ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Rajoy ha roto en marxista

Al igual que la política inmobiliaria del Gobierno, aun siendo socialista sobre el papel (mojado), se hace a mayor honra y gloria capitalista de las grandes constructoras y los promotores en cuyos imperios de pisos por vender nunca se pone el sol, en justa correspondencia, la oposición se ha hecho marxista. Pero no marxista de Karl, que es una antigüedad de la que no se acuerdan ya ni los devotos de la novena del Mayo Francés, que es como el Mes de María, pero en progre y en viejorro. El PP, y Rajoy muy especialmente, se ha vuelto marxista de Groucho. Rajoy ha roto en Groucho Marx.

Yo ya le veía a Rajoy cierta propensión a Groucho. Su estatura era como la de Groucho. Su cigarro puro, tan aficionado a los habanos, era como el veguero de Vuelta Abajo de Groucho. Ahora, en versión de Vuelta y Media, que es como lo ponen los desolados diez millones largos de votantes, ante la que ha liado por aferrarse al sillón. Tengo que mirar las fotos de archivo de la boda de la niña de Aznar en El Escorial, toca madera, que ahí empezó la catástrofe. Seguro que hay allí una foto de Rajoy de chaqué y con el puro que tiene que ser talmente Groucho Marx. Groucho con pequeños matices: quien toca la bocina a su lado es Soraya. O el violón. La Sorayita, como la cúpula toda de Génova, se dedica mayormente a tocar el violón, con la que está cayendo en España.

Con estos antecedentes marxistas-grouchistas, era lógico que la ponencia famosa saliera como ha salido, en ese camarote de los Hermanos Marx en que Rajoy, tras ímprobos esfuerzos, ha convertido al PP, tras su máster en crear problemas donde no los había. El diálogo con persona interpuesta entre María San Gil y Rajoy a propósito del contenido de la ponencia política ha sido Groucho Marx puro, con chaqué, habano y grandes zancadas desde las Vascongadas a la calle Génova. Me han filtrado el contenido de esa conversación, y verán cómo estoy en todo lo cierto. Díjole Rajoy a María San Gil:

—Éstos son mis principios, pero si no te gustan, tengo otros...

Fue entonces, ante la cara de estupor de María San Gil, cuando Rajoy cambió la ponencia. Y donde decía que a los nacionalistas había que darles dos huevos duros, puso que no, que lo que había que darles era dos patadas en los mismos. Pero no quedó ahí la cosa. Siempre dentro de la más estricta observancia del marxismo-grouchismo del camarote de la calle Génova, díjole María San Gil a Rajoy, ante el nuevo surtido de principios inamovibles que le presentaba:

—Jamás aceptaría pertenecer a una ponencia que le admitiera a usted como presidente.

Y basó el aserto en razones no de peso, sino de queso. Pues María San Gil dijo, mientras tomaba Puerta, Camino y Mondeño de la ponencia:

—Del caserío de la calle Génova 13 no me fío.

Todo el Diccionario del Marxismo-Grouchismo puede ser aplicado, pues, como estamos pudiendo comprobar, al follón que con tanto cuidadito y esmero han organizado en el PP. Miren esta frase marxista-grouchista, que le viene que ni al pelo a la que ha liado Rajoy: «Partiendo de la nada alcancé las más altas cimas de la miseria». ¿Cómo está «gestionando la crisis», como ahora se estila decir? Pues también de acuerdo con los principios marxistas-grouchistas: «El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, está hecho.» Y podría decir Rajoy a los virtuosos de la lealtad inquebrantable y de la adhesión incondicional (a los pelotas en plantilla, vamos), que no hacen más que arrimarle carretadas, paletadas y cacimbocadas de avales, por la que pueda tronar en Valencia: «Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien.»

Con tan sólidos principios de la ponencia que se cambian a gusto del consumidor, la resolución de la crisis quizá pueda encontrarse dentro de la misma praxis marxista-grouchista: «Oiga mozo, ¿y no sería más fácil que en lugar de intentar meter mi baúl en el camarote, metiera mi camarote dentro del baúl?» Y que el mozo se los llevara, a los tres: a él, al baúl y al camarote que ha liado. Pues el PP está tal como describió Groucho el crack del 29: «La situación era tan mala que las palomas de Central Park echaban migas de pan a la gente».

 

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