ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  9 de mayo  de 2020
                               
 

Todos funcionarios

Aparte de la salud y de la muerte, esa sobre la que se permite hacer chistecitos el Tío de la Rebequita (que se los podía meter por los ojales del chaleco) hay otros grandes perjudicados en la crisis del Covid-19: la libertad y la empresa. No sólo estamos confinados en nuestras casas y nuestras provincias, sino que han inventado el barrio como unidad de enclaustramiento obligado. Si eres un corredor de fondo o un ciclista con mucho fuelle, como uses de los tramos horarios de desfogue frente al confinamiento no puedes salirte de tu provincia. Pero si eres un simple paseante, descubres además que como no puedes alejarte más de un kilómetro alrededor de tu casa, el barrio es también otra unidad de confinamiento. Estás enclaustrado en el kilómetro en torno a tu casa. O sea, que las libertades, cada vez más recortadas.

Y como si no hubieran puesto a tantas empresas y a tantos pequeños negocios de autónomos a pique de un repique de la desaparición con su obligado cierre, ¡hala!, todo el mundo a vivir y a cobrar del Estado. Todo el mundo a cobrar del dinero público. "Que no es de nadie", según Carmen Calvo, la de la batamanta en el Congreso. Aquí todo el mundo es un poco "liberado" que cobra sin doblarla mientras la empresa y la economía se van al garete. Lo que ha informado el consejero de Salud, Jesús Aguirre, es todo un símbolo de lo que aquí gusta cobrar sin trabajar. El tópico de los subsidios, de los ERE y de "mi padre trabaja en el paro" se han quedado cortos. Ha manifestado el consejero Aguirre que cuando peor estaba la crisis del virus, pidieron a los liberados sindicales de la Sanidad que volvieran al trabajo para echar una mano. Sí, sí... Sólo 14 liberados sindicales volvieron a sus puestos en la Sanidad mientras sus compañeros daban la cara y exponían su vida. En cambio, añadió Aguirre, 7.800 médicos jubilados, respondiendo al mismo llamamiento, volvieron a pasar consulta. A doblarla. A dar la cara. No todo el mundo es igual. Hay quien tiene conciencia, como esos médicos jubilados.

Las cifras del resumen del estatalismo filocomunista a que nos han llevado las medidas del Gobierno del Mando Único son absolutamente aterradoras, y no sé qué va a pasar como esto continúe así. Quién va a salvar la economía andaluza, si, encima, no se puede salir de la provincia, las fronteras siguen cerradas, anulados los vuelos de las compañías aéreas y aquí no viene un turista. Las cifras del terror que daba ayer ABC son que un total de 3.563.960 andaluces reciben ya algún tipo de ayuda, prestación o sueldo del Estado o de otra Administración. Es decir, el 42 por ciento de los residentes en la comunidad autónoma más poblada de España como es Andalucía (con 8,41 millones de habitantes, de los que 1,42 millones no están en edad de trabajar) vive de uno u otro modo gracias a Papá Estado. Para los flojos, la situación ideal. Estos datos son los que salen entre trabajadores afectados por los ERTE, parados protegidos por prestación, autónomos con protección por cese de su actividad, pensionistas, clases pasivas y empleados del sector público, que es la mayor empresa de Andalucía, su principal fuente de ingresos, no el turismo.

Y me pregunto con la misma preocupación con que usted estará leyendo estos datos absolutamente aterradores para nuestra economía, que veremos quién la levanta después de todo esto: si el 42 por ciento de los andaluces viven ya de lo que cobran del Estado, y más de 3,5 millones de andaluces reciben ayudas, rentas o nóminas de la Administración, ¿quién les paga? Pues los impuestos con que nos exprimen al 58 por ciento restante de los andaluces, en un sistema fiscal que se despreocupa de proteger a las empresas, que son las que de verdad crean riqueza y puestos de trabajo, y que, ya ven, las han cerrado obligatoriamente como mejor solución contra el peligro de contagio. Es cruel, pero realista: prácticamente media Andalucía vive de los impuestos que paga la otra media. Están consiguiendo que todos seamos funcionarios. Y mientras esto quede así... Pero me huelo que vamos a peor, como sigan paralizando la economía productiva de la empresa y premiando a los que están encantados de vivir de la mamela.

 

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