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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 9 de junio  de 2022
                               
 

Camareros y albañiles

La realidad va a hacer preocupante verdad la sevillanísima respuesta que me dio el magisterio, la sabiduría y el humor de don Antonio Delgado Roig, aquel gran arquitecto que entre sus innumerables obras fue autor de dos santuarios que atraen la fe de un pueblo: la del Gran Poder y la de la Virgen del Rocío, y que murió siendo hermano número 1 del Silencio y del Baratillo y socio número 1 del Sevilla F.C.. Le pregunté a Don Antonio cuántos arquitectos había en Sevilla y me respondió con sorna: "Más que albañiles".

Pues así estamos ahora, como en la genial ocurrencia de Delgado Roig, porque habrán visto que muchas obras están ralentizadas, crisis económica aparte, por falta de albañiles. Y quien dice albañiles dice todos los oficios de la construcción: fontaneros, escayolistas, alicatadores, encofradores, electricistas, carpinteros. Es la gran contradicción de nuestra hora: que con tantos parados como dan las estadísticas, falten albañiles. Como faltan camareros. Las dos grandes actividades que sostienen como pilares finos la economía sevillana, la construcción y la hostelería, están faltas de personal especializado y cualificado, mientras no baja el número de parados. ¿Por qué? Mi percepción es que se trata del resultado de una equivocada política educativa, donde todo el mundo quiere ir a la Universidad, pero muy pocos a la Formación Profesional, que se toma como el pelotón de los torpes. Faltan albañiles y faltan camareros porque falta una política realista de formación profesional. En nuevas tecnologías sí tiene usted todo el cualificado personal contratable que quiera: ingenieros informáticos a punta de pala, programadores, especialistas en redes sociales o en comercio electrónico. Pero no hay quien quiera subirse al andamio o coger la bandeja de servir tapas de ensaladilla o el menú del día.

Voy a detenerme en el asunto de los camareros. No es que falten camareros, que faltan; es que los que hay apenas tienen profesionalidad. A cualquiera que llega a pedir trabajo, como hacen tanta falta, les dan una bandeja y una libreta para las comandas, y allá se las avíe con los clientes. Que son los que sufren esta absoluta falta de profesionalidad en muchos camareros que se ponen a trabajar sin la menor preparación para el oficio. Sí, los que te traen el café con el dedo dentro de la taza o poco menos. Están de camareros mientras encuentran otro trabajo, porque rechazan este oficio por sus bajos salarios y sus largas jornadas. El cliente se las ve y se la desea en muchas terrazas, donde hay que buscar a lazo al camarero para que te atiendan. Ya no quedan aquellos grandes profesionales, los que te atendían en cuanto llegaban y te saludaban con un cortés "¿qué van a tomar los señores?". Los señores ahora toman lo que pueden y se lo sirven, además, cuando quieren. ¡Cómo tardan en servir! No es lógico que no haya una Formación Profesional diseñada pensando en las necesidades del mercado laboral. Ya es historia que a la hora de pagar en un bar o en un restaurante, te digan: "Déjale una buena propina, que este señor nos ha servido estupendamente".

 

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