Igual que allá por el año de gracias y desgracias de 1992 fui de
los primeros que en los vagones del AVE se fijó en la horterada colectiva de los
teléfonos móviles y dijo que parecía que el tren de alta velocidad había sido invadido
por la tribu de los indios motorolos, ahora, en las horas muertas entre Madrid y Sevilla,
me he fijado en algo que no debe mover a la sonrisa, sino quizá a la desolación de la
quimera. Verán.
De Santa Justa a estación de Atocha y viceversa he viajado
en el AVE en todas las estaciones del año. He visto brotar la primavera en las breñas de
Sierra Morena, dorar el otoño los chopos de las riveras del Guadalquivir y terminen
ustedes mismos de construir las restantes estaciones en este párrafo, a la manera de
Vivaldi mismo. He viajado temprano, con las claras del día, y al atardecer; en el hueco
de la mañana y a la plácida hora de la siesta. Y nunca he visto a nadie trabajando en el
campo, la bucólica y horaciana estampa, ya saben, del campesino con el azadón sacando
los frutos de la tierra. Así, un viaje y otro viaje, kilómetros y kilómetros yermos y
deshabitados, fueran de secano o de regadío, del valle o del monte, cercanos a las
ciudades o alejados de los caminos. Casas deshabitadas, casillas abandonadas, cortijos
hundidos. Si en las majadas hay ovejas, están sin más pastor que las guarde que las
cercas metálicas. Por no hablar de ese monumento a la Arqueología Industrial que es el
paso por Puertollano.
En el último viaje me he entretenido echando las cuentas.
El AVE recorre, en números redondos, 500 kilómetros. A un lado y otro del tren, vayan
unos paisajes de vega por otros de sierra, pongamos que puedes contemplar dos kilómetros
de campo. Es decir, que en el viaje puedes contemplar 2.000 kilómetros cuadrados de
España (con perdón por lo de España).2.000 kilómetros cuadrados de algodón y de
remolacha, de alfalfa y de trigo duro, de olivos y encinas, de alcornocales y monte
bajo... ¡sin que esté nadie nunca labrando la tierra! ¿Es que han tenido una especial
puntería en el trazado del AVE, poniendo la vía por donde no hay nunca nadie en el
campo? ¿O es, como me temo, que así está todo el campo español, abandonado a su
suerte, y que el AVE es simplemente el seguro azar de una muestra aleatoria? El caso es
que este campo tiene una gran producción para la economía española. Produce, por
ejemplo, subvenciones de la Unión Europea, que como ustedes saben es el actual
monocultivo de la agricultura española. El caso es que cuando sale la EPA, nos hablan de
la población empleada en el campo. Será en otros campos, no en éstos que el AVE parte
con su flecha de plata.
Bueno, la ultima vez sí vi a alguien. Pasado Córdoba,
hacia Palma del Río, un tractorista roturando una rastrojera. Quizá ese solitario
tractorista que vemos en las dos horas y media del AVE sea la excepción que confirma la
regla de la desertizada España. Dicen que Almería se está desertizando. ¿Almería? La
vía del AVE sí que es un desierto agrícola. Vamos, que por no haber, no hay ni un amigo
de Loyola de Palacio recogiendo subvenciones de lino...