Esto tendría que
estar escrito en verso, porque es en realidad un artículo de
pie quebrado. Sobre el pie que se ha roto Alfonso Guerra. Vaya
por Dios... Bueno, si a los agnósticos se les puede
acompañar en el sentimiento citando el nombre del Creador. En
caso contrario, iba a decir ese "salud" que usaban
en lugar de "adiós" los comunistas de antes del
pacto, no éstos del pacto después del pacto. Pero podría
parecer excesivo cachondeíto...
Guerra se ha roto
el tarso. Qué contradicción. De allí de Tarso era San
Pablo, aunque no sé si por Pablo Iglesias o por el Apóstol
de los Gentiles, lo paulino es lo más cercano a los
socialistas de todo el santoral cristiano. Eso de romperse el
tarso ocurre en las mejores familias. Hasta en la familia del
guerrismo, en la de Mienmano. La gente se rompe el tarso con
frecuencia, por diversas causas: un mal pie en la bañera, un
resbalón en la cocina. O la cáscara de plátano, que existen
en la realidad como un homenaje al cómic. La gente se rompe
el tarso esquiando, con la bicicleta, pasándose de maracas en
el gimnasio. En el squash o en el paddle. Hasta en el golf.
Sales malamente de un búnker, tropiezas en la arena, y, plas,
te rompes el tarso.
Pero los descritos
no son accidentes. Son ordinarieces. Guerra, que es un
intelectual exquisito, no podía romperse el pie como todo el
mundo. Guerra solamente podía rompérselo viendo "Muerte
en Venecia", oyendo a Mahler o cogiendo de la biblioteca
un tomo de las completas de Lope de Vega. De las tres formas
posibles, por un simple cálculo de probabilidades, ha sido de
la tercera y de aquella manera: al caerse de la escalerilla de
la biblioteca donde iba a coger un libro. Guerra no se puede
romper el pie en la escalera mecánica de un hipermercado,
porque es una ordinariez, ni en la escalera de un multicines,
porque ponen películas que no le interesan. Como Guerra es un
intelectual, solamente ha podido romperse el pie en la
escalera de la biblioteca. No es mala pata, es accidente
laboral de un intelectual. ¿Y saben lo que les digo? Que
tantos cuentos nos ha contado en toda su vida, que éste ya no
me lo creo... Anda ya, Alfonsito, con el cuento del envergue
de la biblioteca... Que yo sé que ha sido en chandal,
montando la barbacoa en la parcelita cuando acababas de regar
con la manguera y de pasar el cortacésped...