ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 7 de abril  de 2016               
                             
 

Artículo y artícula

Aunque suelo pasarme por el mismísimo Arco del Postigo lo que dice la Junta y la imposición represiva de los dogmas civiles de lo políticamente correcto, por una sola vez y sin que sirva de precedente ni de precedenta, voy a cumplir las normas y los normos de estos señores y señoras que viven a costa y a costo de la bandera y del bandero de Andalucía y de Andalucío. Hoy voy a escribir un artículo y artícula. Cumplo así las recomendaciones y recomendacionas de la Consejería y del Consejerío de Educación y de Educaciona, que ha prohibido y prohibida a los profesores y profesoras que usen el plural genérico que establece la Real Academia y el Real...iba a decir Madrid, que es lo me sale en lugar de Academio, pues para el caso y la casa es lo mismo y la misma, puesto que la RAE y el RAE cada vez está más condescendiente y condescendienta con todas las concesiones y concesionas al lenguaje y a la lenguaja de lo políticamente correcto y correcta, ante lo que se baja los pantalones y las pantalonas.

Así como me estoy digiriendo hoy a mis lectores y lectoras tendría que hacerlo a mis alumnos y alumnas si fuera profesor o profesora y cumpliera la normas y normos de la Junta y del Junto (a los ERE). Como no lo soy, diré por derecho que aparte de que estas imposiciones de la Junta me parecen dictatoriales (mucho más que las directrices de la dictadura sobre la enseñanza), eso del "uso sexista de la lengua" que prohibe la Junta me suena fatal. Eso del "uso sexista de la lengua" me suena a las que Chiquito de la Calzada llama "guarreridas" españolas. A cierto número obsceno, el 69, con el que parece que han herrado (con hache, no de error, sino de encaste Domecq) a estos dictadores de lo políticamente correcto.

Y voy a lo mismo que ayer. ¿De verdad que el problema más importante de Sevilla es que Utrera Molina tenga una calle? ¿De verdad que el problema más importante de la enseñanza en Andalucía es que los maestros digan "los alumnos", en vez de "los alumnos y las alumnas" o "el alumnado"? ¿De verdad que el principal problema de la enseñanza en Andalucía es que los profesores digan "los andaluces", como se canta en el himno, en vez de "los andazules y las andazulas", que decía Manuel Chaves, o en vez de "la población andaluza". Aparte de quitarle la silla y segarle la hierba bajo los pies a Sánchez, ¿de verdad esto es lo que más preocupa a Susana Díaz en materia de enseñanza? Vamos, como si Andalucía no diera los mayores índices continentales de fracaso escolar. Y como si en ese informe que tiene nombre de polígono industrial de Mairena del Aljarafe, el PISA (morena, PISA con garbo, que un relicario etcétera), Andalucía no estuviera siempre en la clasificación en puestos de descenso a la Segunda del Tercer Mundo, con muchas más fatiguitas que nuestro Betis, que ya es decir.

Pues nada. Esto es lo que se impone, y facha el que no entre por el aro y por el ara del sacrificio del rigor en el uso de un español riquísimo de léxico y de sintaxis cual el andaluz, raíz por cierto de la lengua que se habla en toda Hispanoamérica, donde los galeones del Puerto y Puerta de Indias (¿verdad, Vaz de Soto?) llevaron la norma fonética y sintáctica de Sevilla, no la de Madrissssss.

Esto es lo que preocupa a la Junta, y no la defensa del habla andaluza, como les manda el Estatuto y no cumplen. Más que enseñar a los niños a decir "la población andaluza" en vez de "los andaluces", tendrían que instruirlos en ortografía y trasmitirles el orgullo de hablar en nuestra riquísima variedad del español, tan expresiva, tan sonora, tan creativa. A estos señores y señoras que viven de Andalucía sin creer en ella tendría que preocuparles el problema de las aulas, que dan el cante por caracoles: sí, que haya tantos niños estudiando en caracolas y caracoles. Y que se dejaran de tonterías de las "guarreridas" españolas de las imposiciones dictatoriales y antigramaticales contra "el uso sexista de la lengua".

Y que no hicieran más el gilipollos.

Y el gilipollas.

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