él decía que no, que en Sevilla lo que hay es
guasa, que donde hay gracia es en Cádiz. José María Izquierdo,
cuando dijo «Ciudad de la gracia» estaba más equivocado que
las palomas de la Plaza de América, no que la paloma de
Alberti. Sevilla es la Ciudad de la Guasa.
-Eso tiene que ver con lo de Machado, de Sevilla sin
sevillanos...
-Más bien con lo de Unamuno: los sevillanos, finos y fríos.
-Como autor de «Andalucía ¿tercer mundo?», ¿qué le parece la
segunda modernización?
-Cuando yo escribí aquel libro, la segunda modernización se
llamaba Plan de Desarrollo. Es el plan de desarrollo del
franquismo con el disfraz de la autonomía a un precio mucho
más caro, porque la duplicación de administraciones que ha
supuesto la autonomía hace que te acuerdes del 28-F y de que
quizás Lauren Postigo llevara razón en lo de «Andaluz, este no
es tu referéndum». Como El Cid, Lauren ha ganado la batalla
después de muerto, y los andaluces se han convencido ahora de
lo de «Andaluz, éste no es tu referéndum». A quien han hecho
caso los andaluces ahora es a Lauren Postigo. Cuando Lauren
dijo eso hubo un 64 por ciento de participación, y ahora que
Chaves dice «Andaluz, éste sí es tu referéndum» a la gente le
funciona la memoria histórica, se acuerda de Lauren y le da la
razón con una abstención del 64 por ciento.
-¿Mientras más conoce al hombre más quiere a su gato?
-Mis gatos Remo y Rómulo es que son tan hermosos que tienen un
querer. El gato es el animal más literario de la creación. Es
un soporte de ternura. Y en este tiempo tan hosco y tan
agresivo, encontrar estos peludos oasis de ternura...
A.Burgos dice antología de sus artículos sobre
Sevilla
es homenaje a lectores
Sevilla, 6 mar (EFE).- El escritor y periodista
Antonio Burgos, que este año cumple treinta haciendo
su artículo diario, presentó esta noche en Sevilla su
antología de artículos sobre la ciudad, "Memorias de
la vieja dama" (La Esfera de los Libros), del que dijo
que era un homenaje a sus lectores.
Ante un millar de asistentes al acto, entre los que se
encontraban el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez
Monteseirín, la editora de ABC, Catalina Luca de Tena,
y las duquesas de Alba y de Medinaceli, Antonio
Burgos, que insistió en rendir homenaje a sus
lectores, aseguró que el teórico de la comunicación
canadiense Marshall McLuhan "se equivocaba diciendo
que el medio es el mensaje, porque el mensaje son los
lectores, al menos si son los de ABC".
Burgos aseguró que consideraba a sus lectores como
"padrinos" de sus artículos, ya que si bien su sección
se llamó inicialmente "Sevilla al día" los lectores la
rebautizaron, por sus características tipográficas,
como "el recuadro", lo que el articulista achacó a la
memoria de quienes le leen, ya que "El Recuadro" se
llamó durante años la sección de Azorín en ABC.
En este libro, Burgos dijo haber reunido los artículos
por los que más le preguntan sus lectores y llevan
títulos como "Vieja dama con lluvia", "Calentitos de
plata", "Un chute de azahar", "Cómo huele Sevilla",
"El perro del mendigo muerto", "Un pescao frito para
Pepe Díaz", "San Fernando era Bético", "Tango para
Fernando Quiñones" o "Las manos del Gran Poder".
Burgos, que citó a los poetas Rafael Montesinos y
Manuel Machado, se refirió al hermano de éste,
Antonio, para contradecirle en el verso "me debéis
cuanto escribo", puesto que, insistió en decirle a sus
lectores parafraseando a la contra a Antonio Machado:
"y al cabo todo os debo / os debo cuanto escribo".
El articulista fue presentado por el director de ABC
de Sevilla, Álvaro Ybarra, quien recordó que Burgos es
poseedor de los premios que llevan los nombres de
insignes articulistas como Mariano de Cavia, José
María Pemán y Joaquín Romero Murube y de quien dijo
que "Sevilla es su aldea global" y "todos los caminos
de Burgos llegan a Sevilla".
Ybarra también recordó la etapa periodística de Burgos
en la redacción de ABC como "timonel y viejo lobo que
nos enseñó casi todo lo que luego nos fue de
utilidad", a la vez que le describió como "maestro
indiscutible e indiscutido del periodismo de fondo" y
dijo de su estilo que "ya es una marca de origen".
El escritor Fernando Iwasaki, director del Aula de
Cultura de ABC, en la que se presentó el libro,
vaticinó que "dentro de cien años ABC ofrecerá el
coleccionable de los artículos de Antonio Burgos" y
añadió que "si Sevilla nació en las columnas de
Hércules, probablemente se quedará dormida en las de
Antonio Burgos." EFE
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Información sobre la obra en el sitio de La Esfera de
los Libros
Información sobre el autor en el sitio de La Esfera de los
Libros
OBRAS DE ANTONIO BURGOS EN "LA ESFERA DE LOS LIBROS"
Como las anteriores obras de Antonio
Burgos, el libro ha sido publicado por
La Esfera de los Libros,
S.L
Avenida de Alfonso XIII 1, bajos. 28002 Madrid - Teléfono: +34
-912 960 200. Fax: +34- 912 960 206. E-
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ANTERIORES LIBROS DE
ANTONIO BURGOS
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