Por la maldita fecha en plenas vacaciones de verano a la que Sánchez adelantó el fin de una legislatura que dijo mil veces que iba a completar, se ha disparado el voto por correo. Los sindicatos del sector aseguran que se habrá llegado casi a los 3 millones de solicitudes de votos por correo. Se ha disparado al menos un 122% respecto a las elecciones generales de hace cuatro años, noviembre de 2019, cuando el dato no llegó al millón de peticiones. Y los sindicatos han explicado: "Estamos en el doble y medio, dos veces y medio más que el pasado 28M [las elecciones municipales y autonómicas]. Y estamos en el doble de lo que hubo en las elecciones de 2016, que fue el máximo histórico".
O sea, que ya sabemos el número exacto de votantes incautos, confiados o bien intencionados que hay en España. Después los escándalos de la compra de votos por correo en las municipales y autonómicas del 28-M, hay que tener mucha confianza en el sistema para votar por correo. Aquí se impone el viejo dicho campero de "aceitunita comía, huesecito fuera". El voto personalmente echado en la urna, sin Correos por medio, aunque tenga uno que volver a casa desde el otro extremo de España, es lo más seguro para tener constancia de que no van a manipular tu voluntad. Como medio más simple, sin la entrega de las papeletas en la dirección que diste porque creías que ibas a estar el 23 de julio en ese hotel y resulta que estarás en otra playa y en un apartamento, y que nunca te llegarán la documentación y los sobres para que elijas entre las candidaturas; y si vas a Correos te darás el viaje en balde, porque tu voto está más perdido que el barco del arroz que se ve frente a Punta Zalabar en Sanlúcar.
Si el sanchismo domina el CIS con Tezanos y el Tribunal Constitucional con Conde-Pumpidu, ¿cómo no va a controlar el Servicio de Correos? ¿Cómo va usted a confiar su voto a una empresa púbica, la mayor de España, que en tres años ha perdido 600 millones y se acerca al abismo de que entre en causa de disolución? Aquí mucho pedir sanidad pública y denostar de la privada, pero desconfiamos tanto de Correos que miren la proliferación y eficacia de mensajerías privadas frente a la pública. Correos no ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías. Ha mantenido sus arcaicas estructuras de cuando no existía el correo electrónico y el envío de documentos se hacía por "valores declarados" y no como PDF adjunto a un e-mail. Usted mismo habrá tenido idea de la decadencia del sistema de Correos las pasadas Pascuas de Navidad, cuando haya visto las pocas felicitaciones en papel, sobre y sello que recibió. Correos, que tenía antes sus oficinas en el pueblo más perdido de España y su Caja Postal, no ha sabido ponerse a la altura de las circunstancias y lo han tenido que financiar Caixabank e Ibercaja. Es para dudar muy seriamente que sea capaz de organizar y distribuir tal avalancha de votos por correo. Y encima se ha "falconizado", con un servicio postal aéreo propio...¡entre Madrid y Hong Kong! No es que yo sea un mal pensado, pero si estos tíos ven que ha votado usted por Feijóo, es probable que su papeleta acabe buscando en Hong Kong una urna que no existe.
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