Todo cambia. "Panta rei", que decía el presocrático. En rocieras cuestiones, estábamos acostumbrados a hondas tradiciones, como el salto de la reja; los simpecados de las hermandades nuevas llegados desde sus parcelas en los chirlos mirlos cerca de los aparcamientos para la procesión de la Virgen; las promesas y esperanzas de las velas en la ardiente la capilla votiva; la llegada multitudinaria de Huelva a la aldea; el "adelante la caballería", como en una película del Oeste, en las presentacionesn; esa emocionante Marcha Real sonando una y otra vez delante del santuario; la arena de las marismas arrastrada sobre el mármol de la iglesia por los pies de los devotos; el puente del Ajolí; la Calle Moguer; el Barrio de las Gallinas; Triana. Y, sobre todo, el millón. Año a año, "que llueva o que ventee", como decía la vieja sevillana del Rocío de Triana, terminada la romería daban las cifras oficiales, tras la emocionante misa de acción de gracias de la Guardia Civil ante la Patrona de Almonte. Que en el Rocío había habido ese año un millón de personas. Ni una más ni una menos. Un millón exacto. Deberían de tener en la Hermandad Matriz o en el Ayuntamiento de Almonte un millonómetro, porque no había año que no dijeran que en el Rocío había habido un millón de personas.
Pero como todo cambia, al famoso millón del Rocío hay que decirle adiós, y que lloren los pinos del Coto como cuando despiden a las carretas, porque ha dejado de existir. Ya no existe el tradicional millón exacto del Rocío. Según los datos que acaban de dar sobre la emocionante Venida de la Virgen desde la aldea al pueblo de Almonte, en dichos actos hubo no un millón, sino un millón cuatrocientas mil personas. Cuatrocientas mil personas son muchas personas, no se ponga usted a pensar. Pero así lo han demostrado no a ojo de buen cubero o de buen tamborilero, sino echando las cuentas sobre las basuras recogidas, los vehículos entrados, los autobuses llegados, el tráfico. Todo muy técnico y muy científico, muy de fiar por la seguridad con que lo ha facilitado el Ayuntamiento de Almonte. (Al que por cierto le recomendaría que a ver si tiene más limpia La Playa, como se le dice allí popularmente a Matalascañas; que aunque los que allí veranean no votan en Almonte, bien que pagan al ayuntamiento sus impuestos como para que tengan tan descuidadas y sucias las que iban a ser elitistas Playas del Coto de Doñana que promovieron los suizos primero y los alemanes después, que se fueron despavoridos al ver en qué se convertía lo que querían que fuese como un Sotogrande o por lo menos una Vistahermosa.)
A mí me parece muy bien que en la Venida de la Virgen del Rocío, Reina y Madre de Andalucía según el hinojero Muñoz y Pabón, se haya superado el famoso millón de personas, y que hayan sido, como reseño con los datos oficiales en mano, 1.400.000 los que hayan acompañado a la Blanca Paloma por el Camino de los Llanos a su parroquia almonteña. Donde les recomiendo ir a rezarle una tarde laborable cualquiera, que está aquello de un silencio y de una devoción dignos de ser conocidos.
Me parece muy bien, como digo, que el famoso millón del Rocío sea ya 1,4 millones. Todo sube, y el Rocío no iba a ser menos. Es como el millón más IVA. O el millón más el IPC acumulado en estos siete años. Que los muy tradicionales almonteños mantienen la Venida como los sevillanos antes el Santo Entierro: de siete en siete años. Precioso. Pero como es tan grande la influencia del Rocío y de la devoción por su Virgen en toda Andalucía, mucho me temo que empiecen pronto las subidas de los otros famosos millones de personas, como el de la Feria de Sevilla. Me pongo lo que quieran a que en Sevilla, el año que viene, dicen que en la Feria no ha habido un millón de personas como siempre, sino por lo menos un millón cuatrocientas mil. "Hombre, no vamos a ser menos que en el Rocío con la Venida de la Virgen", seguro que dice el que da a conocer las cuentas (que nadie se cree).
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