ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de marzo  de 2023
                               
 

¿Por qué Velázquez y no Murillo?

Como si fueran los cambios de itinerario en las cofradías, que este año no va a haber forma de poder verlas sin el programa en la mano, ha entrado la moda de quitar sus nombres a las cosas para ponerles otros que nadie usará. Lo digo por el Hospital Militar, en el que han quedado mal con todos tratando de quedar bien con todos, empezando por el siempre recordado coronel Muñoz Cariñanos, gran médico militar y gran español asesinado por la ETA, que hubiera merecido el nombre en solitario, y no en el rebujito salomónico que han formado. Y lo digo por aeropuerto de San Pablo, al que se han empeñado en ponerle el nombre de Veláquez, y hasta que lo bauticen así no pararán. Para nada. San Pablo seguirá siendo San Pablo, como Barajas sigue siendo Barajas y no Adolfo Suárez. Demasiadas cosas hay pendientes en la Sevilla de la tuneladora y las líneas de Metro como para perder el tiempo en el cambio de nombre del aeropuerto. Que nadie llamará Velázquez, sino que seguirá siendo San Pablo, la gran finca donde se construyó el que entonces era "aeropuerto terminal de Europa". Continuación del que el 16 de abril de 1930 se inauguró, con la presencia del Rey Alfonso XIII, en el cortijo Hernán Cebolla, de la línea de dirigibles Colón Transaérea. Esa finca fue cedida por el legendario torero y escritor Ignacio Sánchez Mejías, pero el proyecto de aeropuerto no duró mucho, por problemas económicos de la concesionaria, y en noviembre de 1932 el Ayuntamiento firmó un acuerdo con Zeppelin para construir una estación de anclaje en Tablada. Por eso a esos terrenos de Hernán Cebolla se les sigue llamando "Aeropuerto Viejo".

Nuestra historia aeroportuaria es la de la generosidad de grandes sevillanos que donaron sus terrenos. Si Sánchez Mejías cedió Hernán Cebolla para el anclaje de los dirigibles, don Ildefonso Marañón Lavin regaló los terrenos de su Cortijo de San Pablo para el nuevo aeropuerto. De esta donación hubo en el primitivo edificio una placa que desapareció, de agradecimiento a la familia Marañón, benefactora de Sevilla, donde se estableció al volver de Cuba, compró la Casa de la Moneda e impulsó muchas iniciativas, y emparentó con los Condes de Torres de Sánchez-Dalp y los Marqueses de Aracena.

Es tanto el peso de la Historia en Sevilla, que aunque le pongan "Velázquez" de nombre, seguirá siendo el aeropuerto de San Pablo. ¿Y por qué Velázquez y no Murillo? Recordando las palabras de Cernuda sobre José María Izquierdo y su permanencia en Sevilla, el de Murillo fue un "error de amor": quedarse en la ciudad de sus Inmaculadas y no irse a medrar como pintor de Corte en Madrid, como Veláquez. Murillo se me antoja más sevillano, más humilde, más popular, más nuestro. Sin cruz de caballero de la Orden de Santiago alguna prendida al pecho, sino pintando de azul seise a nuestra Purísima. Yo no le cambiaría nombre alguno al aeropuerto, porque seguro que lo de Velázquez no arraiga. Velázquez tiene ya en Sevilla una gran calle céntrica, en detrimento de la de Murillo, medio escondida en La Magdalena. Y lo mismo que el Hospital Militar seguirá siendo El Militar, para injusto olvido de Antonio Muñoz Cariñanos, asesinado por la ETA, y de Vigil de Quiñones, el héroe de Baler, San Pablo seguirá siendo San Pablo.

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