Gracias al fundamental libro "Sevilla, Nueva Roma", del desaparecido y añorado historiador del Arte, catedrático y académico Vicente Lleó, sabemos que la gran fiesta de la Sevilla renacentista y barroca en la primavera no era la Feria, porque aún no habían venido Ybarra y Bonaplata para inventarla, sino el Corpus. Que hasta las presentes circunstancias sanitarias y económicas aún conservaba bastante de fiesta grande, con su magna procesión con Su Divina Majestad en la custodia de Arte, sus vísperas con bando y conciertos, sus altares callejeros, sus escaparates adornados con motivos eucarísticos. Y sus velas. Para el Corpus, en la Plaza de San Francisco y en El Salvador, o sea, en los dos grandes espacios históricos abiertos del casco antiguo, se ponían unos altos palos blancos con zócalo de color añil y guirnaldas de laurel convirtiéndolos en columnas salomónicas, sobre los que se tendían las velas, los toldos. Que eran antaño tales velas de los barcos, y daban sombra a quienes en sus sillas veían la procesión de aquel famoso "Señor, Sevilla pasa", en la que figuraban todas las representaciones y estamentos de la ciudad, con sus pasos de santos sevillanos, la última Sor Angela, a la que en los años 80 revivieron y dieron esplendor las cofradías, que la hacían interminable.
No sigo con la evocación del Corpus ni en la tarde de toros que no habrá para no aumentar nostalgias en esta segunda primavera que nos han robado, pero parece que este año tenemos un Corpus como de compromiso. De momento en la Catedral no habrá octava solemne ni baile de los seises. Procesión, por supuesto que tampoco. Todo lo catedralicio quedará en la bendición con el Santísimo que quizá en el último de sus oficios como arzobispo de Sevilla dará mi querido don Juan José Asenso desde la Puerta de la Asunción.
Yo me esperaba que como hicieron cuando la Feria, iban a poner en la Plaza y en El Salvador los palos del Corpus, y las velas, y que iban a colocar por toda la carrera de la procesión los gallardetes que se hicieron para la boda de la infanta Doña Elena y que se suelen poner con motivos marianos en la Virgen de los Reyes. Pero nada. Ni en la Plaza ni en El Salvador hay el menor recuerdo de que hoy es Corpus. Y no sé anoche, en la ya tradicional visita a los altares y escaparates adornados de las vísperas, pero no creo que el recorrido de la carrera del Corpus, en las calles que más han sufrido la crisis económica de la pandemia, como Francos, Cerrajería o la misma Sierpes, hubiera muchas fachadas y escaparates adornados con la uva y el trigo sacramentales. Y en cambio en la Feria, ya vieron: tanto en la Plaza como El Salvador se pusieron los que en Cádiz llaman "palocorpus" y las velas, y farolillos, y motivos feriales. Yo creía que ahora iba a ser igual, en conmemoración de Su Divina Majestad. Pero nada. Mucho celebrar una Feria no hubo y total olvido para la que fue la gran fiesta de la Sevilla de la primavera en honor del Sacramento. Lo diré mejor con los conocidos versos de Góngora: "Cuando pitos, flautas;/cuando flautas, pitos".
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