ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de octubre  de 2023
                               
 

El conficto catalán

Lo que me faltaba por oír ya lo he escuchado a los defensores del constitucionalismo, de la unidad de España, de que los ciudadanos seamos "libres e iguales". Ya les he oído referirse a las pretensiones de independencia de una parte de la patria, como "el conflicto catalán". El caso es que no se lo he escuchado sólo a separatistas violentos, sino a destacados militantes del PP o del PSOE, que, lejos de adoptar el lenguaje constitucional, usaban de todos los remoquetes de los independentistas, de los que parece que, proclamado Sánchez por el Rey como candidato a su invistidura como presidente del Gobierno, parece que ahora, si es verdad lo que cuentan y para redondear los escaños de apoyo necesarios, el futuro de España dependerá de un prófugo de la Justicia, que impone sus condiciones, como si él fuese el candidato a presidente del Gobierno y no Sánchez.

Conflicto catalán, conflicto catalán...Ni es conflicto ni es catalán. Es un intento de rompimiento de la unidad constitucional de España, y que todo los votantes representados por la mitad de los catalanes, no sean "libres e iguales", sino que tengan mayores o menores derechos según en qué autonomía vivan y en manos de qué partido este la gobernación de esa comunidad.

Según mis cuentas, es la segunda batalla de lenguaje que perdemos. La primera fue la de la ETA, en que sin darnos cuenta hicimos nuestro el lenguaje de los enemigos de la libertad y de la democracia, que nos vencieron en la guerra de las palabras. Pronto España entera adoptó la jerga de los pistoleros como si fuese suya. Hicimos nuestro llamar "cúpula militar" a los jefes de los pistoleros asesinos, como si fueran los altos mandos de nuestras fuerzas armadas. Una noble y antigua voz militar como "comando" fue aplicada a las pandillas de pistoleros encargadas de dar los tiros en la nuca señalados por los jefes de los asesinos. Llamamos "impuesto revolucionario" a la extorsión; "lucha armada" a la acción criminal de la banda, a sus bombas-lapa, a sus explosivos en los cuarteles. A sus crímenes. Sin traducción siquiera, dijimos "kale borroka", sin saber que se referían al terrorismo callejero. Caímos en la trampa de aceptar su "tregua", como si estuviéramos en guerra con ellos y hasta "zulo", por agujero, hicimos nuestro para nombrar los inhumanos lugares donde, por ejemplo, tuvieron secuestrado a Ortega Lara.

Sin que, por su proximidad, nos demos cuenta, con Cataluña nos está ocurriendo como nos paso con la ETA: que hemos perdido la batalla del lenguaje. Hablamos como los independentistas quieren que lo hagamos, con su jerga. Llamar "Procés" a la hoja de ruta de los hijos de ruta de la independencia fue el comienzo de la pérdida de esta batalla. Hablamos de "los piolines", y de los "soberanistas", y de la "estelada", y de cuantas palabras han querido incluir en la lengua española que odian y destierran de las escuelas. Lo que nos faltaba era la consagración de "conflicto catalán" para hablar de la independencia en las manos de cuyos líderes, ay, parece que con la anuencia de Sánchez está el futuro de toda España.

 

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