Memoria de Andalucía

El Mundo de Andalucía, sábado 10 de enero de 1998

Antonio Burgos

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Juan de Loxa y Manifiesto Canción del Sur

 

Como el "de Loja a Benamejí" de Antonio Vargas Heredia, flor de la raza calé, ¿no? Bueno, pues así: Loja, pero sin Benamejí. Y escrito de equis, Loxa. Así nos salía el nombre de aquel Juan de Loxa, genial, granadino, poeta, hombre de radio, editor de revistas, comprometido, como se decía, inquieto. Nunca supimos si se pronunciaba Juan de Loja, juanramonianamente, o Juan de Locsa, haciendo sonar el xilófono fonético de la equis. Nosotros seguimos pronunciando Juan de Locsa, ahora que lo vemos con su patriarcal mela blanca de profeta en su difícil tierra granadina, mentor de memorias lorquianas. Entonces era un avanzado, cuando tenía un programa en la Cope de Granada que todavía ni siquiera era la Cope, la Cope entonces era Radio Popular de tal sitio o Radio Popular de tal otro, y la Cope de Granada era Radio Popular de Granada, como Radio Popular de Sevilla ni siquiera era eso, Radio Popular de Sevilla todavía era Radio Vida, las inquietudes de una generación entera comprometida, entre las congregaciones marianas de los Jesuitas y la lectura de "Literatura Siglo XX y Cristianismo" de Charles Moeller.

Siempre me inquietó la capacidad de mirar al Norte que hubo entre los artistas de Granada. Cuando estaba de moda la poesía social, y en los versos de España mandaban por un lado los garcilacistas de García Nieto, del Café Gijón y de la revista "Poesía Española", y por el otro lado los de León, y "Espadaña", Victoriano Cremer, y en los dos bandos las rimadas soflamas prosaicas de Gabriel Celaya, en Granada hubo un grupo de poetas que, como un desafío, constituyó un grupo y una colección que se llamó "Veleta al Sur". Lo que consigno en honor de Rafael Guillén, de José Ladrón de Guevara, de Elena Martín Vivaldi. Andalucía, literariamente, apenas existía en Arcos de la Frontera, entre los Murciano y los Cuevas, en el Cádiz del "Platero" de Fernandito Quiñones, en el Jerez de Juan de la Plata y de Manuel Ríos Ruiz, entre "La Venencia" y el Centro de Estudios Flamencos, en la Málaga de los albaceas de Manolito Altolaguirre. Sobre todos estos grupos y revistas, aquella Veleta señalando al Sur desde Granada era como un desafío a unos gustos poéticas que se imponían desde el Norte, a la dictadura del poetariado de Madrid, a la Capilla Sixtina del Café Gijón. Mucho antes que la narrativa andaluza de los años 60 y 70 despertara una conciencia de Andalucía, este grupo poético de Granada tuvo una decidida voluntad de defensa de nuestra cultura y de nuestra tierra frente a olvidos y silencios impuestos desde el norte de Despeñaperros.

A los que supimos de sus inquietudes de joven poeta, Juan de Loxa nos recordó siempre a aquel otro grupo más veterano de Rafael Guillén y Elena Martín Vivaldi. Sin aquella Veleta no podíamos entender que en Granada, un poeta solitario, que animaba un programa de radio, sacara una idea aparentemente tan descabellada como una Nueva Canción Andaluza. La Nueva Narrativa Andaluza fue a nuestra autonomía como la Nova CanÇó a Cataluña. La infantería cultural del sentimiento autonómico que en Cataluña habían sido los cantantes estuvo constituida en Andalucía por los novelistas, por los ensayistas. Apunten estos cuatro libros, de los primerísimos años 70: "Noticia de Andalucía", de Alfonso Carlos Comín; "Andalucía, los siete círculos viciosos del subdesarrollo", de Nicolás Jesús Salas; "Andalucía, un mundo colonial", de Alfonso Grosso, y nuestro "Andalucía, ¿Tercer Mundo?" Creo que sin esos libros, más muchas novelas, más muchos artículos de periódicos, más "La Ilustración Regional", más "Tierras del Sur", más el teatro de La Cuadra, no habría sido posible el resurgir de la conciencia autonómica que habría de llevar al 4 de diciembre primero y al 28 de febrero después.

Pero en esta tierra tan musical faltaban los cantantes. No había nueva canción. Por la radio sólo sonaban los viejos cuplés. Mucho Rafael de León, mucho José Antonio Ochaíta, mucho Xandro Valerio, mucho Manuel López Quiroga, mucho Juan Solano. Pero ninguno, ay, era entonces de los nuestros... Con toda la Andalucía que llevaban dentro, nos hicieron creer que eran un producto de Franco, cuando los "Ojos verdes" habían mirado la España de la II República. Vivíamos de clichés progres, y sólo Juan de Loxa se atrevía a romperlos, llevando el nombre de Rafael de León al título de un libro de poemas. O inventando la maravillosa locura de Manifiesto Canción del Sur. ¿Fueron otros sus creadores y no Juan de Loxa? Quizá. Pero a mí quien me mandó una casé con el programa de Radio Popular de Granada fue Juan de Loxa. Quien me mandó las canciones de aquellos muchachos de Granada, con la guitarra y un billete de la Alsina, fue Juan de Loxa. Éramos unos pocos los que soñábamos que Andalucía tuviera su autonomía. Mirándonos en el espejo de Cataluña, la autonomía no nos cuadraba sin canción. No teníamos ni un mal Serrat. La copla andaluza había muerto, pero aún no había nacido la canción. Ni nueva ni vieja. No había canción. Decías canción andaluza y sonaba el disco del oyente con las "Cinco Farolas". Sólo estaban las proclamas, tan autonomistas, tan nuestras, tan de la verde y blanca, del granadino Manifiesto Canción del Sur. Juan de Loxa lo había lanzado porque tenía unas ideas muy personales. Era de los pocos que entonces se atrevían a decir que les gustaba más Doña Concha Piquer que Paco Ibáñez. Había que ser un héroe para proclamar entre la progresía que donde estuviera Doña Concha Piquer, que se quitara Paco Ibáñez...


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