ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 17 de diciembre  de 2015                 
                             
 

Uclés cierra

Anda, pues ahora caigo en la cuenta: desgraciadamente, me he inventado un género periodístico. En Periodismo estaban los géneros clásicos: reportaje, entrevista, artículo, editorial, obituario o necrológica... Y me doy cuenta de que he creado una variante sevillana del obituario: el gorigori por un comercio perdido. En el caso que nos ocupa, aún no ha fallecido, pero vive sus últimas horas. Un clásico del comercio sevillano que cierra. Como cerró Félix Pozo, como cerró la Joyería Ruiz en Sierpes. Muy cerca del Bazar Victoria, otro clásico que cayó a manos del pulido y abrillantado Cuarto Rey Mago de Sevilla, que lleva en su carroza no bolsas de caramelos, sino de parné para comprar voluntades y cerrar bocas en forma de patrocinios o subvenciones. Este clásico comercio sevillano al que dedicamos este obituario adelantado en plan topicazo del título de García Márquez, gorigori de una muerte anunciada, es Uclés. Un amigo con vínculos familiares con quienes lo mantenían con sus exquisiteces y delicadezas de seda y pura lana virgen nos manda un aviso. Como ese médico que en la clínica te echa el brazo por el hombro y te anuncia que el ser querido se nos va irremediablemente. Me dice: "El 31 de diciembre cierra Uclés. Es otro comercio tradicional que se nos va, en un proceso imparable. El centro es un lugar de paseo de la gente de los barrios que acceden por el Metro y por los autobuses del Prado-Tranvía,que no compran nada; a lo sumo toman una cerveza. Me dicen que las franquicias tampoco venden, pero utilizan el centro de escaparate publicitario, para luego vender en los centros comerciales".

El caso es que Uclés está, ay, en liquidación por cierre. Un trozo exquisito del comercio tradicional se nos va para siempre. Otro paso más en la degradación del centro comercial de Sevilla. Dos trancos largos en la vulgarización de un entorno histórico, la Plaza del Salvador, convertida en una continua botellona, donde se forma tal bulla que, como en la palma de la Giralda, parece que siempre es Domingo de Ramos y va a salir La Borriquita.

Con Uclés se nos va otro trozo de este refinadísimo Londres interior del comercio tradicional y de los oficios de Sevilla. El que mantiene la relojería de Ramiro en la calle Monardes. Donde Fernando Ávila, con su metro amarillo al cuello, toisón de oro de los maestros alfayates, convierte en Savile Row la calle Sauceda. El Londres interior de los relojes de la fachada de El Cronómetro, del escaparate de Galán, de los jipijapas de Maquedano, de las listas de boda en la Joyería Reyes, de los chicarros de mi zapatera en Calzados Catedral. Ya quisieran en Bond Street tener esos comercios. Como en la parte alta de Alvarez Quintero, ya junto al Salvador, estaba nuestro Uclés de toda la vida, donde se compraron tantos regalos para novias que ya son abuelas; de donde tantas madres se llevaron esos calcetines de lana inglesa tan buenos para los fríos de sus hijos en el internado de Villafranca. El Uclés de toda la vida. El que resistió cuando hasta el cercano Paraíso se fue a los infiernos del traspaso al mal gusto que ha conquistado un Salvador al que ya no salva nadie de la horterada de la hamburguesa y la pizza. El primer día de 2016 habrá una bandera a media asta al final de Entrecárceles, llegando al Salvador. Donde en media tienda ponía la muestra de "Uclés" y el mármol de la otra media conservaba el antiguo rótulo: "La Palma, Guantería". Murió don Guillermo Uclés y ahora don Rafael Uclés, todo un caballero de la Real Maestranza del Comercio de Sevilla, tiene que vivir el inmenso dolor de echar para siempre el cierre, bajo la guillotina de la Ley de Arrendamientos Urbanos. Mantuvo el señorío de una tienda tradicional y clásica, en una Sevilla a la que cada día, ay, también le escribimos su gorigori. Cuando me despierte tras la Nochevieja y me ponga mi bata roja de seda natural con estampados de cachemira, como de torero que se está vistiendo en el Hotel Colón, miraré su blanca etiqueta: "Uclés, Sevilla". Será como la primera lágrima del año por esta ciudad que está expirando, herida de muerte por la chabacanería y el mal gusto.

 

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