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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, jueves 11 de mayo del 2000


Quiero ser turista

Aunque son diez, como los de Dios, los nuevos mandamientos de Andalucía se encierran en dos: amar al turismo como a ti mismo y sobre todas las cosas no dar mala imagen. Si, por ejemplo, se topa usted en la calle con un atracador con la navaja en una mano y el síndrome de abstinencia en la otra, que le está quitando el bolso a una vieja, olvídese del atracador, del atraco, de la navaja, de la vieja, del bolso, del monedero y de la escobita de Fray Martín de Porres que probablemente llevará dentro y diga lo que es políticamente correcto:

-- Por favor, señor atracador, no haga usted esas cosas, que vamos a dar muy mala imagen de cara al turismo.

Igualmente, si ve a un niñato anillado con el pelo teñido de amarillo que le está pegando a su padre, no le diga eso tan antiguo de que pegar a un padre es lo más feo del mundo. Ponga en hora su reloj de lo políticamente correcto y lárguele:

-- Hijo, no le pegues a tu viejo, que vamos a dar muy mala imagen de cara al turismo...

Antes todo era de cara al 92. Ahora todo es de cara al turismo. De cara, lo que se dice cara, al turismo le estamos echando toda la cara del mundo. Hasta el punto de subvertir de y de volver como un calcetín todo un esquema de valores. En esta sociedad civil, el miedo a la mala imagen ha sustituido al santo temor de Dios. No importa que se robe, que se atraque, que se desvalijen coches, que se abuse sexualmente de las muchachas en las casapuertas, si todo queda entre nosotros. Tenemos tan mal concepto de nosotros mismos, que todos estos trapos sucios de la sociedad pueden ser lavados, aclarados y centrifugados de puertas adentro sin que pase nada, pero ojito con la niña como lo vea el turismo. Igual que en los libros escolares venía Dios representado por un triángulo entre nubes, con un inmenso ojo que todo lo veía, ahora somos contemplados a cada instante por el Polifemo enorme del turismo. Todo es a la mayor honra y gloria del turismo, y a los que vivimos aquí, que nos vayan dando, porque los únicos que parece que tienen derecho a vivir son los que viven del turismo, donde la tranquilidad y la paz son una materia prima, como bien sabe Rafael Román, el presidente de la Diputación Gaditana que con tanto sentido del humor comprende que le llame Franquito... (Aunque no sé si lo de Franquito es malo de cara al turismo, Rafael, en cuyo caso lo retiro inmediatamente.)

¿Que por qué digo todo esto del nuevo dios turístico al que debemos honor y gloria por los siglos de los siglos, el XX y el XXI, amen? Pues, hijo, porque el consejero de Turismo, José Hurtado, tras el chiste malo de leperos de convertir Lepe en una Covadonga contra la invasión musulmana, dice que esas cosas no deben ocurrir... porque dan mala imagen para el turismo. Y Emilio Carrillo, el inteligente concejal a quien elogié, me sale con que debemos guardar silencio sobre las carreras cofradieras en pelo y sobre las muertes reales en el Real de la Feria, porque vamos a espantar el turismo. Y el flotante Alfonso Seoane, en el puesto que tiene allí donde ahora aplica su principio de Arquímedes del cargo público, dice que nos vamos a cargar esto como destino turístico como sigamos así.

De todo lo cual se infiere que yo de mayor quiero ser turista. A nadie se cuida aquí tanto como al turista. Y a nosotros, que nos vayan dando... pero que no se vea, para no espantar al turismo.

ABEL INFANZON "LA ESE 30"

PUNTAS DEL DIAMANTE


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