—Eso, eso, a ver si fundamos el Club de los Que No Nos Montamos en el Tranvía.

Que somos más de los que creemos. Como son muchos más todavía los que ni se les ha pasado por la imaginación montarse o dejar de montarse en el tranvía. Esto es, los sevillanos a quienes el tranvía se las trae al fresco. Los que han pasado toda su vida sin tranvía y ahora no lo echan ni de más ni de menos, les da igual en la ciudad indolente que todo se lo traga. (Y a la que, por si le faltara algo, ahora le queda que la Columna Viera tome el Ayuntamiento, y tome represalias, y puede que tome hasta rehenes, y los otros tomen del frasco.)

Tal como echo de más el tranvía de las catenarias, echo de menos el tranvía de mi infancia. Lo bien que lo pasaba cuando el tranvía, cada jueves, me llevaba a casa de mi abuela Tomasa en el Retiro Obrero, donde echaba la tarde jugando a los platillos, al trompo y a piola con los niños del barrio, entre otros con el pintor Paco Cuadrado, que vivía también en el 4º Grupo de la Avenida de Miraflores. El tranvía que me llevaba allí era el 1, de tablilla colorada con letras blancas: «Plaza Nueva, Macarena, Osario». Era el tranvía de la Ronda. De la Plaza Nueva, por la calle Tetuán, La Campana, Amor de Dios, la Europa y la Correduría, iba a la calle Anchalaferia, a la Resolana, a la Macarena, a Osario, y por la Puerta Carmona y la Puerta Lacarne llegaba a la Pasarela y por San Fernando volvía a la Avenida y a la Plaza otra vez.

No sé si por culpa del tranvía o del habla sevillana, había una confusión entre la Ronda y la redonda. La gente lo llamaba indistintamente el Tranvía de la Ronda o de la Redonda, por la vuelta que daba a toda la ciudad intramuros. Doblemente. La Ronda siempre fue de doble sentido de circulación para los tranvías. Aparte del 1 estaba el 2, de tablilla blanca con letras encarnadas como Caperucita (entonces el rojo no existía, porque ese bando había perdido la guerra), que ponían: «Osario, Macarena, Plaza Falange Española». El 2 recorría la Ronda justo en el sentido que ahora prohibirán para los coches: desde la Pasarela hacia la Macarena. Todo su itinerario por la Ronda coincidía con el 1. Al llegar a los Altos Colegios, cogía por Anchalaferia como el 1, pero doblaba por Relator a la Alameda, y de allí, por Trajano, iba al Duque, y , por O´Donnell, salía a la Magdalena, a Méndez Nuñez, a la Plaza Nueva por la actual acera de O´Kean y Loewe, y por la calle Granada cruzaba hacia la Plaza San Francisco, para tirar por Hernando Colón a Alemanes, Plaza Virgen de los Reyes, Plaza del Triunfo, Santo Tomás, Coliseo España y por la Puerta Jerez a San Fernando y a la Pasarela otra vez.

Lo que va a terminar cuando todos hayamos vuelto de los baños es, pues, el uso de la Ronda como el tradicional de la Redonda, con circulación en ambos sentidos. Lo cual debe de tener de antigüedad desde el siglo XIX, desde el derribo de las murallas del que resultó la Ronda. Aquí lo que no peatonalizan y asierpean, como han hecho con Tetuán y la Avenida, lo convierten en una especie de Ese 30 interior, como harán con esa Ronda de sentido único. ¿Sentido único impuesto por el pensamiento único? No sé. Me limito a decir como los coetáneos del Juan Belmonte de sus comienzos: Apresúrense a caminar por la Ronda desde Osario hacia la Resolana antes de que ese sentido sea imposible y sólo un recuerdo. Vayan con el coche y hártense de hacer ese recorrido, como el tranvía de la redonda, porque pronto será Historia. No nos sacamos una foto con nuestro coche la última vez que pasamos por la calle Tetuán, o por la Avenida, o por la calle San Fernando, y ahora nos pesa no tener ese recuerdo. Como ya cualquiera lleva un Serrano y un Gelán en su teléfono móvil, vayan con el coche a la Ronda a dar la vuelta a la redonda y háganse muchas fotos, con los niños, con la mujer. No se pierda ser usted mismo protagonista de una foto que pronto será tan insólita como del Archivo Serrano o del Archivo Gelán: coches por la Ronda en sentido Macarena (Guapa y Guapa, pero Ronda Fea, Fea.)