Todo esto se veía venir. Está puesto así a posta: elecciones generales en pleno verano. Pero no en el inicio del verano, sino cuando se va la mayor parte de la gente de vacaciones a la playa o al extranjero: de 15 de julio a 15 de agosto. El meollo de las vacaciones. La temperadamás alta de las playas. Cuando casi nadie está en la casa, que con miedo te comentan:-
-- Pues en su bloque nada más que están ustedes, todos los demás vecinos están fuera de veraneo.
Es cuando la Policía advierte que no se dejen las cartas amontonadas en el buzón, para que los ladrones no vean que no hay nadie en el piso. Cuando nos alertan que miremos si hay un trozo de plástico junto a la cerradura, que los colocan los rateros para saber si estamos fuera.
Pues a unas malas artes así ha recurrido Sánchez para adelantar las fechas de las elecciones, antes de que el gallinero del partido se le alborotara tras el revolcón de las autonómicas y municipales de mayo y perdiera grandes alcaldías simbólicas, como Sevilla. El desaguisado del voto por correo se veía venir. Lo raro es que con media plantilla de vacaciones y con mayor voto por correo que nunca por causa de las viajeras vacaciones del personal todo fuera como cuando los comicios se celebran en época laborable. ¿Cuántos serán al final los españoles que se quedarán sin votar por culpa de la imprevisión del voto por correo? Se citan cifras que son casi el número de votantes de algunas provincias de censo electoral corto. ¿Mira que si se queda sin poder votar el equivalente a una circunscripción provincial? Pudiera ocurrir, mientras los sociólogos electorales andan devanándose los sesos echando las cuentas de a qué partido benefician los restos, vamos, las escurriduras que a veces dan el diputado más que necesita una formación para superar un número determinado de escaños.
¿En qué pensaban quienes pusieron este absurdo, como lo de la ley que prohíbe que en estos días finales de campaña se publiquen encuestas? ¿Cambian el sentido del voto las encuestas hasta ese punto? Si en otros países hasta en la puerta misma del colegio electoral te pueden estar pidiendo el voto, ¿a qué tanta jornada de reflexión, si antes no la hicieron los que tenían que fijar el día nefasto que pusieron para estas generales?
¿Y la confianza de los cachazudos? Los que no alteran sus planes y el 23-J piensan echar de domingueros el día de playa y venirse en todo caso un poco antes para ir a votar antes que cierren el colegio electoral. El que más sabe de España de todo esto, Narciso Michavila, lo ha presagiado: "El que domingo quiera de verdad ejercer su voto: primero la urna y luego la tumbona. El voto por correo funcionará, pero que el gran peligro serán los atascos el domingo a las 6 y 7 de la tarde." Como ya ocurrió en las andaluzas de junio del año pasado, que a esa hora se formaron atascos kilométricos en grandes ciudades como Sevilla, Málaga y Cádiz. Ahora los atascos de los que no podrán votar su pueden producir en todas las grandes ciudades de España. A lo mejor todo esto es lo que quería Sánchez: sacar mayoría absoluta en su propia tumbona de las Marismillas o La Mareta..
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