ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de mayo  de 2022
                               
 

El feto, especie desprotegida

Dirán, como suele ser habitual en tales casos, que es de Vox. Pero en plan insulto, no de definición política e ideológica o de elogio de sus palabras. Me refiero a un pastor de la Iglesia andaluza del que no había oído hablar hasta ahora, ni a favor ni en contra. Es el obispo de Málaga, monseñor Jesús Catalá, quien ha tenido la valentía o el deber evangélico, o ambas, de proclamar sobre la reforma de la ley del aborto lo que muchos piensan, pero no se atreven a decir, sometidos como estamos a a la dictadura de lo político correcto y expuestos a que si traspasas la más fina línea del pensamiento único que se impone, te tachan de facha. Ya lo sabe usted, según la superioridad moral que se arrogan las izquierdas radicales, todo aquel que piense lo contrario a sus doctrinas y argumentarios es un facha.

El facha, pues, del obispo de Málaga ha dicho algo que acaba de un plumazo con todos los argumentos a favor de la reforma de la ley del aborto y de su barra libre. Así de claro: "La Iglesia, desde hace 2.000 años, está a favor de la vida. Estamos a favor de la vida humana en cualquier momento, desde la concepción, no desde el nacimiento; hasta la muerte natural. En todo ese arco somos defensores de la vida humana y nadie, ningún ser humano tiene derecho a eliminar una vida humana porque eso se llama asesinato". Y ha puesto un ejemplo de los de "¿cómo no se me habría ocurrido a mí antes, con lo sencillo y claro que es?". El ejemplo dice: "Un huevo de águila es ilegal destruirlo, con multa de hasta 100.000 euros, y un año de prisión. Un embrión humano es legal matarlo por cualquier razón, usando tus impuestos en una clínica de abortos." Monseñor Catalá nos hace pensar que ojalá el feto humano tuviera ante la ley el mismo respaldo que las especies animales protegidas. Que aparezca muerta una cría de lince en una carretera, atropellada por un coche, es una tragedia, pero no lo es que una joven acuda a una clínica abortista pública para "quitarse" (¡qué horror de concepto!) el feto del hijo que está esperando. Me dan igual los plazos, porque una vida es una vida, desde el momento mismo de su concepción, digna de toda protección. O al menos, como nos ha recordado el obispo malagueño con su terrible comparación del huevo de águila, la misma que las especies animales en trance de extinción.

Según el ejemplo demoledor que ha expuesto el obispo de Málaga, el hombre es la única especie no protegida en este mundo progresista bienpensante que está destruyendo tantas raíces tradicionales de la familia. Donde las niñas, además, pueden abortar sin permiso paterno. También lo ha explicado en términos definitivo monseñor Catalá: "Una menor de dieciséis años de edad llega a su casa e informa a su madre de que ha abortado y que no se lo ha dicho por temor a que se enfadara. A continuación, la chica ha pedido a su progenitora que le autorizara por escrito para ir a una excursión con el colegio". ¿Me permiten que le mande un aplauso de apoyo al obispo de Málaga? ¿O es facha también mostrarse de acuerdo con la ley natural de protección de la vida desde su comienzo hasta su final?

 

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