ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  1 de noviembre de 2016
                             
 

El helado de Sor Ángela

Como de esos lirios del campo que salen en el Evangelio y que, peregrinos, no pisan los bueyes en las sevillanas de Manuel Pareja-Obregón, la Divina Providencia cuida de las Hermanas de la Cruz por mano de Sevilla. Anónimamente. En silencio. Las Hermanas de la Cruz van siempre en silencio, como el Señor de Sevilla que pronto las visitará en su casa. ¡Y cómo sonarán entonces los cantados rezos de tocas blancas en el zaguán de la casa de Villalón! El Gran Poder y las Hermanas de la Cruz llevan al alba el mismo silencio, cuando vienen El uno de su estación de penitencia y las otras, por parejas nombradas, la que habla y la que no, de la vela de un enfermo. El Gran Poder y las Hermanas de la Cruz llevan la alegría a las penas de Sevilla con el silencio de un racheo de alpargatas.

Hablo de las Hermanas de la Cruz como de alguien de la familia. Lo son. Allí profesó mi tía Pepa Burgos Carmona, que era zapatera como Sor Angela. Dejó de ser nuestra Tía Pepa y fue Sor Patrocinio de la Cruz por esos pueblos donde la Compañía atiende enfermos y escolariza niñas. Antes de irse para siempre junto a las eternas violetas de su santa fundadora, tuvo la dicha de recibirnos una mañana a todos sus sobrinos juntos, en la casa profesa. Y cuando íbamos a darle un beso, como siempre, a la Tía Pepa, la que vivía en el corral de la calle Pedro Miguel, nos encontramos con la divina sorpresa de que Sor Patrocinio de la Cruz nos ponía ante la boca a todos sus sobrinos el Crucifijo que al pecho de su hábito llevaba. Para que besáramos a Aquel al que entregó su vida a través de sus pobres y necesitados.

Sevilla sabe estas cosas, y por eso nunca deja solas a las Hermanas de la Cruz. En el silencio de sus alpargatas, Sevilla les manda cuanto necesitan. En dinero y en especie. ¿Cuántos son los anónimos donantes para las Hermanas de la Cruz? Miles. Todos desconocidos, que la mano izquierda no sabe lo que la derecha hace, mandarles calamares para el almuerzo, embutidos, garbanzos, cuarteladas de fruta. Todo un desconocido y colectivo banco de alimentos para ellas solas, mantenido por los devotos de Sor Ángela. Una de estas secretas y espléndidas donantes es Reyes. En sus momentos de tribulación, Reyes se va directamente a ver a Sor Ángela para pedirle consuelo. Sor Ángela nunca abandona a sus devotas, ¿verdad, jefa Isabel? Por eso, la otra tarde, Reyes llevó a su nieta Fernanda a presentársela a Sor Angela, en la intimidad de esa capilla de los silencios y de las peticiones escritas a la santa, primas de los papelitos que le dejan al Gran Poder bajo su Sagrado Talón. La nieta de Reyes es una deliciosa piruja que todavía ni va a la guarde, pero más linda y lista que nadie. Antes de entrar con ella de la mano a la capilla de Sor Angela, pasado el portalón del convento donde tantas monjas que la conocen saludaron a la abuela y llenaron de carantoñas a la nieta, Reyes le dijo:

-- Mira, Fernanda: vamos a ver a Sor Angela, que era muy santa y ayudaba mucho a los pobres, y todos la queremos mucho. Y todo lo que le pides a Sor Angela, te lo da. Así que vamos a entrar y a rezarle, y tú le pides lo que quieras que te dé.

-- Abu, ¿le rezo el "Jesusito de mi vida"?

-- ¡Naturalmente! Eso es lo que más le gusta a Sor Ángela, que le recen el "Jesusito de mi vida".

Entraron. Rezó la niña su infantil oración de cada noche, los ojos muy abiertos mirando tras el cristal de la urna. Al cabo de un rato de oración en silencio marca de la casa, salieron. Y le preguntó Reyes a la nieta:

-- Muy bien, Fernanda, te has portado como una niña mayor. ¿Y qué le has pedido a Sor Angela?

-- Un helado de fresa, abu...

Y feliz de abuelidad, de fe en Sor Ángela y de sevillanía, corrió Reyes con Fernanda de la mano hacia La Encarnación, a comprarle el mejor helado de fresa. No se lo digan a nadie, pero desde el cielo de las eternas violetas mi Tía Pepa me ha susurrado que ese helado se lo despachó a Fernanda la mismísima Sor Ángela, que venía de cuidar a un enfermo...

-

CorreoSi quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico  Correo  

         
 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio