ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 29 de abril  de 2016               
                             
 

Mangazus Romanus

La noticia ya la conocerán, pero no su comentario, que les doy "gratis et amore", ya que de cuestión latina de la Bética se trata. En el termino municipal con mayor "renta per capita" de España y con las aceras más abandonadas para que los paseantes se peguen el jardazo por culpa de las losetas sueltas y se rompan los brazos, o sea, en Tomares, han aparecido 19 ánforas, 19, que contenían no aceite de los olivos de la Bética como las que formaron el Monte Testaccio en Roma y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras puso en su escudo. Ni contenían mosto nuevo de Umbrete que llevaban las galeras hasta Ostia, ese puerto con nombre de blasfemia, para que los romanos se pusieran como Ortega Cano, "muy a gustito", y para que se cumpliera el consejo del Marqués de las Cabriolas que tradujo Cicerón: "Bebe a gusto y orvía los disgustos". No, las aparecidas en Tomares han sido 19 ánforas, 19, llenas de monedas de bronce. Con el peso de un toro de Miura para cerrar la Feria y que los clarineros floreen su último toque de cambio de tercio: con 600 kilos, 600, de monedas romanas de bronce del siglo IV d.C.

-- Oiga usted: este "d.C." que ha escrito usted, ¿significa "después de Curro", como pone Antonio Esquivias en su cartel de Feria de cada año, pues lleva las devotas cuentas de "lo de La Algaba", como Peris las del ínminente cincuentenario de los 6 toros de Urquijo?

No, "d.C." es "después de Cristo". Más o menos del tiempo de Teodosio, el emperador romano que tenía nombre de calle con consultas de médicos en el barrio de San Vicente, y que la gente olvida que según algunos era tan sevillano, por italicense, como sus colegas Trajano o Adriano. "Aquellos duros antiguos/ que tanto en Cádiz/ dieron que hablar" van a ser nada al lado de lo que la gente va a largar sobre estas monedas romanas, por el lugar donde las han hallado. Que no ha sido "a la orillita del mar", sino junto al Club Zaudín. O sea, en el Aljarafe del Taco. Donde los buenos chaleres, que es el plural sevillano de chalet. Y del mismo modo que la Giralda tiene cimientos romanos que pueden verse en su base, para mí que muchos chaleres del taco de las urbanizaciones de lujo del Aljarafe (como la mentada de El Zaudín, Las Canteras o aquel Simón Verde que le costó un disgusto a Escuredo) están edificados sobre los restos de las villas romanas de los que estaban colocados con un sueldazo y tela de poder en la "Contio Baeticae", que era la Junta de Andalucía de la época. No estaban las ánforas en una humilde casa de Itálica, no, sino donde las lujosas villas con piscina de los romanos que gobernaban el Senatus Populusque Baeticus (SPQB).

De ahí que los 600 kilos de monedas estuvieran en "flor de cuño". Que aunque suene a marca de buen puro habano de Vuelta Abajo para encenderlo en los toros, por mi compañero de Academia y gran especialista en Numismática don Ramón Serrera Contreras sé que son monedas sin estrenar, sin haber tenido curso. Nuevecitas, vamos, como las que te dan los ventanilleros de los bancos en los cambios. ¿Qué romano tenía guardadas en su villa monedas como para asar una vaca? ¿Era el mangazo que un romano trincón había pegado en el SPQB, con los ERE de la época? Esto debe de darlo la tierra. En su centenario hemos caído en la cuenta de que a Cervantes lo metieron en la Cárcel Real de la calle Sierpes por Prototrincón de los ERE: por quedarse con el dinero público de las alcabalas que recaudaba. Deben los historiadores profundizar en esos 600 kilos de monedas de El Zaudín. Seguro que eran de un tío sinvergonzón del SPQB que se las quedó, nuevecitas: el clásico Mangazus Romanus. Que era como los de los ERE y los cursos de formación, pero con los armaos de la Centuria deteniendo al tío como imputado al final, sin que nadie hasta ahora hubiera podido encontrar dónde tenía el gachó escondida la tela del telón del clásico Mangazus Romanus Hispalensis. Que como habrán comprobado tiene ilustres antecedentes históricos, de Roma a Cervantes, y tiro porque me toca, hasta nuestros días.

 

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