ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC. 21 de junio de 2017
                               
 

No pienso hidratarme

Hay algo mucho más temible e insoportable que tener que soportar las altas temperaturas propias de estas fechas: aguantar las perogrulladas, obviedades y gilipolleces de la Agencia Estatal de Meteorología, vulgo AEMET, su acrónimo, que la gente pronuncia así. Antes que se me olvide: esto de la AEMET ha sido el mayor hocicamiento ante los nacionalismos separatistas que he visto y, de todos ellos, el menos comentado. Tiene todas las trazas de que fuese obra del gobierno de Zapatero, que era tela de estas cuestiones de entregar la cuchara ante los nacionalistas. Tal como lo de Soraya ahora, pero notándose más y costando menos dinero.

¿Saben por qué existe la Agencia Estatal de Meteorología? Pues para que no exista el Servicio Meteorológico Nacional, que era el que funcionaba antes. Pero, claro, lo malo que tenía el Servicio Meteorológico Nacional era precisamente eso, que era "Nacional". ¿Y cómo los nacionalismos iban a aceptar que un señor que se arroga el título que ellos tienen como propiedad les dijera si iba a llover en Lérida o no? Por concesión a los catalanes, la predicción del tiempo dejó de ser "nacional" para pasar a "estatal", ¿captan el matiz? Hombre, si todavía hubiese sido el Servicio Meteorológico Plurinacional, hubiese tenido un pase. ¿Pero "nacional", como el "derecho a decidir"? Ni pensarlo. Nada, nada, señores de Madrid: si quieren predecir el tiempo, predigan lo que quieran, pero que sea "estatal", ¿eh? Y es curioso, porque del mismo modo, "nacional" es también Radio Nacional de España y, hasta ahora y que yo sepa, los separatas no han protestado. Claro, como los tratan tan bien que muchos boletines y servicios informativos parecen Cataluña Radio... Igual que lo de AEMET, lo lógico hubiese sido hocicar también con Radio Nacional de España, la emisora pública que nadie quiere recordar que, lagarto, lagarto, fundó Millán Astray en el bando vencedor de la guerra. Lo lógico hubiese sido que la hubieran llamado "Radio Estatal de España".

Pero estábamos con las perogrulladas de la AEMET. En el invierno se notan menos que ahora en verano. En cuanto aprieta el calor un poquito y hace en Córdoba los 43 grados que tiene que hacer, se ponen a recomendar obviedades y se quedan solos. Que si no hay que practicar deportes de esfuerzo a las horas en que está el sol aún alto; que si no conviene que a los abueletes les pegue la solanera del mediodía en toda la cabeza, porque pueden palmarla; que si hay que ir por la sombra... Con estas recomendaciones de la AEMET me acuerdo siempre de aquel sevillano al que le gustaba el calor todavía más que a mí, y que andaba de veraneo en San Sebastián. Tuvo que venir a su tierra en pleno agosto para unas gestiones del campo y su mujer trató de disuadirlo:

-- ¿Y no puedes evitar tener que ir a Sevilla con este calor, si el parte hace dicho que hace 42 grados a la sombra?

-- ¿Y quién te ha dicho a ti que yo voy a ir por la sombra?

Aquella señora era un precedente de la AEMET, obviamente. Que nos dice estas chorradas. Como lo de "hidratarse". Ya no se bebe agua, ni nada fresquito, no: ahora cuando aprieta la calor "hay que hidratarse". No, no hay que hidratarse: hay que joderse con la palabrita. A mí me suena a comer hidratos de carbono, pero no: "hidratarse" es beber agua, pero por lo cursi y por la AEMET. La AEMET es la culpable de tanto zarrapastroso en chanclas con una botella de agua de plástico en la mano como vemos por la calle, "hidratándose". ¿Cómo voy a ir yo así, señores? Sépanlo, pues, señores de la AEMET: ante ese antiestético espectáculo de la botella de plástico en la mano, no pienso hidratarme. Pienso beber agua. Frasquita. Y sin cambiar la obra de misericordia, que según las perogrulladas de la AEMET, en este tiempo será seguramente "hidratar al sediento".

 

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