ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 1 de enero de 2017
                               
 

Nochevieja de móviles

Entré la otra mañana a tomar café en un bar más bien de mala muerte y el camarero, en vez de comentar los goles de Messi, como es lo mandado, le estaba diciendo al que parecía cliente asiduo de la casa:

--- Mira, pues si Explorer no te funciona bien, bájate Mozilla, que es el que uso yo y verás lo rápido que marcha, a mucha más velocidad.

Y el otro, mientras le chorreaba por la barbilla la pringue de la tostada:

-- ¿Y cómo me instalo yo el Morcilla, o Mozilla, o como se llame ese navegador?

Y el camarero, desde el púlpito de su barra, pontifical:

-- Eso entras en Google y tecleas "descargar Mozilla Firefox" y en un momento te lo instalas. Verás cómo no volverás a tener problemas.

¿Quién nos iba a decir que no sólo íbamos a estar acomodados en las nuevas tecnologías, sino que los archiperres cibernéticos iban a ser el gran tema de conversación en cada reunión de las Pascuas de Navidad y Reyes? Paseando por las calles de compras y regalos, he oído multitud de retazos de conversaciones de este tenor:

-- ¿Has visto la foto de Vanesa en su muro de Facebook?

-- Vamos a entrar en esta cafetería, que tienen Wifi gratis, porque quiero actualizar una aplicación que me hace falta.

-- ¿Tú sabes algo de José Manuel? Le puse el otro día un tuiter y no me ha contestado...

¿De qué hablaba la gente por la calle, qué se comentaba en las cenas familiares de Nochevieja antes que existieran los teléfonos móviles inteligentes? Nos podemos llevar media hora hablando sobre una nueva aplicación para iPhone 5 o Android. Intensamente. ¿Unen o separan estos teléfonos móviles? Yo he visto en Nochebuena y en Nochevieja a familias enteras muy unidas...por el teléfono móvil que como posesos cada cual tenía en la mano, tecleando y mandando y recibiendo mensajes, pero sin hablar nadie con nadie ni una sola palabra. Anoche fue la gran noche de los mensajes por teléfonos móviles. Sobre todo, esos enigmáticos, del que se cree que tienes su número en tu agenda y te manda un Feliz Año Nuevo sin su firma o una imagen a tu WhatsApp sin poner quién te la manda.

Y cuando ha habido conversación en Nochevieja, ¿de qué se ha hablado? ¿De las uvas? ¿Del programa de la tele? No. ¿De qué va a ser? De los que estaban a muchos kilómetros, pero que gracias a las nuevas tecnologías andaban mucho más cerca que prima Carmeli, que aunque estaba sentada a nuestro lado, se pasó la noche como ausente, sin hablar con nadie, embebida en la pantalla y en el teclado virtual de su Samsung. Las conversaciones familiares de Nochevieja han sido así:

-- ¡Mira qué vídeo más divertido me ha mandado Manolo por WhatsApp!

Y allá que se ponían todos a mirar el gato que había mandado Manolo para desear Feliz Año Nuevo:

-- Pásamelo a mi teléfono, que se lo voy a rebotar a Rosario...

-- No, espera, mira antes este "meme" tan gracioso que me ha puesto mi cuñado.

-- ¿Pero no te mandó ya la imagen de Papá Noel toreando un reno?

-- No, eso fue en Nochebuena. Ahora mira esto tan divertido de Podemos que me ha puesto...

¿De qué hablaban las familias antes de que cada uno fuera a la cena de la Nochevieja armado con su Apple o su Samsung de reglamento, dispuesto a no hablar con nadie y a asaetear con mensajes a medio mundo? Y el que avisa no es traidor: los Reyes vienen cargados de tabletas. No tabletas del chocolatillo del villancico, sino de Android o de Apple. Horror. Más incomunicación todavía con los más próximos y más mensajes a los más lejanos y extraños.

 

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