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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo,  miércoles 22 de septiembre  de 1999

NUEVO:  Andalucía, Sevilla y Cádiz en la Prensa digital de hoy


Desierta España

 

El AVE, en la estación de Santa Justa
El AVE, en la estación de Santa Justa

Igual que allá por el año de gracias y desgracias de 1992 fui de los primeros que en los vagones del AVE se fijó en la horterada colectiva de los teléfonos móviles y dijo que parecía que el tren de alta velocidad había sido invadido por la tribu de los indios motorolos, ahora, en las horas muertas entre Madrid y Sevilla, me he fijado en algo que no debe mover a la sonrisa, sino quizá a la desolación de la quimera. Verán.

De Santa Justa a estación de Atocha y viceversa he viajado en el AVE en todas las estaciones del año. He visto brotar la primavera en las breñas de Sierra Morena, dorar el otoño los chopos de las riveras del Guadalquivir y terminen ustedes mismos de construir las restantes estaciones en este párrafo, a la manera de Vivaldi mismo. He viajado temprano, con las claras del día, y al atardecer; en el hueco de la mañana y a la plácida hora de la siesta. Y nunca he visto a nadie trabajando en el campo, la bucólica y horaciana estampa, ya saben, del campesino con el azadón sacando los frutos de la tierra. Así, un viaje y otro viaje, kilómetros y kilómetros yermos y deshabitados, fueran de secano o de regadío, del valle o del monte, cercanos a las ciudades o alejados de los caminos. Casas deshabitadas, casillas abandonadas, cortijos hundidos. Si en las majadas hay ovejas, están sin más pastor que las guarde que las cercas metálicas. Por no hablar de ese monumento a la Arqueología Industrial que es el paso por Puertollano.

En el último viaje me he entretenido echando las cuentas. El AVE recorre, en números redondos, 500 kilómetros. A un lado y otro del tren, vayan unos paisajes de vega por otros de sierra, pongamos que puedes contemplar dos kilómetros de campo. Es decir, que en el viaje puedes contemplar 2.000 kilómetros cuadrados de España (con perdón por lo de España).2.000 kilómetros cuadrados de algodón y de remolacha, de alfalfa y de trigo duro, de olivos y encinas, de alcornocales y monte bajo... ¡sin que esté nadie nunca labrando la tierra! ¿Es que han tenido una especial puntería en el trazado del AVE, poniendo la vía por donde no hay nunca nadie en el campo? ¿O es, como me temo, que así está todo el campo español, abandonado a su suerte, y que el AVE es simplemente el seguro azar de una muestra aleatoria? El caso es que este campo tiene una gran producción para la economía española. Produce, por ejemplo, subvenciones de la Unión Europea, que como ustedes saben es el actual monocultivo de la agricultura española. El caso es que cuando sale la EPA, nos hablan de la población empleada en el campo. Será en otros campos, no en éstos que el AVE parte con su flecha de plata.

Bueno, la ultima vez sí vi a alguien. Pasado Córdoba, hacia Palma del Río, un tractorista roturando una rastrojera. Quizá ese solitario tractorista que vemos en las dos horas y media del AVE sea la excepción que confirma la regla de la desertizada España. Dicen que Almería se está desertizando. ¿Almería? La vía del AVE sí que es un desierto agrícola. Vamos, que por no haber, no hay ni un amigo de Loyola de Palacio recogiendo subvenciones de lino...

 

 

 


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