ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 27 de junio  de 2016               
                             
 

Pablexit

La única duda que tenía era sobre marcas. No sobre marcas blancas, bosques verdes y hacendados varios de los comunistas de la nueva observancia de Podemos y su mareas, que ahora son mareas vacías. Era sobre la marca del pan y de las tortas. Si el pan iba a ser de Polvillo o del hoy atribulado Horno de San Buenaventura. Y si las tortas iban a ser de Inés Rosales o de Upita de los Reyes. Porque creía que yendo a las urnas con los mismísimos candidatos que en vísperas de la Lotería de Navidad, quizá íbamos a tener que cantar con Juanito Valderrama lo de "Adiós, mi Espada querida/dentro de mi alma/te llevo metía". Porque es donde parecía que nos iba a quedar lo que entendemos por España: dentro del alma. Porque todo apuntaba a que íbamos a hacer un pan con unas tortas en esta absurda repetición de elecciones de unos señores que no se pusieron se acuerdo, porque colocaron sus pétreos egos respectivos por encima de los intereses de la Patria. ¿Eh, como se les queda el cuerpo con esto de "los intereses de la Patria" que me acaba de salir, tan de las Cortes de 1812, y que pongo aquí como un "Viva la Pepa" en homenaje al Cádiz C.F., que anoche subió a Segunda División, pues le ganaron al Hércules los que precisamente tienen a Hércules en el escudo de la ciudad y del club del "me han dicho que el amarillo"?

Pero gracias a Dios mi futuro como avidinador de los futuros políticos tiene menos porvenir que la Banda de Salteras en la Hermandad del Silencio. Sea gobernable España o no lo sea (que de los pactos sabemos que aún todo puede esperarse), lo más tranquilizador es la ahogaílla que a los emergentes les han dado los grandes partidos de siempre y las personas de orden. O sea, los que no están por la labor de romper esa España resultante de la Constitución de 1978 que se construyó sobre la reconciliación, la paz, la piedad, el perdón y el olvido...que Zapatero se encargó de romper, permitiendo que aparecieran los perroflautas de las tiendas Quechua de Decathlon en la Puerta del Sol del 15-M, y que se consolidaran como un amenazante partido que quería dejar esto como Venezuela, según unos, o como Cuba, según otros.

Resumo: lo que para muchos iba a ser el Rajexit ha sido a la larga el Pablexit. El que ha quedado como Cagancho en Almagro (sin las berenjenas de Casa Salazar en la calle García de Vinuesa), no ha sido Rajoy, sino El Coletas y su Gatillazzzzo del Sorpassssso. ¿Usted se acuerda del sumergible de Isaac Peral? Pues así se ha hundido el principal y más jaleado "partido emergente", Podemos, totalmente inmerso en la ansiedad, angustia y desesperación, por decirlo en palabras de un bolero, que siempre queda muy bien. La gente se ha mirado en el espejo del Brexit y ha dicho sobre los populismos suicidas lo que hasta ahora pensaban sólo los políticos que no consiguieron el pacto tras las lecciones de diciembre: que los experimentos, con gaseosa. Una de las cosas que más me alegra de este Pablexit, a quien hay que pedirle ahora la dimisión, no a Rajoy, es que no ha salido diputado el Ex Jemad berrendo en felón que mandaron de paracaidista como cabeza de lista a Almería.

Y al final, pero no lo último, la fase menguante en que ha entrado la buena estrella de Susana Díaz. A partir de ahora hay menos esperanzas (de Triana, por supuesto) de que mande tela en el PSOE para evitar las posibles locuras en los pactos de Castejón, pues en nuestra tierra ha perdido escaños y votos frente a un PP por el que nadie daba un duro, con la emergencia de Podemos y con Kichi en Cádiz-Cádiz. Donde, por cierto, las elecciones las ha ganado el PP, no el Podemos del Kicki. Así que quizá junto al Pablexit quizá haya comenzado también el Kichexit. Y me alegra, sobre todo, que nos quitemos de enmedio esa espantosa palabra que no se les ha caído de la boca a los hablantes de Tertulianés. Me refiero al "sorpasso". Ni el PSOE ha adelantado (que así se dice en español) al PP, ni Podemos al PSOE. Aquí no queda más que Sor Paso. Que yo creo que es el pseudónimo electoral que usaba la Monja Jartible argentina, esa señora pesada, pesada, pesada.

 

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