ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 2 de octubre de 2015                 
                                
 

Papelón de pedacitos

Si será prospera nuestra sociedad y si Sevilla nadará (a la cuchilleta) en la abundancia, que en las freidurías ya no venden pedacitos. ¿Qué eran pedacitos? Las sobras del pescado tras su corte para freír. Y en Cádiz, ciudad hermana, hija también de Hércules, hasta había en los freidores, nombre local de las freidurías, algo más de tiesos: las mijitas. Las mijitas eran las sobras gaditanas de los pedacitos sevillanos. Las más de las veces, simples trozos de harina frita. Harina de garbanzo, obviamente, que es la que se usa en Cádiz, de ahí el secreto supremo de sus freidores. "Mijitas del Freidor" llamó Fernando Quiñones a una memorable sección que mantuvo en el Diario de Cádiz. Y a Gonzalo Córdoba, el creador de El Faro de la calle San Félix, el pescadero que empezó el imperio gastronómico de Cádiz, le oí llamar a las deliciosas mijitas de sus lenguados de estero o de piedra fritos y servidos en bandeja de acero inoxidable con una palabra preciosa, que no he vuelto a escuchar: "pipirigañas". A mí me encantaban los trozos de harina bien frititos de los lenguados que me servía Gonzalo, siempre bien despachados de pipirigañas. Bueno, pues el artículo de hoy va de eso: pipirigañas del freidor de la actualidad sevillana, o papelón de pedacitos de mi freidura de cabecera: La Isla de mi calle de La Mar. Así que vamos al lío del cuatro y mitad de pedacitos de actualidad:

Memoria de la Gavidia.- Hay algo más feo que pegarle a un padre: la calle Imagen. Pero hay algo más feo todavía que la calle Imagen: ciertos trozos de la Avenida de Reina Mercedes. Y algo incluso más feo que Reina Mercedes a la altura de la esquina de Marqués de Luca de Tena: algunos tramos de la calle Asunción. Bueno, pues todo eso es de Hernán Ruiz o de Juan de Oviedo comparado con lo feísimo que es el antiguo edificio de la Jefatura Superior de Policía. Que le llaman "La Gavidia", cuando aquello no es La Gavidia. La Gavidia es donde está Daoiz con su zapatón del número 50 por lo menos, que yo no sé cómo encontraba calzado de su medida ese héroe de la Patria. Con la de mamarrachos que hay en Sevilla, de la Torre Pelli a las Setas, la cuestión ahora es si derriban el edificio de la Policía de la mal llamada Gavidia (que es la Plaza de la Concordia que rotuló así el alcalde Uruñuela sobre el solar del Cuartel de Soria), o si no lo echan abajo. Yo no sólo no lo derribaba, cosa que parece que no va a ocurrir, sino que lo declaraba monumento en aplicación de la Memoria de Sevilla. En aquellos calabozos de la Gavidia dormimos más de una noche los que en plena dictadura pedíamos las libertades que nos devolvió el Rey Nuestro Señor: ¿verdad, Eduardo Saborido; verdad, Alejandro Rojas Marcos; verdad, Amparo Rubiales? La flor y nada de los cuatro gatos que entonces pedíamos la democracia pernoctó en aquellos calabozos medievales, ¿verdad, Juan Holgado Mejías?, y pasó horas nada amables en los interrogatorios de la Brigada Social. Nada más que por eso, aquello hay que mantenerlo. Y que poner una placa recordándolo. Que los que éramos entonces tachados de rojos por decir exactamente las mismas cosas por las que ahora nos llaman fachas (esto es, por ser libres y ejercerlo) dormimos en los calabozos de aquel edificio horroroso, y más espantoso todavía con la Brigada Social dentro y la cárcel de Ranilla y el Tribunal de Orden Público en el horizonte.

Espadizoido.- Cuando Zoido cortó sin causa justificada los árboles de Almirante Lobo dije que no era un arboricidio, sino un arborizoido. Bueno, pues ahora hay "Espadizoidos", que son árboles cortados por Espadas, que sigue con la motosierra dale que te pego, talando el patrimonio vegetal de la ciudad, como los alrededores de la Torre Pella, que los está dejando como la palma de la mano. Vamos, en plan Almirante Lobo total. Lo que confirma mi tesis: hacer mamarrachadas y tonterías es algo consustancial con la Alcaldía de Sevilla. Lo da el cargo. Las hacen todos los alcaldes, sean del partido que fueren y en la época que sea. Y si es sacrificar gatos del Zoosanitario, pues ni te cuento. Allí siguen matando gatos, en vez constituir, como Espadas prometió, castradas, controladas, vacunadas y desparasitadas colonias urbanas gatunas, que son las que demuestran la cultura de una ciudad. Y Sansespadó, que es la versiòin actual del famoso Sanseacabó currista.

 

 

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