ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de abril de 2019
                               
 

¿Tantas bodas hay?

Cada vez habrá más tiendas de ropa, y te la traerán a tu casa más barata si la compras por Amazon, pero la realidad es que en España entera cada vez va la gente peor vestida. De trapillo, de vaqueros, de chupa o sudadera, cuando no de chándal parcelero, que parece que acaban de regar los geranios o de pegarle un manguerazo al coche. Por eso sorprende a los forasteros que en Sevilla y especialmente en estos días de Semana Santa la gente vaya por la calle tan bien vestida: las señoras, perfectas; los señores, de traje y corbata; los muchachos, de chaquetita azul y pantalones grises; y hasta los niños de pantalón corto con sus calcetines oscuros altos hasta las rodillas y sus zapatos azules. Antes se vestía igual de bien para ir a los toros, pero eso se está, ay, perdiendo: ya hay mucha gente en mangas de camisa no digo en el tendido 11 de sol, sino en el mismísimo 1, "donde los capotes".

Pero lo de Semana Santa es especial. Para corretearse la ciudad entera viendo cofradías, soportar las bullas y los aforamientos del Cecop, en cualquier otro sitio la gente se pondría ropa cómoda y ligera, y unas andariegas zapatillas de deporte. Así es como van los turistas. En estos días de Semana Santa, es que no hay duda en la indumentaria: tú ves a un señor de traje y corbata, con el escudito de su hermandad en la solapa, con su señora vestida con sus mejores galas, y no te cabe la menor duda: no sólo son de aquí de Sevilla, sino de los que se gozan con mantener nuestra tradición de ir en Semana Santa como hay que ir. Y en cambio ves a un tío con unos vaqueros y una sudadera de capucha en Modo Gran Hermano, vestido de cualquier manera, con unas zapatillas deportivas que dan mal olor hasta aquí, y tampoco te cabe la menor duda: es un guiri, que le han dicho que esto de la Semana Santa en Sevilla tiene un ver, aunque la mayoría de las veces ni sepan lo que están contemplando y les importe, encima, un rábano, y sigan llamando "encapuchados" a los nazarenos y "procesiones" a las cofradías.

Me cuentan que unos visitantes de los que tienen hasta la corcha la ocupación de los siete mil hoteles nuevos que hay y los cincuenta mil pisos turísticos, salieron a ver los monumentos clásicos, Catedral y Alcázar, y de paso a quedarse a retratar las cofradías que se encontraban. Y viendo a la gente tan bien vestida, como por ahí va ya sólo a las grades ceremonias, preguntaron a un sevillano:

--¿Tantas bodas hay hoy en Sevilla como para que vaya la gente tan bien vestida?

Pues, ¿sabe usted una cosa? Que si: que tantas bodas hay. Desde el Domingo de Ramos hasta que salga el Resucitado, hay en Sevilla muchas bodas, por eso va la gente tan bien vestida. Una gran boda: "En el cielo se alquilan balcones/para un casamiento/ que se va a hacer". Celebramos nada menos que el casamiento de Sevilla con Sevilla misma, con sus tradiciones religiosas, con sus devotas estaciones de penitencia, con la evocación de lo que vivieron nuestros mayores, con nuestros propios recuerdos de ver las cofradías de siempre en el sitio de siempre. Celebramos las bodas de Sevilla con la primavera, con su primera luna llena, con la devoción sentida y heredada por un Cristo o una Virgen que eran y son como de la familia.

Y lo que preguntaba extrañado el guiri viendo a la gente tan bien vestida será nada para lo que otro de su misma calaña inquiera hoy, Jueves Santo, cuando vea a las sevillanas de mantilla en la que era antes la visita de los sagrarios y ahora de los bares de tapeo. Seguro que este guiri despistado amplía la pregunta del otro día y le dice a un sevillano:

-- ¿Tantas bodas hay hoy en Sevilla como para que vayan tantas madrinas vestidas de mantilla camino del casamiento?

Es que no se enteran. Mejor que no se enteren y nos dejen a nosotros con lo nuestro. Eso sí: perfectamente vestidos.

 

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