ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  30 de diciembre  de 2022
                               
 

San Lázaro: abandonar para restaurar

Sevilla, venga a presumir de Historia, pero aquí ocurren cosas que no se consentirían en ningún otro país europeo. Por ejemplo, lo del Regimiento Soria número 9. "El Sangriento" de los Tercios de Flandes era el regimiento de Infantería más antiguo de Europa y no por eso evitó Sevilla que se lo llevasen a las Canarias y a punto estuviera de desaparecer como tal unidad militar. Y eso que "Soria 9" era sinónimo de sevillanidad en su banda tras un palio, y que sus directores dejaron algunas de las marchas más clásicas. Ahora pasa algo por el estilo con el Real Hospital de San Lázaro, quizá uno de los más antiguos de Europa, que se menciona entre 1249 y 1253 en el Repartimiento de Sevilla tras la conquista del Santo Rey. Los historiadores lo tienen por lazareto fundado en el reinado de Alfonso el Sabio; de ahí lo de "Real" que mantuvo en su título hasta el momento que luego explicaremos, en su desgraciada historia de abandono.

Sólo por su iglesia gótico-mudéjar y su torre, al menos del siglo XIII, hubiera merecido toda la atención y no el abandono, en el que por suerte se salvó la fachada con un azulejo de San Lázaro. Porque la iglesia fue cerrada, abandonada y convertida en almacén cuando la titularidad del centro pasó a la Junta desde la Diputación, que lo administraba desde la reducción de hospitales de 1854, que es de cuando viene lo de llamar "Hospital Central" al de las Cinco Llagas, ya que allí se concentraron muchos de congregaciones religiosas o entidades benéficas.

Cuando la Diputación llevaba San Lázaro, mantenía entre el personal de su abnegado y utilísimo servicio sanitario a la comunidad de religiosas de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl, que además mantenían la iglesia como los chorros del oro. Pero la iglesia fue cerrada y abandonada cuando la Diputación se quitó de encima su obra asistencial y la responsabilidad de la atención sanitaria al Padrón Benéfico, transfiriéndolo todo a la Junta. Y expulsaron a la comunidad de religiosas que atendía al hospital y su iglesia. Monjas a las que Manuel del Valle, como presidente de la Diputación, en un gesto que honra su memoria, puso en plantilla, con su Seguridad Social y su sueldo. Pero la Junta le borró a San Lázaro su propia Historia, el título de "Real", y lo convirtió de hecho en una planta más del Hospital Macarena, aparte de centro de experimentación en control de natalidad o en tratamiento del sida. Y de la clausurada iglesia desaparecieron muchas obras de arte, ornamentos sagrados y objetos de culto de los que nunca más se supo.

Leemos ahora que, mientras la torre se cae a pedazos, están restaurando el conjunto iconográfico del retablo mayor de la abandonada iglesia de San Lázaro, con esculturas atribuidas a Roque Balduque y pinturas de Villegas Marmolejo, así como el zócalo de azulejería del presbiterio. Es decir, lo de siempre: gastar millones en restaurar lo que nunca debió abandonarse. San Lázaro es la metáfora perfecta: nos gastamos millones en restaurar lo abandonado. Eso sólo ocurre aquí. En ningún otro lugar de Europa habría sido abandonado un Real Hospital alfonsí de hace siete siglos como San Lázaro y una iglesia gótico-mudéjar como la que convirtieron en almacén.

 

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