Como buen andaluz, a Ignacio Camacho, mi dilectísimo vecino de página, le hirvió la otra noche el agua del radiador en la tertulia con Ángel Expósito en la COPE, cuando recordando los fervores verdiblancos del 28-F se indignaba porque al Sur de Despeñaperros a todo el mundo le ha parecido lo más normal del mundo que PP y Vox se sienten a negociar la investidura de Moreno Bonilla...en Madrid. Si Agustín Lara dijo en su chotis dedicado a Madrid que "en México se piensa mucho en ti", no se puede usted imaginar en Andalucía. Sin haber visto aún la toma de postura del PSOE que habré de comentar al final, le puse un mensaje de felicitación al querido Camacho. Quien me respondió con unas palabras de agradecimiento que me han esclarecido todavía más el triste panorama de la práctica inexistencia de la autonomía desde el punto de vista político en estas negociaciones que estamos viviendo tras la euforia de la presunta derrota de los treintaitantos años del Régimen del PSOE. Decíame Camacho: "El otro día, cuando escribía V.M. al respecto, iba a decirle que eso en los tiempos de la Transición se llamaba sucursalismo, y era pecado de lesa identidad autonómica. Este Gobierno va a estar dirigido con telemando (y en algún caso desde Barcelona) por unos tíos que no saben una papa de lo que se cuece ahí en Andalucía. Y lo van a pagar. Lo que nos vamos a divertir."
Con todo lo que el entonces existente (que ya no) pueblo andaluz luchó por su autonomía, a la hora de la difícil tarea de desmontar un Régimen se ha visto la copla de un paisano de Manuel Valls, de Peret: "No sirve de ná, no sirve de ná". Las negociaciones de la veleta, perdón, de Ciudadanos y de la que Abascal llama "derechita cobarde", del PP, no la han protagonizado los que aspiraban a ser presidentes de Andalucía, sino sus jefes de Madrid. Y ni siquiera los secretarios generales de sus partidos, sino segundos espadas, que han borrado del mapa a Moreno Bonilla, que en su vida se vio en un mayor golpe de suerte, y al acomodaticio Marín, quienes han mandado menos que yo en el Club Cocherito de Bilbao. Todo se lo han dado hecho sus jefes de Madrid. ¿Se imaginan que el futuro político de Cataluña lo negociaran unos señores llegados desde Madrid en el Ave? Sin entrar en el error, gran error, de Vox, cual tomar como bandera los chiringuitos de la ideología de género para que les den la vuelta a su postura y digan que están a favor de la violencia machista. Sin entrar en el desprecio a 400.000 andaluces con cuyos legítimos representantes no se quieren sentar siquiera los de Ciudadanos para no salir en la foto con los demonizados como ultraderecha y puedan así rebañar votos por la izquierda como marca blanca del PSOE. Sin entrar en estos detalles, el concepto del futuro de un cambio histórico en Andalucía ha sido la aplicación pura y dura del centralismo y la dependencia colonial de la autonomía, el puro sucursalismo. Cuya media verónica indignante ha sido que PP y Vox negocien el futuro andaluz...en Madrid.
El PSOE, que tiene tantos tiros dados y en propaganda no hay quien le gane, bien que ha saltado con la misma indignación que Camacho: "Es un insulto a la autonomía andaluza que se esté negociando el ejecutivo regional en Madrid". Pero siempre habla un cojo. Desde ese mismo Madrid que el PSOE considera ahora un insulto de PP y Vox, al día siguiente de perder las elecciones ganándolas, quisieron quitar de enmedio a Susana Díaz, y siguen enseñando a María Jesús Montero como su recambio. El sucursalismo es evidente. El mismísimo que nadie recuerda ya, pero que quitó a dos presidentes andaluces del PSOE desde Madrid, a Escuredo y a Borbolla, y que desde Madrid mandó como "candidato a la fuerza" a Chaves. Ante tanto triste sucursalismo, sigo pensando en la frase de Luis Cernuda: "Andalucía es un sueño que unos cuantos andaluces llevamos dentro".
Correo
Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico
