Mi admirado
don Manuel Olivencia, verecundiae magister, como presidente
del jurado, le ha dado el premio Príncipe de Asturias de
Comunicación y Humanidades a Umberto Eco. Don Manuel, hombre,
mejor que el premio podían ustedes haber puesto una conferencia a
Miami para que Juan Villalonga le hubiera dado a este hombre un
teléfono móvil. Por pura coherencia con los nombres de las cosas
y con los nombres de la rosa, don Manuel. Por la parte de las
Humanidades, vale. Ahí va citado con mucho estilito, taraceado en
la prosa, el titulo de la novela genial de don Umberto, porque
aquí no somos ni apocalípticos ni integrados, y ahí va otro.
No, si el ISBN de Eco me lo sé así, enterito, pregúnteme lo que
quiera, profesor...
Lo digo,
ejemplar profesor Olivencia, por la parte de la Comunicación.
¿Usted se ha dado cuenta de que le han dado ustedes el premio de
la Comunicación a un señor que lo galardonan y no hay forma de
comunicar con él? Si le dan el premio de Comunicación, lo menos
que podía estar Eco era comunicando, para no dejar en ridículo
al jurado. Los periodistas de medio mundo y parte del otro medio
buscando a don Umberto y su secretaria venga a decir que el
semiólogo famoso ni está ni se le espera, que ha ido a hacer un
mandado. ¿No le ha pedido el cuerpo, don Manuel Olivencia, reunir
otra vez al jurado, y rectificar la decisión, y darle el premio
de Comunicación a la secretaria de Eco, que es la que de verdad
ha comunicado la pobre todo lo que tenía que comunicar, que no se
podía hablar con el premiado porque no tiene teléfono móvil?
Acabáramos,
hombre... Ya sé. Eureka, que era un chocolate de Cádiz: le han
dado ustedes el premio a Eco en plan libro Guinnes de las marcas
insólitas, porque se resiste el tío como gata panza arriba a
tener teléfono móvil. Eso de que un señor no tenga teléfono
móvil a estas alturas de curso es realmente digno de premio. Lo
de la semiótica es realmente secundario. Puede que Eco no pase a
la Historia por lo que cree, sino por ser el único italiano que
en el 2000 no tenía telefonino.