ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de noviembre  de 2022
                               
 

Bajarse la aplicación

Cuentan que cuando llegaron a Cádiz los primeros teléfonos móviles, una señora mayor del barrio de Santa María le comentó a una vecina: "Yo tengo un nieto medio loco. ¿Pues no que anda por ahí hablando por un teléfono que no tiene cable ni ná?". Algo así tendría también que haber pensado Graham Bell cuando inventó el teléfono. De haber conocido nuestros tiempos y dónde ha llegado su invento, hubiese dicho: "¿Pues no que he descubierto un invento que sirve para hablar a distancia, pero la gente lo usa para todo, menos para hablar?".

Sí, cada vez son menos los que usan el teléfono móvil sólo para hablar por teléfono, aunque parezca paradoja. Es una realidad. Sólo las personas o muy torpes o muy mayores, que han tirado la toalla de las nuevas tecnologías, siguen usando el teléfono sólo para hablar, llamar o contestar si suena el timbre. Entre las redes sociales, los SMS, los WhatsApp y las aplicaciones, la voz se está perdiendo en la telefonía. Si llamas a cualquier oficina para solucionar cualquier problema o enterarte de algo, lo más que probable es que no puedas hablar con nadie, sino que te enumeren el 1,2,3, mosquéese otra vez, de lo que debes marcar según lo que desees de aquel laberinto donde no conseguirás al final hablar con ningún ser humano. Con un poco de suerte, puedes que al final te conecten con una voz con acento inequívocamente hispanoamericano que sabe Dios desde dónde te está hablando en lo que llaman un "call center", una oficina que responde llamadas según unos cuestionarios-tipo de respuestas que al final no suelen solucionarte nada, porque lo que preguntas no está previsto en sus contestaciones.

Pero hay algo nuevo peor que todo eso: la aplicación. Ya no sólo no te atiende nadie personalmente ("presencialmente", sería en Tertulianés), sino que te recomiendan como quintaesencia de todas las utilidades y efectivas atenciones al público: "Bájese nuestra aplicación". ¿Pero qué es esto, Dios mío de mi alma? ¿Qué es eso de la aplicación? "Aplicación", junto a "Urbanidad" y "Deberes Religiosos" ponía en el encabezamiento del boletín mensual de notas del colegio, antes del suspenso en Matemáticas o en Latín. Pero esta "aplicación" a la que nos mandan no tiene nada que ver con aquella. Es para que por tu teléfono móvil, sea de la observancia de Apple, sea de la de Samsumg, te descargues un programita del que quedará un indeleble icono en la pantalla, y que te va a complicar la vida más todavía. Porque de momento tienes que poner un usuario y una contraseña, que es lo que se te olvida siempre la siguiente vez que tienes que usar esa aplicación en la que tan poco aplicado eres. Y los manitas virtuosos de estas cuestiones encima se mofan de ti: "Pero si es muy fácil; te bajas la aplicación, y listo". Ya hay aplicaciones para todo: para pagar sin la tarjeta de crédito, para encontrar aparcamiento, para descargar música gratis, para escuchar la radio, para Bizum. Pero no han inventado ninguna aplicación que nos libere de ella y nos conecte con un operador telefónico de los de toda la vida, con el que no hay manera de poder hablar, para al menos darle los buenos días y preguntarle qué hora es en ese lejano país desde donde nos responde.

 

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio