ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Consenso y farolas de Caracol

No sé cómo en su partido se la tienen jurada. Bueno, prometida, porque estos socialistas no juran ni cuando toman posesión de la mamela de la tela. Don Alfredo Sánchez Monteseirín tiene un enorme mérito cultural: enriquece la lengua, aumenta el interés de los sevillanos por el arte flamenco y potencia la escritura de periódicos, pues a los articulistas nos da muchos jornales ganados. Está usted convidado, don Alfredo, pida al centro la pincelada que quiera.

En cuanto a aumentar el interés por el cante, ni la Ministra de Igual Da cuando estaba de baranda de la Agencia de Desarrollo Flamenco. Gracias al alcalde vamos a empezar a celebrar antes que nadie el centenario del Caracol, nacido en las Lumbreras en 9 de julio de 1909, símbolo de la mejor Sevilla flamenca y torera: tataranieto de El Planeta, biznieto de Curro Durse, sobrino nieto de El Cuco, tío de Gabriela Ortega, primo de El Almendro, padre de Luisa Ortega, suegro de Arturo Pavón, abuelo de Salomé Pavón Ortega e hijo de Caracol el del Bulto. Cualquier cosa. En Cádiz, de donde viene la sangre de los Ortega, ya han empezado a celebrar el centenario de Manuel Ortega Juárez, del inigualable Caracol. Pero ha sido con una noche flamenca en el Baluarte de la Candelaria, que allí es una Candelaria muy chuchurría, porque ni pasa por los Jardines de Murillo ni nada. Lo del homenaje del alcalde a Manolo Caracol es mucho más flamenco. ¿Habrá algo más flamenquito que el bronce? Y el alcalde prepara al Caracol un homenaje de bronce. Lo menos una docena de homenajes de bronce. En forma de farolas. En El Salvador. En vez de poner allí fernandinas, o un catálogo de farolas como en la Puerta Jerez, cada una de su padre y de su madre, en el Salvador quieren poner farolas de Caracol. Ole. Carcelero, carcelero, ya está aquí el homenaje de Sevilla a Manuel Ortega Juárez, ay, Niña de Fuego. Caracol tendrá su monumento de bronce en la Alameda y sus farolas de bronce en El Salvador. Las farolas de Caracol. Espero que no den el cante.

En cuanto al enriquecimiento de la lengua, gracias al alcalde he ampliado mi concepto de consenso, que tenía estancado en los años de la Transición y los Pactos de la Moncloa. Era el que dice la Real Academia: "Asenso, consentimiento, y más particularmente el de todas las personas que componen una corporación". En lo único que lo había actualizado era en lo de "una corporación". Yo decía "un Consistorio", como ahora se le llama al Ayuntamiento. En la procesión de la Virgen iba ayer el Consistorio bajo mazas, no la corporación bajo mazas.

Pero el alcalde, a quien propongo para la Asociación de Médicos Escritores y Artistas por su preocupación lingüística y flamenca, ha puesto al día el concepto de consenso. Preguntado por el innecesario, absurdo, superfluo, peligroso, empobrecedor para los comerciantes y molestísimo para los vecinos futuro peatonal de la calle Asunción, uno de los grandes proyectos sin ninguna necesidad que aborda el Ayuntamiento para este curso, don Alfredo dijo: "Queremos que haya el mayor consenso posible; lo único que no vamos a discutir es si será peatonal o no". ¡Oooole el consenso, don Alfredo! O sea: aquí tenemos que establecer un consenso...sobre la base de que Asunción será peatonal porque yo lo digo (o porque lo dice la tribu de los indios cachimbas con sus 25.772 votos). Yo le llamaría el Consenso José María Del Nido, quien formularía el mismo principio así: "La calle Asunción será peatonal sí o sí".

-- No, Del Nido no. ¿Quiere usted saber cómo se llama verdaderamente el concepto del consenso del alcalde para la calle Asunción? ¡El consenso por cojones!

No, es el viejo consenso dogmático de la derecha sevillana de toda la vida, como pronto recordará Don Camilo Olivares en un libro que prepara Carlos Navarro Antolín sobre la Semana Santa en el recuerdo de la infancia de muchos sevillanos ilustres o populares. A Don Camilo y sus hermanos, el padre les decía en su hogar del barrio de San Lorenzo: "Niños, en esta casa el Papa, el Rey, el cardenal Segura y el cura de San Lorenzo ni se discuten". En materia de calle Asunción, don Alfredo es el Papa, el Rey, el cardenal Segura y el cura de San Lorenzo, en una sola pieza y en (presuntamente) democrático.

 

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