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El Ave y el PER del famoseo
A
Porque he llegado a la conclusión de que lo que sé de verdad es de Alta Velocidad Española, vulgo Ave. Pregúntenme lo que quieran del Ave: las telefónicas tribus de indios motorolos que habitarlo suelen; la quiche Lorraine que te dan de desayuno a las 7 de la mañana; los artículos que nadie compra cuando pasa el carrito de la venta a bordo. De todos estos asuntos tienen cumplida cuenta los lectores de ÉPOCA, quienes me saben reputado especialista en cuestiones de Ave.
Por eso digo que es lástima que Alvarez Cascos haya firmado en pleno mes de enero, al comienzo de su cuesta, el consenso con cuatro comunidades autónomas, cuatro, para el futuro trazado levantino del Ave. De haberlo firmado antes de las Pascuas de Navidad, le habrían llovido al ministro de Fomento pavos vivos, cestas con o sin jamón de cinco jotas, jamones de cinco jotas sin cesta, cajas de vino de Jerez, estuches generosos de mantecados y de polvorones. Y toda esta mercadería del agradecimiento le hubiera llegado a Alvarez Cascos precisamente a bordo del Ave, desde Sevilla. Pues no sabe el ministro de Fomento el peso que nos ha quitado de encima a los sevillanos con esta extensión del Ave por el Este peninsular. Menos mal que el Gobierno ha aprobado el Ave para todo el Reino de Valencia e islas adyacentes, a Cuenca, a Albacete, a Alicante y adonde haga falta, y hasta a Viva Cartagena, ¡viva! ¿Será por Ave? Menos mal que va sobre ruedas de alta velocidad el Ave a Málaga, que era la vaca que traía loca a Celia Villalobos en la Alcaldía de la capital de la Costa del Sol, y menos mal que Pujol está el primero en lista de espera para recibir el Ave en Barcelona. Menos mal que Toledo también tendrá su Ave. Y al Escorial y al Valle de los Caídos, que pongan otro Ave también. Ave a todos sitios, por favor, y cuanto antes. ¿Que por qué? Porque, hombre, así por fin los sevillanos podremos ir por España sin tener que pedir perdón por el Ave. Porque así, por fin, España entera dejará de echarnos en cara el Ave. Ya estábamos hartos de oír:
-- Hay que ver Felipe González, lo bien que os regaló el Ave. Mira cómo os lo llevó a sus paisanos antes que a nadie... Ea, menos mal que ahora no es Felipe González y que Aznar no le lleva al Ave a sus paisanos de Valladolid ni Alvarez Cascos a los suyos de Asturias. Extendido el Ave, se acabó la envidia a Sevilla...
Y se acabó, además, en buena hora, Sevilla como capital española del chuflerío de los programas televisivos del corazón donde sacan siempre a la ordinary people a pie de Ave, corriendo si hay que correr mientras empujan el carrito de las maletas y tratan de esquivar micrófonos y cámaras. Qué respiro, señores... Llegará el día en que saquen a Carmina Ordóñez y a Belén Esteban diciendo sus correspondientes tonterías y no será, ¡por fin!, en Sevilla, en Santa Justa, sino en la estación del Ave en Valencia, en Castellón, en Albacete. Para mí que han puesto el Ave hasta Cuenca para dar facilidades a los programas del corazón cuando José Luis Perales vaya a su tierra de fin de semana y así sucesivamente. En cuanto a lo de Valencia, está clarísimo. No es por las peticiones de Zaplana. Llevan el Ave a Valencia para dar facilidades a los perceptores del PER del famoseo, que hay que cobrar allí. Así irán directamente de la ventanilla del Ave a la ventanilla de Tómbola.
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