ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Pensando en Mari Luz

AUNQUE no gasto Canal Sur, navegando por los canales me encontré casualmente la otra tarde con María del Monte, que anunciaba en su programa, en directo desde el barrio del Torrejón de Huelva, la rueda de prensa del padre de la pobre Mari Luz Cortés. Esos duros, tensos, impresionantes minutos fueron un documento que debería ser mostrado de vez en cuando por la televisión, para que los andaluces nos sintamos orgullosos de tener a un coterraño así, con ese temple, ese coraje, ese corazón, como el padre de Mari Luz: don Juan José Cortés. Pues lo menos que se merece es el don por delante. ¡Qué manera de saber expresarse con naturalidad, de contener la rabia, qué señorío para tragarse las lágrimas! ¿Gitano? Sí, ¿y qué pasa? Ya quisieran muchos castellanos, más blancos que un olivo, tener la entereza que demostró don Juan José Cortés vendiendo la cal de su entereza. Y pidiendo justicia, no venganza, exigiendo cordura a los de su pueblo y raza, poniendo la cabeza por encima del corazón desbocado de los viejos ritos de las navajas del ojo por ojo, diente por diente. Y culpando a los verdaderos responsables, denunciando los males de la Justicia y del sistema, con una valentía y una serenidad, y una capacidad de explicar las cosas más complicadas y terribles por medio de sencillas comparaciones que sorprendía, de puro didáctica.

Ese temple lo tenía un Padre Coraje al que le habían dicho que su hija había aparecido muerta, después de un calvario de cincuenta y dos días buscándola por cielo y tierra, y al que, además, le acababan de confirmar que el sospechoso que se había confesado autor del crimen era el mismo que él señalaba a la Policía, pero cuyo nombre nunca dio en público. Hasta la constitucional presunción de inocencia respetaba escrupulosamente este padre ejemplar, que nos demuestra que los gitanos conservan muchos valores y principios que nuestra sociedad no sólo ha perdido, sino que ni los echa en falta.

Si como padre estoy impresionado de don Juan José Cortés, como ciudadano más todavía de esta España donde ocurren estas cosas, donde tenemos una Justicia tan garantista que ahora se explica que todo sea como un inmenso proceso a la ETA, donde los verdugos tienen muchas más protección que las víctimas. Pienso en Mari Luz y en su padre, y que cuando plantaron en la Ronda del Tamarguillo aquella chabola inmunda de protesta que todos vimos al ir a hacer la compra en Alcampo, dentro estaba un asesino en busca y captura, que salió retratado en todos los periódicos y hablando por todas las televisiones, pero al que nadie se tomó el trabajo de identificar. Y luego, cuando a este asesino que el padre desolado señalaba como culpable lo detuvieron en Granada, ¿por qué lo soltaron y se fue de rositas, cuando era un evadido de la Justicia? ¿Es que no hay archivos dónde mirar? ¿Por qué a su hijo, señora, cuando lo para la Guardia Municipal con la amotillo, le piden el carné y lo retienen hasta que por radio le dicen al policía desde la central, tras dar el Charlibravo de su nombre y su DNI, que no tiene antecedentes policiales ni está en busca y captura, que está «blanco», en el argot del cuerpo? Claro, como el asesino de Mari Luz no iba en vespino con su cómplice sentada en el transportín, ni conduciendo a más de 120, pues no hubo problema.

Y pienso en los papafritas de los políticos de la oposición. Sí, he dicho los papafritas de los políticos de la oposición. Rajoy concretamente, por si no ha quedado claro. Usted no puede estar todavía en su Doñana particular, señor Rajoy, rascándose la barriga y rumiando no sé qué de las Cortes, mientras los padres de España entera estamos atemorizados con la realidad e indignados con la Justicia y el sistema todo, en el que usted representa a diez millones de votantes. Piensen que ese crimen horrendo hubiese ocurrido con Aznar de presidente, Aceves de ministro de Justicia y Rajoy, de Interior. ¿Se imaginan la que desde la oposición estaría formando ahora mismito el PSOE? La responsabilidad política del asesinato de Mari Luz es de Bermejo como ministro de Justicia y de Rubalcaba como ministro de Interior. Pero los otros, de Belinda. Qué triste es en este caso decir lo de siempre: que aquí No Passssa Nada, con los incompetentes de un lado y los papafritas de otro.

 

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