Las portadas de la Feria se parecen como un Mercadona a otro Mercadona. Hay últimamente marcado un estilo convencional de portada de Feria, que debe serguirse. Hasta en eso esta ciudad es tradicional. Igual que el cartel de los toros que editan los maestrantes debe ser cada vez un mamarracho mayor que tenga menos que ver con la Fiesta, la portada de la Feria del año que viene tiene que parecerse lo más posible a la del año pasado. Y, por descontado, debe representar más o menos un edificio monumental de la ciudad del 29. Pero un edificio de los que se permiten alterar o incluso derribar por la Comisión del Patrimonio. Todo lo que debería ser intocable y debería estar cuidado al máximo como exponente arquitectónico del regionalismo de Sevilla es lo que se toma como modelo de inspiración para la portada de la Feria. Que es siempre tan parecida a la del año pasado, por aquello de la copia-inspiración en un pabellón de la Exposición de 1929 o en Aníbal González o Juan Talavera, que parece que ya la hemos visto en ediciones anteriores. Por lo cual ya sabrán mi tesis: que ya que buscamos una idea estética determinada de la portada de la Feria y ya que son tan parecidas las de todos los años, propongo que no fueran elementos efímeros y desmontables, sino que se quedaran puestas de un año para otro, y así nos ahorrábamos un dinero y unos autores mosqueados porque no eligieron su proyecto.
La portada de la Feria es uno de los ritos de la primavera y el acto del primer tubo tiene algo de primer nazareno. Como el nombramiento de pregonero de la Semana Santa, la elección de imagen para el Vía Crucis de las cofradías, el cartel de las Fiestas Primaverales del Ayuntamiento o de la Semana Santa del Consejo. Todos estos ritos sevillanos tienen un común denominador estético ideal, al que deben aproximarse o intentar hacerlo para que la elección resulte exitosa y le guste a la gente.
¿Quedan todavía edificios monumentales en los que puedan inspirarse para reproducirlos fuera de escala los autores de las portadas de la Feria? Si seguimos por la senda de moda de los pabellones de la Exposición de 1929 o de los edificios singulares de la arquitectura del regionalismo, me parece que se nos va a agotando la cantera. Llegará el momento en que todo estará ya reproducido en la portada de la Feria. Que representa una estética soñada para la ciudad efímera de Los Remedios. Como un tributo al pasado. Contradictorio con la praxis de cada día. Por ejemplo: en vez de derribarlo casi totalmente, ¿por qué no se ha tomado el edificio del Restaurante La Raza como modelo para inspirar la portada de la Feria? ¿Y por qué centrarnos siempre en lo que fue en torno al 1929? ¿Por qué no tomamos como inspiración para la portada de Feria asuntos ejemplares, como la Sevilla que se derribó sin causa justificada? ¿Se imaginan una portada que recuerde a todo lo incomprensiblemente derribado, al Teatro San Fernando, a la casa Sánchez-Dalp en el Duque, al Café de París en La Campana? Sería muy didáctico. Porque a este paso, si es con lo que queda en pie, llegaremos a tener una portada inspirada en las Setas de la Encarnación y al año siguiente, en la Torre Pelli, y al otro, en la estación de Santa Justa.
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