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Fue
senador y se le ha quedado planta de senador. Es más:
Antonio Fontán es lo que entendíamos por un senador,
antes que la Cámara Alta se llenara de niñatos por el
tercio del dedo de las autonomías. Senador suena a señor
hecho y derecho, maduro, que habla poco y que cuando
habla, pum, da en todo el bebe.
-- ¿Qué bebe?
-- Agua de
Guadalcanal, de donde es y donde tiene casa morada en la
propia Sierra del Agua, al pie del televisivo cerro de
Hamapega, en una villa como para película de Carlos
Saura, Villa Susana, la finca de los Fontán de
toda la vida: Eugenio el de la SER, Manolo el boticario y
Antonio el senador.
Soy paisano
consorte del senador, y deben aplicar, por tanto, la
oportuna corrección de tiro en el elogio, porque con
Fontán hace mucho tiempo que se me va la mano. Desde
cuando en la Facultad de Letras lo citaba Don Jesús
Arellano, su correligionario juanista de la Obra. O más
tarde, cuando me nombró corresponsal en Sevilla de su
trinchera periodística de la libertad, el
"Madrid". Me encantaría saber en qué
campamento del Frente de Juventudes estaban todos estos
que me llaman fascista cuando servidor andaba (con Manuel
Barrios, por cierto, otro carca peligroso) en los
calabozos de la Brigada Social de Creix, como el molesto
corresponsal del "Madrid" que informaba de las
huelgas de Comisiones, de las epidemias de cólera que la
dictadura disfrazaba de diarreas estivales, o de las
conferencias en el Círculo Juan XXIII de Córdoba.
Me alegra por
todas estas razones que, por fin, le hayan hecho justicia
a Antonio Fontán como héroe de la libertad de Prensa.
Fontán la ejercía cuando tenía mérito: en plena
dictadura. Vamos, que Fontán es lo que ahora se entiende
por un fascista: un señor que ejercía la crítica contra
el poder en 1970... y la sigue ejerciendo en el 2000. Lo
mejor que tuvo Fontán fue su capacidad de convocatoria en
torno al proyecto democrático del "Madrid". Si
me apuran, fue mucho más democrático que
"Triunfo", menos pegado a las faldas del PCE,
que eran las faldas de La Pasionaria. En el
"Madrid" estuvo todo lo que luego fue: de los
Tácitos a Izquierda Democrática, de Comisiones al PSP,
pasando, por supuesto, por su hijo el
"Informaciones" y sus nietos "El
Mundo" y "El País". Quizá por eso al
senador Fontán se le haya quedado esa pinta como de
abuelete de las libertades. Todos los que ejercemos la
bendita libertad de Prensa hoy en España somos un poco
nietos naturales de un abuelo soltero.
Que sabe latín.
No el que enseña como catedrático, sino el que ejerce
como follaor. Lo siento, Antonio, pero, a pesar del Opus,
eres follaor, gentilicio de la gente de Guadalcanal. Y
como follaor, tiene retranca serrana, esa media sonrisa
que nunca llega a la carcajada pero que nunca pone una
mala cara. Ni cuando la dictadura le dinamitó el
"Madrid". Ha tenido que ser fuera, como siempre,
donde reconozcan los méritos de Fontán. Si no hubiera
sido por la IPI, aquí le hubiéramos seguido escatimando
hasta el agua. El agua de su Guadalcanal, donde siempre
vuelve, a los olivos de Villa Susana, para decirme:
-- ¿Sabes que
esta Semana Santa en Guadalcanal sacaron al Señor en
Santo Entierro antes de crucificarlo?
De crucificar con
olvidos y silencios sabe tela Fontán. Latín. Pero como
es serrano y con retranca, saca esa sonrisa paciente, como
copiada de la Virgen de Guaditoca...
Biografía
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