No, si te parece, con la Giralda repicando con un pino mayor de primera clase y con la Custodia saliendo por la Puerta de San Miguel, y con Sevilla oliendo a romero y a las últimas magnolias florecidas, antier voy a escribir yo hoy de la micción de censura (fuera de tiesto) de Podemos contra Rajoy. No, si te parece voy a escribir de algo que no sea el Corpus, el de la inmensa víspera. Ríase usted de las vísperas de la Semana Santa con la desmadrada inflación de la del Corpus de los últimos años. Vamos, que casi nos hemos inventado como una Madrugada de Corpus, con la gente por la calle hasta las mismas tantas viendo escaparates y balcones, y esas espigas con la bandera de España, óle, que vende la Hermandad del Amor con fines benéficos. "Solidarios", vamos, que dicen ahora los que quieren borrar cualquier atisbo de caridad cristiana...
Sostengo que Sevilla es una Vieja Dama. Tan guapa fue de joven, en el Siglo de Oro, que a pesar de cuanto el tiempo le destruyó y derribó, y degradó, y adulteró, y olvidó, sigue conservando su belleza. Y como esas señoras de edad que dicen "hoy voy a darme un homenaje" y en Ochoa se compran sus agujas de ternera, y su lomo al jerez, y su huevo hilado, y todas las exquisiteces que se le apetecen para no tener que encender la candela, del mismo modo hay días en que Sevilla, vieja dama, se dice a sí misma:
-- Hoy voy a darme un homenaje.
El Corpus es esto: un homenaje que se da Sevilla a sí misma. Son muchos los homenajes que Sevilla se da a sí misma a lo largo del año; cuando es lo que es y no lo que quieren que sea. Cuando no está contaminada por ese turismo ante el que la ciudad hace interesada almoneda de sus tesoros de medida, quietud y belleza. Cuando no se aplica el criterio del nuevo diseño y todo es lo que parece y todo parece lo que es. En estos homenajes que la ciudad se da a sí misma para tomar aire, aire fresco de la mañana del Corpus, y seguir siendo lo que fue, o aire del amanecer del Viernes Santo con vencejos en la entrada de Los Gitanos a la Catedral, ¿cuándo Sevilla es más Sevilla? Nos entra la duda. ¿En la mañana del Domingo de Ramos? ¿En las primeras claras del día de la mañana de la Virgen? ¿En el silencio verde de admiración y de respeto que se hace en La Campana cuando entra la Esperanza Macarena y parece que llega una Virgen de ruán y esparto, que no de terciopelo y merino? ¿O es Sevilla más Sevilla que nunca en esta mañana de Corpus?
Un amigo al que tengo como poeta de guardia me ha dado una clave importante. Hablando del toreo, el otro día me dijo: "¿Tú has visto que en el Corpus los seises van de grana y oro y que en la Inmaculada van de Purísima y plata?". Sevilla de grana y oro de seises la de hoy, que parece que está pidiendo una copla de Juanita Reina. No alegre como una rosa, sino como esas uvas en agraz y esas espigas de la Custodia. ¿Pero no se han fijado ustedes que Arfe nos dejó en la Custodia como una soñada Giralda de plata? Miró la obra de Hernán Ruiz y le dijo: "Te vas a enterar, cordobés, de cómo se repuja en Sevilla una Giralda enterita de plata". Y le salió la Custodia. Como a Sevilla, en sus genialidades, le salió en la procesión del Corpus el escudo de la ciudad por fascículos: van, por entregas, San Fernando, San Leandro y San Isidoro. Como en el escudo de piedra del Postigo del Aceite, pero de bulto redondo y sin hablarse. Como hermanos del Silencio. Sevilla, dual siempre, se hace un lío en el Corpus con San Isidoro y San Leandro, nunca sabe quién es cuál. Y en esta mañana de grana y oro les diré cómo distinguirlos. San Isidoro es el que lleva un libro en las manos, sus "Etimologías". ¿Y San Leandro? Pues está clarísimo, hijo: San Leandro es el que lleva una caja de yemas de plata. Mientras no se demuestre lo contrario, todas las yemas de San Leandro, los cernudianos labios de un ángel, son plata pura del Corpus de esta Sevilla de grana y oro que se da un homenaje y se parece a sí misma, "por una sola vez y sin que sirve de precedente", como le dicen a la legacía del Gran Poder cuando va a pedir la venia en la Basílica de la Macarena para pasar por delante en La Campana.
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