ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 28 de septiembre de 2017
                               
 

Desmemoria histórica

No sé por qué la llaman Ley de la Memoria Histórica, si quienes la aplican tienen tan poco conocimiento de la Historia Contemporánea, aunque anden sobrados de odio y ansias de revancha. Deberían al menos hacer un curso de verano de la Olavide en Carmona sobre la materia. Lo digo porque le están aplicando la Ley de la Memoria, por franquistas, a muchos respetables y admirables personajes que se opusieron al dictador. Es como si le quitaran su calle a Dionisio Ridruejo, pongo por caso, que intramuros del Régimen se la jugó contra Franco y que, desde los famosos Puntos de Falange, y sin renunciar a ellos, o precisamente por eso, puso en España los cimientos de lo que habría de ser la futura socialdemocracia.

No hay que remontarse a Ridruejo. Ha habido en Sevilla dos lamentables casos de personajes de nuestra Historia a los que les han quitado la calle...¡por franquistas!, cuando fueron todo lo contrario: opositores y críticos del dictador. El uno es don Manuel Fal Conde, el prohombre del tradicionalismo sevillano, quien no sólo se opuso a Franco y a la unificación del Requeté con Falange Española, sino que fue desterrado por el dictador, de manera que alguno de sus hijos nació en Lisboa. Bueno, pues como los que aplican la ley del odio y la revancha y vuelven a abrir heridas ya cerradas no tienen ni idea de Historia, le quitaron su calle a Fal Conde... ¡como si hubiera sido secretario general del Movimiento! Y un caso parecido es el del periodista valiente Domingo Tejera, director de "La Unión", el diario tradicionalista que se imprimía en la calle Arjona, al que aparte de otras persecuciones, Franco acabó cerrándole el periódico. Como si Tejera hubiera sido el director del diario falangista "F.E." y no de "La Unión", le quitaron la calle.

Eso ocurrió en Sevilla capital. Y como en los pueblos copian todo lo de nuestra ciudad (peatonalizaciones y veladores incluidos), también ha llegado la aplicación de la Memoria sin zorra idea de a quienes borran del atlas histórico. En San Juan de Aznalfarache le quieren quitar la calle, o se la han quitado ya, al cardenal Segura (1880-1957), tenaz opositor de Franco desde sus convicciones monárquicas y su lealtad al Rey Don Alfonso XIII. Precisamente en el San Juan de Aznalfarache con el que don Pedro Segura se volcó, levantando allí el Monumento de los Sagrados Corazones, obra del arquitecto Aurelio Gómez Millán, y en cuya cripta está enterrado.

Segura, que como obispo de Coria-Cáceres llevó a Alfonso XIII a conocer las miserias de Las Hurdes y que luego, como cardenal primado de Toledo, fue expulsado de España por la II República, llegó como arzobispo a Sevilla a la muerte del cardenal Ilundain, en 1937. Todavía con su Rey Don Alfonso XIII en el exilio romano. Y dentro de una Iglesia española entregada al bando nacional, su lealtad monárquica le hizo oponerse tenazmente a Franco, porque quería que volviera su Rey al Trono de España. Segura no permitió que la Cruz de los Caídos fuera colocada, como en toda España, en los muros de la Catedral: tuvieron que ponerla en el Alcázar. Segura, cada vez que Franco llegaba a Sevilla, se quitaba de enmedio, diciendo que se iba a hacer ejercicios espirituales. Al vicario general que en una de sus ausencias entró a Franco bajo palio en la Catedral, lo destituyó inmediatamente. Y luego viene la leyenda de un cardenal inflexible en materia de moral y buenas costumbres, el que excomulgó al ayuntamiento en pleno de Los Palacios por permitir el baile "agarrao" o hizo un documento pastoral contra la revista "La Blanca Doble". Fue tridentino, irreductible en el dogma. Su biógrafo Carlos Ros dice que "selvático". Fue polémico. Pero ¿franquista? Todo lo contrario, como ven. Bueno, pues son tan ignorantes que van y le quieren quitar, o le han quitado ya, su calle en el San Juan de Aznalfarache de su Monumento al Sagrado Corazón que se ve desde el mismo Puente de San Telmo.

Semblanza del Cardenal Segura por Francisco Gil Delgado

El Vardenal Segura, la púrpura irreductible, por Carlos Ros

Más sobre el Cardenal Segura según la biografía de Carlos Ros

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