ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  16 de mayo  de 2022
                               
 

Blanco Almonte

Ea, ya tenemos aquí El Rocío. Que no será igual. La Semana Santa no fue igual, la Feria no fue igual y El Rocío tampoco va a serlo. Entre otras cosas, porque la pandemia ha tenido para los almonteños y para los devotos de la Virgen del Rocío un aspecto bastante positivo. El estado de alerta fue proclamado cuando la Virgen estaba en el pueblo, en la parroquia de la Asunción, tras su tradicional venida desde la aldea. A la que ha estado casi tres años sin ir, hasta que la vuelvan a llevar el 29 de mayo por los viejos caminos de la tradición.

O sea, que si la Semana Santa no fue igual ni la Feria tampoco, el Rocío de este año es ciertamente excepcional por esta forzada despedida de la Blanca Paloma, tan cerca durante tanto tiempo. Vuelve desde su larga estancia en el pueblo a su santuario de Las Rocinas, frente a la marisma, donde pastan los caballos de la saca de la yeguas y parece que los flamencos y toda la fauna del Coto está esperando a la Patrona de Almonte, a la de la vieja copla de Muñoz y Pabón que aún se canta en los rosarios de la romería: "Eso sería/para ser Reina y Madre/de Andalucía".--

En estos acontecimientos excepcionales de la venida de la Virgen a Almonte o de su vuelta a la ermita, el pueblo se engalana de una forma que merecería un estudio sobre sus arquitecturas efímeras. Hermosísimo. Los vecinos se afanan en hacer con sus propias manos flores blancas de papel, arcos triunfales, como iglesias, para redecorar en blanco a Almonte en honor de la Blanca Paloma. No es necesario que sea usted rociero ni devoto de la Virgen, basta con que tenga buen gusto y curiosidad por estas manifestaciones únicas de nuestra tierra. Pero merece la pena en estos días ir a Almonte para ver a todo el pueblo decorado en blanco, como una arquitectura efímera y fingida o soñada, en honor de la Blanca Paloma, para cuando sea sacada en procesión vestida de Reina, de "Reina y Madre de Andalucía", como escapada de un cuadro de Pantoja de la Cruz o para cuando el 29 de mayo, ya vestida de Pastora, la lleven por los viejos caminos a la aldea tras estos dos años.

Que me recuerdan la saeta famosa de La Marta a la Esperanza Macarena cuando la coronación en 1964: «Te fuiste por cuatro días/ y tardas siete en volver./ Madre mía Macarena,/ !No nos lo vuelvas a hacer!». Un devoto podría cantarle a la Virgen, no por saetas como Marta Serrano, sino por sevillanas rocieras antiguas: "Viniste por un año/y fueron tantos/que Almonte te despide/vestía de blanco". Estos blancos de la arquitectura popular almonteña, que nos cuentan Miguel A. Jiménez y M. Humanes, "se han derramado por todas partes. En el barroco de los arcos de las calles Cerro, Cristo y Venida de la Virgen y los templetes de filigrana andaluza de la Placita del Bacalao y la confluencia de Cerro con Unamuno; en el impresionante gótico de la Plaza de la ermita del Cristo y las reminiscencias andalusíes de Martín Villa, en el vibrante estreno de la calle Candelaria Coronel, con sus coloridas vidrieras y su chispeante lámpara". Ya le digo: aunque no sea usted rociero, vaya a Almonte para ver esta explosión de fe y belleza populares antes que la Virgen vuelva a su otra casa de la marisma.

 

 

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