ANTONIO BURGOS | ANTOLOGIA DEL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de agosto  de 2020
                               
 

Atender

Publicado el 5 de diciembre de 1978

 

"Algo que Sevilla lleva siglos haciendo. Sevilla atiende a todo el que se le entra por las puertas, Sevilla lo atiende, echando la casa por la ventana"

 

Ahora que «el castellano es la lengua española oficial del Estado» y que «la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección», se darán cuenta de dos cosas. Una, que ya le estoy sacando partido al librito de la Constitución que me echaron el otro día en el buzón. Y otra, que habrá que hacerse la pregunta de qué es lo que hablamos los sevillanos, si castellano, si otra lengua española mucho más rica que el castellano, ¿verdad Voz de Soto? Pero lo que está claro es que los sevillanos hablamos aproximadamente como los ángeles, por lo que desde ya mismito tendremos que empezar a pensar en hacer objeto de especial respeto y protección esta modalidad lingüística tan nuestra:

 

— Niña, échale una mijita de alhucema a la copa...

 

— ¿Cómo dice usted? —pregunta el castellano.

 

— Que le ponga un poco de espliego al brasero...

 

Hablamos castellano, sí, pero con una mucho mayor riqueza léxica y sintáctica. Rebuscando en el Diccionario, a veces están como quintas o sextas acepciones de una palabra las que aquí decimos y venimos repitiendo de padres a hijos desde la Conquista, que es lo que los castellanistas llaman Reconquista y a los andalucistas, o sea, a los españoles de tercera, Aquilino Duque, nos gusta llamar a secas Conquista. Por ejemplo, muy difícilmente nos entenderá un castellano de Castilla si nos excusamos con esta frase:

 

—No, mañana no puedo, porque viene uno de la central de Madrid y tengo que atenderlo…

 

¿Sabría alguien definir en una escueta papeleta académica esta acepción sevillanísima del verbo «atender»? «Atender» a alguien es ir a esperarlo al aeropuerto, haberle buscado antes el hotel Doña María o Inglaterra por la cosa turística, llevarlo allí, esperarlo a que se arregle un poco, llevarlo a dar una vuelta por el barrio de Santa Cruz, enseñarle la Giralda, invitarlo a cenar en Río Grande para que vea la Torre del Oro y después acabar en Los Gallos o en La Trocha. «Atender» es levantarse muy temprano al día siguiente, ir a recogerlo al hotel, llevarlo a las gestiones que sea («chico, ¿podéis conducir en Sevilla con este tráfico?»), echarle de almorzar en Senra o en El Burladero después de haberle metido para el chaleco un tapeo a modo, dejarle que duerma la siesta, acompañarlo a que le compre a la parienta la mantilla de Foronda o abanico de Casa Rubio, invitarlo a café en Los Corales, otra vez el coche para recoger las maletas en el hotel, pagarle la cuenta («su cuenta está ya abonada, señor») y dejarlo en el aeropuerto.

 

Esto, chispa más o menos, es «atender». Algo que Sevilla lleva siglos haciendo. Sevilla atendió a Julio César, a Tarik y a Muza, a San Fernando, al baranda de turno... A todo el que se le entra por las puertas, Sevilla lo atiende, echando la casa por la ventana.

 

—Es que tengo aquí a un señor de Roma y lo tengo que atender —dirían los sevillanos que le bailaron el agua a Julio César...

 

Y lo malo del caso es que no escarmentamos. Luego llegamos nosotros a Madrid, y ésos a los que atendimos, a lo mejor una feria o una Semana Santa, días enteros, lo que se les ocurre decirnos es:

 

—Chico, a ver si otra vez que vengas a Madrid me avisas por anticipado y podemos comer juntos…

 

  

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio