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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  27 de junio  de 2021
                               
 

Mascarillas para las feas

Dicen que Sánchez, como comentaban de Franco, tiene lo que en Marruecos llaman "baraka" y en Andalucía "potra": suerte. En líneas generales, matizo. Porque su decisión unilateral de suprimir las mascarillas en el exterior, sin consultar a las autonomías en la pregonada cogobernanza, en peor momento no ha podido venir, aunque a él le haya servido para que no hablemos de los indultos y de la subida de la luz. Han quitado la obligatoriedad de ir con mascarilla por la calle en un momento que ha coincidido con el mayor brote de coronavirus que se recuerda, el de las excursiones escolares de fin de Bachillerato a Mallorca, y, a su vez, este desastre de Mallorca con la decisión del Reino Unido de incluir a las Baleares en los países sin el menor peligro para los británicos que quieran ir de vacaciones al extranjero. Ya es temeridad.

Los que saben dicen que es una temeridad haber quitado ya, con tanta premura, las mascarillas, y más todavía coincidiendo la decisión con los brotes a cientos de contagios y extendidos por toda la península, que descritos quedan. Hay que insistir en que el covid no se ha ido, por más que las actuaciones de Sánchez nos hayan hecho pensar ya más de dos veces que así ha sido. Y hacen bien en subrayar las excepciones al "¡mascarillas fuera!", que no se deben tener precauciones si va uno por una calle desierta o por un parque sin un alma, pero que hay que seguir usándola en los interiores de las tiendas y de las oficinas, en los transportes públicos, en las aglomeraciones, en los lugares donde no se pueda guardar la "distancia social" del metro y medio.

Y yo añadiría una condición más para que se siga usando la mascarilla: las feas. No me digan que la mascarilla no ha favorecido a las señoras y a las chavalas feas como Picio. Aunque nos ha privado de sus boquitas pintadas y sus sonrisas, nos han hecho fijarnos en la belleza de sus ojos. Con una mascarilla no hay señora ni chavala que tenga los ojos feos. Todas paracían como agarenas, sí, algo de mundo árabe había en esas caras tapadas y esos ojos en los que nos fijábamos en toda su belleza. Ojos de copla sobre Romero de Torres. Ojos orientalizantes. Y las que los tienen celestes, mucho más bellos si se ponían mascarillas quirúrgicas del mismo color, que les resaltaban su belleza. Pero cuando muchas de estas bellezas de mascarillas y de misterio arabizante de sus ojos legaban a una terraza y para tomarse la copa que fuese y se quitaban la mascarilla, ¡adiós, pampa mía! Aparecía la totalidad de su rostro en toda su fealdad. Estuve por decirle a alguna, pero no tenía confianza para recomendàrselo:

-- Hija, con esa boca, esa nariz y ese mentón tan feos que tienes, no deberías quitarte la mascarilla nunca, estás guapísima con ella.

Así que ya lo saben. Si a pesar del pasemisí de la manga ancha con la mascarilla en el exterior, si ven a una señora en la calle con ella puesta, no sólo es que cumpla las precauciones debidas: es que ha comprendido que embozada, con esos ojos, está guapísima y sin la FFP2 es un horror de fea.

 

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