ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La casi recesión

EL Gobierno debería contratar a José María del Nido, presidente del Sevilla F.C., como proveedor de frases evasivas ante la que está cayendo. Y que conste que lo dice un bético, que tiene más mérito. Cuando en el pasado mes de mayo el Almería acababa de derrotar sonoramente al Sevilla, marcándole 4 goles a 1, que se dice pronto, le preguntaron a José María del Nido cómo se les había quedado el cuerpo. Y respondió: «Estamos un poquito mejor que muertos». Dije entonces que la respuesta me recordaba a Joseliqui, aquel pobre pícaro sevillano gangoso y «border line», que con su media lengua, cuando le preguntaban por su estado de salud en la cirrosis que, como enfermedad profesional de tantas madrugadas como agradador de señoritos, lo estaba matando, decía: «Pues hoy estoy un poquito peor».

Los consultores internaciones, el Ibex 35, los servicios de estudios, los indicadores del IPC y de la inflación, el Banco Central Europeo, la caída de ventas de coches, los letreros de «Se vende», las apostillas de «¿A que no?», y sobre todo el cobrador del frac, que no da abasto, confirman que la economía española se encuentra ya en la que los expertos llaman Fase Sevilla-Almería o Etapa José María del Nido: estamos un poquito mejor que muertos.

Pero con gran provecho para la renovación de existencias del lenguaje. Con razón los intelectuales del pesebre catalán, del pesebre gallego y del pesebre vascongado dicen que la lengua española no corre el menor peligro, aunque su enseñanza esté dictatorialmente prohibida en los territorios de los otros idiomas peninsulares. Al Diccionario de Sinónimos me lo traen loco para encontrar términos con que llamar a la realidad, pero que se note poquito que nos vamos acercando al Crecimiento Cero Zapatero, que es como quizá lo llamen un día los historiadores de la Economía (y de los suicidios colectivos de los pueblos que confían sus destinos a incapaces con una infinita capacidad de similiquitruqui del márquetin de la mentira). Si bueno fue lo de la desaceleración, no menos lo de las dificultades profundas. Aunque lo mejor de todo lo ha dicho esta semana Miguel Sebastián, ¡a los manuales de Economía con este tío! Lo que pasa, señores, es que según Miguel Sebastián estamos en una «casi recesión». Igual que creo que era Matías Prats quien decía que el córner era el «vicegol», éste se ha inventado la «vicerrecesión», la «subrecesión», la mitad del cuarto de recesión, por decirlo en términos de freidura sevillana o de freidor gaditano, ya que en materia de crisis está todo el pescado vendido.

Yo creía que la recesión era como el embarazo: que se está en recesión o no se está, igual que una señora está embarazada o no lo está, pero nunca puede encontrarse «casi embarazada». Sebastián me recuerda la historia del famoso atestado que levantó aquel guardia civil que intervino en el triste caso de un tío que se quitó la vida tirándose a la vía, al paso de un tren, y que escribió en su informe: «La cabeza del individuo, al parecer muerto, se encontraba a cinco metros del tronco, del que había sido seccionada por el convoy». La economía española, al parecer muerta, se encuentra con la construcción paralizada, las hipotecas por las nubes, las inmobiliarias quebrando una detrás de otra, el litro de gasóleo a 1,30, el turismo tambaleándose, las medidas gubernamentales por tomar y los sindicatos callados como putas. A todo esto, Miguel Sebastián lo llama «casi recesión». ¿No ven cómo el castellano no corre peligro, que se enriquece continuamente, que cuanto menos se mueve la economía, más palabras y acepciones nuevas se crean?

Así que como estamos en casi recesión, para que no me llamen antipatriota ni facha, este año me voy a tomar unas casi vacaciones en una casi playa, reservando una casi habitación de un casi hotel durante una casi semana, y por las mañanas alquilaré una casi tumbona bajo una casi sombrilla, y después de leer el casi periódico y de darme un casi bronceador en la casi espalda y en la casi barriga, me tomaré un casi baño en el casi mar, y luego en un casi chiringuito pediré una casi paella con una casi jarra de casi sangría y una casi media docena de casi sardinas, para a continuación casi pegarme una casi siesta de casi padre y casi señor mío. ¡Qué casi veraneo me voy a casi dar!

 

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