ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Los opositores de la oposición

CUANDO el PP celebró su congreso de Valencia y salieron estos señores y señoras, con sus biografías brillantísimas y sus carrerones de cum laude, un colega mío de la Universidad de la Puerta Larená, discípulo también del Profesor Potra en su Cátedra de Gramática Parda, viendo aquellas electas eminencias, me dijo:

—De acuerdo con esto del PP. Estos tíos son muy listos y estas señoras, inteligentísimas. Preparadísimos. Si el uno es registrador de la Propiedad, la otra es abogada del Estado, y la otra, notaria, y el de más allá, catedrático de Derecho. Pero vamos a ver: aquí, los sinvergonzones, los mangones y los trincones, ¿dónde están? Los tíos con muy poca vergüenza dispuestos a partirle la boca a quien sea y a mentarle sus castas todas al adversario, ¿dónde? Porque con todo su golpe de carreras brillantísimas, a estos tíos me los coge el Pepiño Blanco, o el Rubalcaba, y se los pasan de pitón a pitón, vamos, que les pegan un viaje dialéctico que los embarcan en el tejado y tienen que rescatarlos los bomberos, como cuando los gatos no se pueden bajar de un árbol.

El tiempo, juez supremo, ha dado la razón a mi claustral colega de la Puerta Larená. Todos son, en efecto, el número 1 de la oposición. Pero de la oposición a Registros o a Abogacía del Estado, no de la oposición al poder omnímodo de un PSOE más intervencionista y radical cada día, que ya nos organizan hasta la vida, negándola con la Barra Libre de Aborto, y hasta la muerte, con la eutanasia que Chaves disfraza bajo el nombre de cuidados paliativos obligatorios tanto en la sanidad pública como en la privada, que al que origine mucho gasto hospitalario, palmatoria por lo legal y al tanatorio con él.

A mí me gustaría que a la Cospedal y a la Sorayita, o a Rajoy mismo, los hubieran cateado en las oposiciones que sacaron a la primera, y que en cambio obtuvieran todos los días brillantemente plaza en propiedad en el control a este poder desmandado y derrochón. Más que esos registradores de la Propiedad tan listos y esas abogadas del Estado tan competentes, me gustaría que en la oposición del PP hubiera sinvergonzones, nolacos y sinlachas como los del PSOE, que fueran, como ellos, maestros en la estrategia de las cortinas de humo ante la crisis, virtuosos en el dominio de la opinión pública, unos monstruos en la manipulación de las simpatías populares hacia sus postulados. Siempre lo he dicho y vuelvo a comprobarlo tras esta radicalizada vuelta al cole del padre de las niñas de Zapatero. Mientras que los del PSOE van con el puñal en la boca, como los piratas al abordaje, pegando navajazos a diestro y siniestro, los papafritas del PP, florete en mano, se empeñan en guerrear según el código caballeresco de la esgrima: «¡Señores socialistas, métannos ustedes la puñalá trapera primero!».

Como otros hacen gimnasia por la mañana o se pegan la pechá de correr por el parque, yo empiezo la jornada con el ejercicio mental de la ficción de poner al PSOE en la oposición y al PP en el poder, e imaginar el desarrollo de los acontecimientos según la noticia del día. Supongan que hubiera sido del PP el ministro de Trabajo que dijo que bueno está lo bueno con los inmigrantes, que sudacas y polacos ni uno más, que hay que pararlos en origen, «jornal para los nuestros» que decía Padilla Crespo el sombrerero. ¿Se imaginan la que hubiera liado el PSOE? Y sigan suponiendo: que ese ministro de Trabajo, tachado inmediatamente de xenófobo y racista por el PSOE, fuese desautorizado por más altas instancias de su partido. ¿Se siguen imaginando la que estaría liando Pepiño Blanco, o la Leire Pajín, o el otro y el de la moto? Pues aquí No Passssa Nada. Pero No Passssa Nada en la oposición, que es lo más triste. De la crisis, ni hablo. Hablo del telón de humo con varias cortinas que ha echado esta semana el PSOE: del cuentamuertos de Garzón, de la eutanasia de Chaves, del aborto de Bibiana. La oposición casi no ha abierto la boca. Y si la ha abierto, ha sido no como oposición, sino como opositores, que no es lo mismo: recitando el argumentario de la calle Génova como papagayos, sin la menor convicción. Vamos, como si fuera el tema número 57 de las oposiciones, y como si ZP no fuera el presidente del Gobierno, sino el presidente del tribunal de oposiciones y se pudiera cabrear y no darles la plaza en propiedad.

 

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