ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de julio  de 2023
                               
 

El misterio de la Milla de Oro

Parece el título de una novela de Agatha Christie, pero es una profunda duda que se me ha planteado al leer a Javier Macías su estudio sobre la alteración del modelo comercial de Sevilla 30 años después de la primera peatonalización, cuando en 1991 el alcalde Rojas-Marcos suprimió la circulación por la que llamamos "Calle Tetuán", tratándose de dos: Tetuán y Velázquez. Y si llegamos hasta La Campana, tres: Tetuán, Velázquez y O´Donnell. Aunque contó al principio con la oposición de los comerciantes de la calle, la decisión municipal de la peatonalización se acabó imponiendo, y al cabo de los 30 años se ha convertido en la Milla de Oro, donde se pagan los alquileres más caros, y están, digamos que a trazo grueso, los establecimientos más distinguidos.

Habrá especialistas en sociología urbana y economía comercial que lo sepan explicar, pero para mí esto de la Milla de Oro de la calle Tetuán es un misterio. O una novela negra. En Sevilla ha habido siempre (lo que se dice "toda la vida de Dios") calles peatonales. Frente a Tetuán, Sierpes fue siempre peatonal, y no se ha dado en ella el paradójicamente este fenómeno revitalizador de la Milla de Oro. Todo lo contrario: mientras Tetuán-Velázquez se revalorizaban, Sierpes iba a menos, y allí empezaran a cerrarse antes comercios tradicionales, comenzando por sus librerías clásicas: Pascual Lázaro, Eulogio de las Heras, Sanz... Y también iban a menos todas las calles peatonales históricas, antaño millas no de oro, sino de platino, como Francos. Es curioso cómo el ascenso de Tetuán peatonal coincide con el languidecimiento de Francos y de sus clásicos comercios históricos, como Peyré o Meguerry. Pero es que a las calles cercanas a Francos, siendo peatonales desde siempre, les ocurrió lo mismo, como a Chapineros, Chicarreros, Alvarez Quintero. Negocios de tanta historia como La Ciudad de Sevilla o La Nueva Ciudad cerraron mientras crecía la milla áurea de Tetuán. Y lo mismo ocurrió con la calle Córdoba, o con la Alcaicería, o con Lineros, o con Puente y Pellón, a pesar de la vida que dijeron que Las Setas iban a darle al menos a su tramo final.

Yo, la verdad, no lo entiendo, como no sea admitiendo que en Sevilla se ha producido un profundo cambio de vida que va más allá de las peatonalizaciones. Ya hubo otro cambio anterior, en 1968, que fue la apertura de El Corte Inglés, y la revitalización del Duque y de La Campana. Pero ese cambio no incluyó dar más vida a una cercana calle peatonal como José Gestoso y coincidió con la transformación social de la peatonal Regina, convertida en un Soho alternativo a la sevillana.

-- ¿Sabe usted lo que le digo? Que esto no hay quien lo entienda.

Sí se entiende: todo ha cambiado y al comercio clásico le han hecho la competencia irresistible las ventas por Internet, las franquicias, los chinos, los alquileres altos y la hostelería. Quitando que en el centro no hay donde aparcar y que está despoblado de vecinos, convertido en un Parque Temático Turístico, ¡vengan veladores y vengan hoteles de cinco estrellas!

 

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