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De
entrada y antes de que caigan moscas, todos mis respetos para
los maestros, o profesores de EGB, o como quieran que les
pongan, que luego llueven las protestas en las cartas al
director y no tiene Francisco Rosell el lejío para esas eras.
Son todos extraordinarias personas y competentísimos en lo
suyo. Sentado lo cual, una pregunta de Física recreativa:
¿sabe usted en qué día de la semana se reúne el Consejo de
Gobierno de la Junta de Andalucía? No, padre. Y, por el
contrario, ¿sabe usted en qué día de la semana se reúne el
Consejo de Ministros del Gobierno? Sí, los viernes. Primera
aproximación y centena al tema que nos ocupa. Es tal el
interés general de lo acordado semanalmente por el Consejo de
Gobierno, vulgo Junta, y es tal la preocupación de los
andaluces por los asuntos autonómicos, que aquí no sabemos ni
qué día se reúnen los consejeros en San Telmo para aprobar
cosas y nombrar cargos. ¿Quiénes son los consejeros? Esa es
otra. Nos creemos los escribientes que las gentes saben, por
ejemplo, quién es Magdalena Alvarez, y la verdad es que la
única magdalena que les suena es la Magdalena La Bella Easo que
compraremos a las 12 de la noche en esas tiendas de los
desavíos que va a abrir El Corte Inglés. Enhorabuena, Javier
Peinado: dale mi felicitación a Isidoro Alvarez porque habéis
inventado la tienda de los desavíos. No, si a este paso un día
vais a inventar la rueda...
Pese al desinterés
general, me he tomado el trabajo de leer la letra chica de la
referencia de los acuerdos del Consejo de Gobierno, vulgo Junta,
que ayer venía en estas mismas hojas. La verdad que los
acuerdos no son para apasionar a nadie. Burocracia pura y dura.
Meros balduques de la covachuela de la descentralización
administrativa. Y entre los acuerdos, el que yo llamaría
acuerdo-tipo: nombran delegado en Cádiz de la Consejería de
Agricultura a un señor que sabe mucho de campo... por los
cojones. A un maestro nacional del PSOE, que es concejal en
Bornos. Tenemos la Junta de los maestros como antes tuvimos los
Ayuntamientos democráticos de los maestros. No se ha dicho que
el rasgo fundamental del triunfo de las tesis autonómicas del
28-F en Andalucía fue que los abogados de la UCD perdieron el
poder, y que lo conquistaron los maestros del PSOE. ¿Cuántos
maestros son concejales en los pueblos andaluces? Y de las
concejalías de pueblo, ¿cuántos saltaron a cargos en las
delegaciones de las Consejerías de la Junta, a las empresas
publicas, incluso al puesto (de pipas) de consejero? Elevaron a
miles de maestros al límite de sus incapacidades en los
nombramientos políticos. Sé, naturalmente, que la excepción
es ese maestro de Bornos que a partir de ahora habrá de
ocuparse, por ejemplo, de algo con tan poca importancia en
nuestra economía como las viñas del Marco de Jerez. Ese
maestro de Bornos sabe tela de Agricultura. Incluso creo que,
sin preguntar, distingue una encina de un alcornoque y un olivo
de un acebuche, si sabrá de campo. Pero en otros casos, se
explica perfectamente el desastre administrativo andaluz, esos
millones presupuestados que se quedan cada ejercicio sin
invertir. Con todos los respetos para los maestros, estamos en
manos de una manta de paniaguados bastante considerable, sin
mayor mérito que el carné del PSOE. Aquí, verbigracia, las
nuevas tecnologías dependen de un entrenador de fútbol. Pero
no de Camacho, sino de un entrenador de Tercera Regional. Esa es
quizá la clave. Tenemos una autonomía de Tercera Regional en
manos de maestros de Local Preferente.
Biografía de
Antonio Burgos
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