No se lo he preguntado a nadie de Triana, ni de esa Triana desterrada fuera del Arrabal y Guarda que es en gran parte El Tiro de Línea. Pero si tal lo hiciera a un trianero viejo, qué le parece todo esto de las negociaciones entre los partidos y de los pactos para ver qué hacen unos señores con los votos de todos nosotros, dándoles un destino que en muchas ocasiones no quieren lo pasteleado por esos negociantes de voluntades ajenas, seguro que me decía:

-- Ná, que aquí se está ventilando si nos gobiernan los pelusos o no nos gobiernan los pelusos.

-- ¿Cómo dice usted?

-- Sí, hombre: que como los pelusos han sacado tantos votos...

Lo de pelusos es precioso. Y tela de clásico. Y sevillanísimo. Y trianerísimo. Aunque se trata de una voz completamente perdida, muy nuestra. Que muchos lectores habrán recordado de su infancia, de su colegio, de sus juegos en la calle con los otros chiquillos de trompo, piola y billarda en cuanto la hayan leído aquí escrita. Hasta había una cancioncilla que, a modo de "dar la renta" (que era un golpetazo en el cogote a los que se veía a leguas que se acababan de pelar, por cómo traían de niquelado el cuello), cantársele solía a los amigotes de la pandilla que venían del barbero. Decía así, en una especie de diálogo, que se decía con un semitonado:

"¿Dónde te has pelao?

En casa de Leal.

¿Cuánto te ha costado?

Un real, un real.

¡Ra,ra,ra, so peluso!"

¿Era el "peluso" sevillano como el "pelado" mexicano, una voz de ida y vuelta, de la orilla sevillana del Puerto y Puerta de las Indias a la Nueva España? En el DRAE viene una tercera acepción de "pelado" que es como el sevillano "bollado": "Pobre o sin dinero". Pero hay una sexta, de uso centroamericano y mexicano, que es "persona de las capas sociales menos pudientes y de inferior cultura". ¿Es el pelado mexicano, entonces, el peluso sevillano? Alcalá Venceslada, en su "Vocabulario Andaluz" nos da dos definiciones. Una, "cicatero, descuidado", con este ejemplo: "Ese es muy peluso y no convida a nadie". Y otra como "persona de mal pelaje", con esta otro ejemplo: "Iba tan peluso que no lo conocí". Para mí que ninguna de las dos cuadra en Sevilla, por la tendencia que tiene siempre Alcalá Venceslada a recoger significados no precisamente de nuestra Andalucía la Baja, sino de su Alta Andalucía de Jaén

El peluso sevillano de toda la vida es... Pues eso: el don nadie, el chisgarabís, el chiquichanca, el jarrillolata. Lo último de lo peor. Y aunque "peluso" es palabra antigua, ahora hay por Sevilla pelusos a miles. Lo que pasa es que no les llaman pelusos, sino antisistemas, perroflautas y tal y tal. Los pelusos, indignados, agrupados y crecidos tras el famoso 15-M de la Puerta del Sol o de las escalinatas de Las Setas, no vean ustedes la que han liado en la estabilidad del sistema democrático y en la alternancia de partidos con que se había consolidado la democracia desde la Transición, al modo de una segunda edición de la Restauración con sus liberales y conservadores. Hay partidos de pelusos, organizaciones de pelusos y, lo que es más sintomático, votantes de pelusos. A miles. Si usted me trajera ahora los últimos datos de las elecciones municipales en Sevilla, yo le podría decir exactamente el número de pelusos que hay en nuestra ciudad, sin ánimo de señalar. O al menos, de simpatizantes y votantes de los pelusos. De los que quieren que los pelusos lleguen al poder. Al que los pelusos llamaban hasta ahora La Casta. Pero es que resulta que como esto va camino de convertirse en una Pelusocracia, los pelusos son ya parte de la Casta. La Casta de los Pelusos. ¿A que suena a libro de poemas de Luis Chamizo, como Miajón de los Castúos ? Pues no: es una desgracia como otra cualquiera que el día menos pensado nos llega para gobernarnos, por culpa de diabólico sistema electoral y de los puñeteros pactos.

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