ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  15 de abril  de 2023
                               
 

Tesoro con cascabeles

Hay que ver lo que nos gusta una conmemoración. Alguna de las universidades sevillanas, entre esos nuevos títulos de Derecho más Hostelería o Económicas más Odontología, debería hacer un Master en Buscar Aniversarios y Centenarios para poder celebrarlos. Raro es el día que no encuentran un par de ellos. Tan rica, diversa y profunda nuestra Historia, que pocos aniversarios, centenarios y milenarios salen, para los que se podían encontrar, sólo con las fechas de nacimiento o de muerte de sevillanos ilustres u olvidados.

Ahora han descubierto que hace 50 años que la Feria se trasladó desde El Prado a Los Remedios. Eso, de momento, nos podría dividir a los sevillanos en dos grandes grupos: los que conocimos la Feria en El Prado y los que no la conocieron. Los que la conocimos de niños recordamos que, por ejemplo, las calles no se mentaban por el nombre, sino por el número de las casetas. Por ejemplo, la genial y humorística del Marqués de las Cabriolas se llamó "Er 77" porque tal era su número. Por su nombre se conocían sólo las de los casinos y sociedades: la del Labradores, la única de mampostería en todo el Real, la del Mercantil, la de Pineda o la del Aero Club. Aquella Feria cada vez se fue extendiendo más y quedando chico El Prado, incluido el frente de la Estación de Autobuses. Hasta en la avenida del Caballo del Cid se pusieron casetas, lo mismo que en la entrada al Parque, que era el pulmón de la Feria. Y la Plaza de España, sorpréndanse, el aparcamiento grande de automóviles. El Parque era como un añadido del paseo de caballistas, y no había nada más clásico que ir a tomar una copa a caballo hasta la Plaza de América.

Todo esto se evocará el día 22, víspera de la Exhibición de Enganches en la plaza de toros, con algo único, que no valoramos: una comitiva de coches de caballos desde El Prado a Los Remedios. Es una tradición la de los enganches que no la mejorarían los ingleses, que la envidiarían. Los aficionados particulares mantienen de su bolsillo el arte de los enganches, un tesoro con cascabeles, sin que cueste un duro a las arcas públicas, y gracias a ellos se conservan carruajes que son auténticas piezas de museo. Y en número sorprendente: según el presidente del Club de Enganches, en esta Feria habrá 1.400 coches regulados, estando en estos momentos otros 600 en lista de espera para pasearse por las calles del Real. Imaginen el coste del mantenimiento y restauración de estos carruajes, el perfecto estado de sus guarniciones, los uniformes de los cocheros, la doma de los caballos de tiro, lo que cuesta alimentarlos durante todo el año. ¿Cuánto vale este tesoro de los enganches de la Feria, sin los que la que tradición del Real sería otra cosa, como se vio el año de la peste equina? Sevilla le tiene mucho que agradecer a los aficionados que mantienen el patrimonio riquísimo de estos coches de época, de estos enganches a la inglesa o a la calesera, de esos cocheros a la húngara. Que se cumplan 50 años de la Feria en Los Remedios es lo de menos. Lo de más y más elogiable es que unos aficionados, sin cobrar un euro y gastándose muchos, continúen esta costosa tradición en la época de los automóviles eléctricos.

 

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