ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de mayo  de 2020
                               
 

Santa Cruz, como en Fase Cero

No, si hasta los que nos hemos opuesto rotundamente al turismo como monocultivo económico de Sevilla lo vamos a tener que defender... Lo digo porque, con las fronteras interprovinciales y nacionales cerradas, con los aeropuertos sin viajeros que lleguen, los hoteles clausurados y los pisos turísticos vacíos, Sevilla ya no es la misma. Esto sí que es una "nueva normalidad", y no la que anuncia Sánchez: una Sevilla completamente distinta a la que hemos conocido en los últimos años. Sobre todo, el Barrio de Santa Cruz. ¿No han cerrado los museos? Pues Sevilla ha cerrado, por falta de turistas, su museo vivo del Barrio de Santa Cruz, el inventado por el Marqués de Vega Inclán en vísperas de la Exposición Iberoamericana de 1929, el de la Cruz de la Cerrajería y el Callejón del Agua, el del impresionante conjunto de las murallas del Alcázar, el Patio de Banderas y la Plaza del Triunfo.

Un amigo que vive allí, y cuyas impresiones me ha comentado en otras ocasiones sobre un barrio copado por el turismo y abandonado por sus antiguos vecinos, todo convertido en hotel, hostal o piso turístico, en tablao flamenco de poca monta o tienda de recuerdos de Sevilla, me ha resumido ahora lo que ha sido con la crisis el Barrio de Santa Cruz. Me ha comentando lo que ha sido durante la Fase Cero, los más duros días del confinamiento: "Desde Abades he vivido en una ciudad vacía, un espectáculo curioso y terrible. Pero apenas se permitieron las franjas horarias para vecinos que no se alejen un kilómetro de su casa, las calles de Sevilla se llenaron de gente, salvo este barrio, donde tan sólo unas pocas parejas de mi edad se veían por la plaza de la Alianza. No hay mayor prueba de que el barrio se ha quedado sin vecinos y la necesidad de que el Ayuntamiento tome nota de que una ciudad vacía pierde casi todo e intente que sobreviva algún incauto, tal como yo. Basta comparar cualquier barrio de Sevilla en las franjas de salida con la zona de la Catedral. Alguien del Ayuntamiento debería comprender que, como a Venecia o al centro de Roma, sólo los vecinos dan vida y personalidad y procurar que no se vayan."

Pero es que sigue así, como si todavía estuviéramos en la Fase Cero. Tuve que ir antier desde la Catedral a casa de unos amigos que viven en Santa María la Blanca. Y pensé que nada mejor que tirar por el Barrio de Santa Cruz buscando la Puerta de la Carne, como hacíamos cuando volvíamos del colegio Portaceli andando hasta el centro. Eran las 2 de la tarde, como puntualmente dio la hora la Giralda. Tiré por el florecido magnolio de la Catedral hacia la Plaza del Triunfo y la calle Romero Murube. Nadie. No me crucé absolutamente con nadie. Ni nacionales ni extranjeros, ni vecinos ni turistas. Por la antigua Alcazaba que ahora lleva el nombre de Romero Murube llegué a la Plaza de la Alianza. Y allí no estaba más que la fuente. Todo cerrado, desierto. Ningún bar ni restaurante abierto. Tiré a la izquierda por Rodrigo Caro y sólo estaba abierta una tiendecilla de los desavíos. Luego fui buscando la calle Ximénez de Enciso, para bajar hacia Santa María la Blanca. Todos los locales cerrados. Ni un solo bar con los veladores en la calle. Todos los hoteles y hostales cerrados. Las calles, desiertas como una siesta de Sevilla en pleno agosto. Y cuando iba llegando al imperio de Plácido el de las Teresas, pensé: "Plácido sí tendrá abierto". Tampoco. Ninguno de sus locales. Ni el primitivo de los ultramarinos con barra de tapas ni los nuevos que ha ido abriendo en los alrededores. Nadie. Ni las tiendas de recuerdos de Sevilla estaban abiertas. Y Ximénez de Enciso, una sombrita deliciosa era lo único que tenía. No me crucé con nadie. No había nada abierto. Y salí a Santa María la Blanca, y donde antes tantas sombrillas llenas de veladores dando comidas a los turistas, tampoco nada ni nadie. Todo cerrado. Una ciudad desierta y fantasmal. Y eso que estábamos ya en Fase 2, con las terrazas de los otros barrios llenas y los restaurantes con lista de espera en las mesas de su interior. En Santa Cruz, peor que si aún fuera la Fase Cero. ¿Qué faltaba? El turismo que ha ahuyentado la crisis y que le da de comer, si no a Sevilla entera, desde luego al Barrio de Santa Cruz. Como no quedan apenas vecinos que hayan resistido en su barrio, Santa Cruz era una desierta Sevilla fantasmal. Tan vacía como dicen que quedó cuando San Fernando conquistó la ciudad a la morisma.

 

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