ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  2 de noviembre  de 2020
                               
 

Ya estoy aquí

Como ponía en Cádiz el dueño de Casa Crespo, aquella abigarrada tienda de animales y de todo tipo de cacharrería de la Plaza, por urgencias médicas no me dio tiempo colocar en el cerrado escaparate de este artículo el divertido letrero que solía cuando se ausentaba de su comercio: "Ahora vuelvo". Pues ya he vuelto. Sí, ya estoy aquí, queridos lectores, pasada la ITV, dispuesto otra vez a dar guerra, guerra, guerra o lírica, lírica, lírica, según pinte la jornada. Se habrán extrañado mis muy queridos lectores de que Burgos faltara estos días a su cita con el artículo. Era lógico. Esto durante años y años ha sido como la vieja sevillana contra los elementos del Rocío de Triana: "Que llueva o que ventee o que haga frío..." Para no faltar a mis amos y señores los lectores, el día que me enteré en Munich que había muerto Pepe Luis Vázquez, para escribir en caliente el gorigori de la gracia del toreo según Sevilla, aun no llevando el ordenador portátil, me agencié uno en el hotel...¡con procesador de textos en alemán! Y con ese cacharro germano y todos los elementos en contra, escribí aquel artículo que, lo que son las cosas, luego me valió el premio de taurino de ABC que lleva el nombre de nuestro recordado y querido Manuel Ramírez.

¿Qué es lo que ha tenido Burgos? ¿Covid? No, gracias a Dios, al Doctor de la Bata Morada que está en San Lorenzo y cura hasta los resfriados. Pero todos los síntomas que sentí coincidían con el maldito coronavirus, con lo que andé...

-- Anduve, Burgos, anduve...

Eso, anduve cuatro días confinado en una habitación de completo aislamiento de la Clínica del Sagrado Corazón, hasta que todas las pruebas dieron negativo, pero luego andé. A todos estos niñatos incívicos y negacionistas de los botellones, los que suicidamente reclaman el "derecho a la diversión", los tenía yo al menos un día en un cuarto de aislamiento del Covid, lo más parecido a una celda de castigo, en la tremenda soledad del miedo, hasta las mismas trancas. Gracias a la directora gerente de Quirón Salud, doña Pilar Serrano, y mi neumólogo, el doctor don Jesús Peña, todo quedó en lo que los sevillanos rancios llamamos "una pulmonía doble". Y en un agradecimiento a tantos grandes profesionales que no quiero se me olvide ninguno, y que resumo en una frase de creencia religiosa y médica: "Sagrado Corazón, en Vos confío". Desde lejos sentía algo que no había experimentado hasta entonces: el cariño de los lectores, su preocupación por mi ausencia y mi salud. Salgo de esta cornaíta convencido de que como los Reyes son los padres, el recuadro son sus lectores. Gracias a todos. Aquí me tienen de nuevo. He podido constatar que los lectores de ABC son mi mejor patrimonio. Gracias por haberme echado de menos. Mejor que lo echen a uno de menos que no de más. Como el anuncio navideño, vuelvo a Casa. Que es la de ustedes, lectores queridos que tantos ánimos me han dado. Que es ABC.

 

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