ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  30 de julio  de 2020
                               
 

Las reglas en la Playa de Regla

Yo no sé como a tío Javier, mi homónimo Javier de Burgos, se le ocurrió la luminosísima idea (¡tararí!) de dejar a Sevilla sin playa y sin borde marítimo, cuando hizo la división provincial de España, estando al lado. Eso no es un error. Es una trastada. Dejar sin frontera con la mar a la ciudad que había sido fundamental en la Conquista de América, Puerto y Puerta de las Indias, como un trozo del Golfo de México traído a la península. Y, si no, que se lo pregunten a la marinesísima Triana. Fue una charranada de Tío Javier. Menos mal que la Madre Naturaleza se tomó la revancha y se trajo la mar a Sevilla, río arriba, con las mareas del río. ¿Usted sabe que el río tiene en Sevilla mareas, marea alta y marea baja, marea llena y marea vacía, pleamar y bajamar? Los capitanees de los barcos lo saben de sobra, y aprovechan siempre la marea alta para zarpar desde el muelle de Sevilla camino de Sanlúcar y de la alta mar y que disminuyan así los problemas de calado cuando van navegando aguas abajo por la marisma.

Y Sevilla, aunque no esté escrito en ningún tratado de Geografía, tiene playas. ¡Naturalmente que las tiene! Playas que los sevillanos han adoptado como suyas, y no crean que se trata de las que están más cerca. Ahora, por ejemplo, se nos ha vuelto muy sevillana la playa de La Antilla. Porque en esto de las playas, como en todo en esta vida, hay modas. Playas que se ponen de moda y playas que dejan de estarlo. Playas donde es elegantísimo ir, léase Vistahermosa, léase Sotogrande (para los pijos, "Soto" a secas), y playas donde no está bien visto acudir, por la de catetos que se encuentra uno, y no quiero señalar ninguna para que nadie se me enfade ni ayuntamiento alguno me repruebe.

Son playas de las provincias de Càdiz o de Huelva, según, las nuestras. Las que los sevillanos hemos adoptado como nuestras, y de las que sus forofos te hacen el elogio maravilloso como si hubieran nacido allí, cuando quizá no tengan ni un apartamento, que vayan de alquilados. De Sevilla es Punta Umbría ("Punta" a secas para los mismos que dicen "Soto"); de Sevilla es Matalascañas; de Sevilla son las playas del Puerto de Santa María. Es raro, pero las maravillosas de Cádiz capital no son playas de Sevilla. Ni la Playa Victoria, ni La Caleta, ni Santa María del Mar, vulgo "la Playita de las Mujeres" son playas de Sevilla, aun a pesar de la autopista ya sin peaje y de su cercanía, que te plantas en una hora desde el Campo del Betis hasta los puentes de la Bahía, ora el Puente Carranza de toda la vida, ora el nuevo Segundo Puente.

Las de la Tacita de Plata no serán, donde seguimos siendo despectivamente "los miarmas", pero anda que sin salir de la provincia de Cádiz, la de Chipiona sí que es playa sevillana y de los sevillanos por los cuatro costados... Una playa que en estos días de rebullascas y aglomeraciones playeras que no traen nada bueno, más que brotes y rebrotes de contagios del Covid, es todo un ejemplo. La gente, sobre todo los jóvenes, se pasan por aquello que dijimos las normas sanitarias contra los contagios, pero la playa chipionera de Regla es un ejemplo de cumplimiento de las normas sanitarias que hay que seguir, desde las mascarillas a la distancia entre sombrilla y sombrilla, toalla y toalla. Circula por los teléfonos móviles y por las redes sociales una fotografía aérea de la playa de Regla que deberían ver los ingleses, para que comprobasen que en Andalucía sabemos hacer las cosas como se deben, y que no todos son los hacinados irresponsables de discoteca y botellona sin mascarilla. Aparecen en esa fotografía aérea que quizá hayan visto las sombrillas de los veraneantes perfectamente alineadas y separadas, como tiradas a cordel, como dispuestas con tiralíneas, cuadrículas perfectas de separación y de prevención. España debería difundir en la Gran Bretaña esta fotografía aérea de la playa de Regla para que los ingleses desistieran de las medidas contra nuestras costas y sus venganzas de las cuarentenas. Eso sí que es un pasillo turístico de seguridad: el que va desde Sevilla o desde el mundo entero a la playa chipionera de Regla, donde se cumplen todas las reglas de seguridad contra los contagios.

 

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