ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de septiembre  de 2020
                               
 

El Risitas ingresa en La Caridad

Los rosales que plantó el Venerable Don Miguel Mañara en el patio de su Hospital de la Caridad tienen espinas. Las espinas que producen las heridas del tiempo, del fracaso, del abandono, de la enfermedad, de la mala suerte. Así son todos los abandonados por la fortuna y por la vida que llegan como asilados a esta más que meritoria y centenaria institución, renovada últimamente con todas las comodidades para los acogidos. Así hieren menos esas espinas de la vida que los hermanos de La Caridad mitigan con su presencia, con su trabajo, con su ayuda, su asistencia. Ir a echar la tarde jugando al parchís con El Pelucas o dándole charlita a Carlitos Fernández es una obra de misericordia cuyo significado sólo comprenden los hermanos de la Caridad.

Allí han llegado como asilados, desamparados, rotos, desahuciados por la vida y por la fortuna, antiguos alumnos de los mejores colegios de Sevilla, que fueron en su día millonarios que llegaron a tener cuadras de caballos de carreras en París y que los abandonó la suerte hasta la más absoluta de las miserias. Allí han llegado como asilados los que un día fueron figuras del cante y del espectáculo y que con las vueltas de la vida y sus espinas se vieron desamparados y solos. Allí ha estado como asilado algún título del Reino que hasta tuvo casa-palacio en Sevilla. El benemérito Hospital de la Caridad es como un rompeolas de las desgracias y adversidades de la vida, cuyos náufragos encuentran en el asilo de la calle Temperado ("Domas pauperum scala coeli") cariño, acogida, bienestar. Todo lo que la vida, en su final, les negó.

Podría hablar de cantaores famosos, de grandes protagonistas de las que fueron las fiestas de la noche sevillana, donde alternaban con lo mejor de una sociedad que los mimaba y animaba. Y hoy debo hablar del último acogido famoso que ha llegado al Hospital de la Caridad y está allí, como todos los asilados, encantado y atendido: El Risitas. ¿Juguete roto? Pues sí: la Caridad es un inmenso escaparate de juguetes rotos, de olvidados y arruinados. El Risitas, con lo mucho que fue en televisión, cuñaaaaaaaaaao, con su compadre "El Peíto", es ahora otro ejemplo de la gran obra del Hospital de la Caridad, donde dije que el Venerable, en la presente pandemia, había obrado el milagro que frente a esas residencias donde los asilados han caído como chinches, no ha habido el menor caso de contagio por coronavirus.

El Risitas, cuyo verdadero nombre es Juan Joya Borja, no es tan mayor. Tiene 64 años. No parece que haya pasado tanto tiempo desde que fue tan famoso en toda España y hasta en las redes sociales tomaban sus filmaciones en el extrajero para cambiarles la letra y dedicarlas a las más extrañas materias. Parece que era ayer cuando El Risitas era gente en el mundo de la televisión y hasta en el cine, cuando Santiago Segura se fijó en él para incluirlo en el reparto de "Torrente 3". El Risitas, como tantos perros verdes y ratones colorados de nuestra sociedad, tanto raro y curioso, fue descubierto por Jesús Quintero, que lo montó en dinero y en fama, llegando a hacer hasta bolos por los pueblos con su compadre "El Peíto", cuñaaaaaaaao. Empezó a aparecer en los programas de Quintero en el año 2000, en "El vagamundo", y luego en los famosos "Ratones coloraos". O estoy equivocado, o me parece recordar que Quintero lo fichó entre los personajes de arte que paraban en la taberna "Quitapesares" del recordado Pepe Peregil. Quintero lo hizo famoso. Pero esta sociedad que convierte en "kleenex" cuanto ya no le sirve y lo tira, abandonó la fugaz fama de tan curioso y excéntrico humorista popular. Muerto el Cuñaoooooooo, hacía mucho tiempo que no sabíamos de este juguete roto de El Risitas, a quien le han amputado una pierma por problemas médicos y que me imagino que, sin un duro ya, de los tantos que ganó, viviría en la indigencia. Me dicen los hermanos de La Caridad que El Risitas está "feliz y contento" entre los rosales de Mañara, tratado con toda dignidad y consideración entre las espinas de la vida. Lo que me preocupa ahora es que este juguete roto fue descubierto por alguien de quien hace tiempo que no sabemos nada, que anda perdido, y que ojalá no sea él también otro juguete roto, como mi querido y genial Jesús Quintero.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

 

           

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio