ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  20 de noviembre de 2018
                               
 

Cartel para Chicuelo

Uno de los secretos mejor guardados en Sevilla, más que el lugar donde los aliados iban a desembarcar en Europa para acabar con Hitler, es el cartel de la temporada de toros que la Real Maestranza de Caballería, propietaria de la plaza del Arenal, encarga cada año a un artista de renombre y que es mantenido con el máximo sigilo hasta que lo presentan poco antes de que se abra el abono. Este año, si recuerdan, a comienzos de octubre anunció la Maestranza que el artista a quien habían encargado el de este año, Miguel Ángel Campano, uno de los referentes de la llamada "renovación de la pintura española" junto con Sicilia y Barceló, había fallecido, y que se disponían a encargarlo a otro artista. Quién fuese ese pintor, ya digo, lo mantienen con el mismo secreto que la playa Omaha los americanos que desembarcaron en Normandía. ¿Lo encargaron ya? ¿Está relacionado con algún asunto de 2019? Estamos aún a tiempo de que igual que los ha habido en homenaje a Pepe Luis Vázquez o a pilares fundamentales de la Tauromaquia según Sevilla, el cartel de la Real Maestranza, cuando se cumplen 100 años de su alternativa, que se la dio Juan Belmonte el 28 de septiembre de 1919, cediéndole el toro "Vidriero" del Conde de Santa Coloma, debe ser dedicado a Manuel Jiménez "Chicuelo".

--¿Y si ya hay un pintor haciendo un cartel como el del pinchito moruno de toro o el de la mosca en el yogur?

-- Pues se guarda el cartel de ese pintor para el año que viene y listo, que esas cosas no se enracian de lo modernas que son y sirven siempre. Y para este año, que encarguen urgentemente uno donde se le haga homenaje, memoria y justicia a Chicuelo, sin quien no se entiende ni a Pepe Luis ni al Toreo según Sevilla, a los cien años de aquella alternativa que simbólicamente le dio Belmonte, con cuya sevillanidad engarzaba y legó para la posteridad.

La casa natal de Chicuelo es lo más grande en esta contradictoria ciudad. ¿Saben dónde nació un torero tan de Sevilla y tan simbólico de la Alameda, en la que vivió con su mujer, la estrella de la canción Dolores Castro, "Dora La Cordobesita", en aquella casa que cuentan tenía una legendaria cama de matrimonio de plata que era como un paso de palio? Pues nació en Triana: en el número 11 de la calle Betis. Donde un azulejo recuerda que allí nació "para hacer más bello el arte de torear". Y, por el contrario, el Pasmo de Triana, Juan Belmonte, nació no lejos de la Alameda, en la calle Feria.

-- O sea, que hay que decir lo que usted refiere de la gente de Cádiz, ¿no? Que los toreros de Sevilla y los toreros de Triana nacen donde les sale de los cojones.

Así es. Chicuelo es pura Sevilla. Es el eslabón imprescindible que une a José y a Juan, a la Edad de Plata, con Pepe Luis Vázquez, con Pepín Martín Vázquez, con Manolo González o con Curro Romero. Cuando se piensa en el toreo de Sevilla, garboso, de pies juntos, pinturero, inspirado, apolíneo, estamos imaginando todo lo que Chicuelo trajo con su tauromaquia. Empezando por la propia chicuelina, donde, como en la suerte suprema, se le pierde la cara al toro y que sevillanizó, con esa vueltecita como de seise, dicen que tomándola del toreo bufo de Rafael Dutrús "Llapisera". Y siguiendo luego por esos pies juntos en las verónicas o en el capote por delantales, tan nuestros, tan de Manolo González por ejemplo, tan de Pepe Luis, tan de Pepín. Frente al toreo "espatarrao" de Triana, el toreo de pies juntos, como de baile de seises, de Sevilla fue el consagrado por la gracia infinita de Chicuelo, como la ligazón de las faenas o el pase de la firma. Aquella obra creadora de un concepto tan armónico del toreo, como un cuadro, necesitaba una firma, y Chicuelo se la puso con su muleta planchada. Así que vamos a dar al César lo que es de César y a Chicuelo lo que es el eslabón imprescindible para el toreo según Sevilla, a los 100 años de su alternativa. Y como salió Pepe Luis en el cartel de la Real Maestranza, aún estamos a tiempo de que el de 2019 se lo dediquen a Chicuelo. Que sería una forma torerísima de dedicárselo a una Sevilla de pies juntos y toda la gracia del mundo.

 

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